jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo 72: Juego de sentimientos.

Los comentarios están abiertos


El bullicio y carcajadas se perdían en mi espalda, dando la vuelta a la esquina. Había

dejado a Lara y Micaela con sus parejas, liberándolas de toda responsabilidad mía. Me sentía una carga para ellas, y es que, lo peor era que podía notar esa misma carga presionando sobre mí si no tenía a nadie a mi lado.
                Las prisas me carcomían poco a poco. EL papel rosa de la pared lograba perderse entre el pasillo, haciendo el momento pegajoso para mi gusto. Sabía que mi calvario no había acabado y allí, y que mi suerte aún seguía amenazándome con una presencia más, y por lo tanto, la menos agradable de ver.
                Unas cuantas personas se perdían entre los ascensoras y las otras desaparecían tras un portazo dejando sus rostros en incógnita. Cabizbaja, no me centré en nadie, simplemente quería dar por finalizado aquel día y que toda aquella presión que caía como plomo sobre mí, cediese.
                Finalemente encontré la desdichada ppuerta 273. Rebusqué en mi bolso, notando como el tiempo ćorría en mi contra acortándome el espacio y presionándome. Creí estar alucinando, hasta que oía lo que mi cabeza se había estado imaginando. Sabía que iba a ocurrir.
                Su carcajada perforó mi tímbano. Pero ésta no estaba sola. Una más picaresca, dulce y aguda la compaño entre suaves golpes de traspies, acercándose poco a poco a mi pasillo. El karma, una vez más, se las había mofado conmigo para que su habitación estuviese en la misma planta que la mía.
                Para cuando hallé las llaves, no me dio tiempo de girar el pomo. Noté las carcajadas más cerca, hasta que finalmente estas se perdieron a escasos metros poco a poco. Creí que se habían adentrado ya en una habitación, para cuando su voz me advitirtió de que me estaba observando.
                -¿Kay? -Su voz se unió a sus pasos. Quité por inercia las llaves del paño, y obligándome a mi misma, forcé una sonrisa para mirarle -. ¿Te unes a la fiesta?
 Un ojo suyo me guiñó a tiempo de que mi poca simpatía desapareciese. Analicé a su acompañante, quien se mantenaí cabizbaja por la carga de alcohol y apenas era capaz de sujetarse a sí misma.
                -Sí, claro que sí Danny. ¿A la fiesta de haber quién termina vomitando antes todo ese alcohol?
                -Sabes que te es resistirte a mi, Kay -Su brazo acarició el hombro de su amiga -. ¿Qué haces aquí tan pronto?
                -Intentar dormir, hasta que has venido tú -Suspiré, agoviada -. Ahora, si no te molesta, te dejo con tu fiesta.
                -Veeenga ya, ¿y esas pocas ganas de fiesta? -Se separó de su amiga mientras, tambaleante, se acercó a mi puerta, en aquel momento la abrí e intenté deshacerme de él. Pero su mano bloqueó mi portazo -. ¿No se trata de esto nuestro juego?
                -¿Nuestro juego? -Repetí, frunciendo el ceño indignada.
                -Yo te pongo celosa, tú a mí. Hasta ver quien cae antes.
                Una exclamación aborchonada se escapó de mis labios. El rostro de Danny se frunció, sereno y asustado mientras lograba rodearme de sacarsmo a mi alrededor.
                -¿Y ese juego tuyo cómo va? ¿Traerte a una desconocida noche sí, noche también? ¿Y tener que hacer como si no me importase nada? ¿Eso es?
                -Pero... Kay... -La realidad pareció darle una bofetada, dejándolo sin palabras -. Tú también tienes algo con Dylan...
                -Yo no tengo nada con él. Todo te lo has montado a tu medida. Dylan lo único que ha hecho es comportarse como un caballero mientras tú te tomabas esto como un vulgar juego de sentimientos.
                Sus ojos centellaron en el reflejo de la lampara de cristales. Obligé a mi enfado a no ablandirse ante aquel revuelco en mi corazón.
                -Yo, Kay...
                -Nada, Danny. Ya está hecho.
                -¿Nos vamos ya, Daniel? -Carcajeó la rubia a su espalda. Sus brazos le abrazaron por detras, acariciando sus bíceps con suavidad. Pero para mi sorpresa, los brazos de Danny se deshicieron de los suyos.
                -Como te llames -La llamó-. Coge un taxi y ve a casa. Vas lo bastante borracha como para no ser consciente de lo que dices. Ten dinero si hace falta...
                -No voy a estropearte tu dicha fiesta, Danny -Carcajeé con despecho -. Que no te corte el rollo.
                -Tú no me cortas el rollo, Kay. Solo... -Intentó decir, pero sus palabras callaron al intervenir una cuarta voz.
                -¿Ocurre algo?
                Bastó solo un segundo para vislumbrar la contracción de Danny y la figura de Dylan acercarse sin disimulo a nosotros. La rubia, detrás suya tambaleó amenazando su equilibrio. El dinero volvió a desfilar por su mirada, pero esta vez lo aceptó sin rechistar y se dio media vuelta.
                -Hasta luego.
                -¿Has tenido que llegar a este extremo de desesperación, Daniel? -Bromeó desafiante Dylan. Los músculos de Danny se convulsionaron,furibundos y su mirada de alerta me encontró.
                Seguía aún ebrio. Su mirada se oscurecía entre unas suaves ojeras y sus ojos dilatados y rabiosos desafiaban el azul grisáceo con el verde de Dylan. Parecía luchar por mostrar serenidad y pensar con la cabeza, pero claramente había rastros de alcohol en su comportamiento.
                -Puedes irte, Dylan. -Le dijo con voz temperada.
                -¿No puedo quedarme? Tú mismo hiciste lo igual la otra noche -Una sonrisa buscona le vaciló en sus labios -. Y aquí el que parece molestar eres tú.
                Los ojos de Danny me encontraron, buscando la negación. Suspiré, cabizbaja y pidiendo a la tierra tragarme. Aquel tema ya se me estaba repitiendo bastante, y sabía de la existencia de la repeleción que parecían tenerse ambos.
                -Danny, vete a dormir. Creo que has bebido lo suficiente esta noche -Dije con una suave voz que quería no ser pronunciada.
                -Es buena idea -Añadió Dylan sonriendo victorioso.
                Los ojos de Danny parecieron centellar rabiosos. Sabía que su paciencia se acababa, y la impertinencia de Dylan crecía. Le lanzó una ultima mirada cargada de odio a mi compañero, y sus ojos me volvieron a encontrar dulcemente mientras notaba sus dedos entrelazarse con los míos.
                -Déjame terminar con esto, por favor Kay.
                -En serio, Danny. Lo mejor sería que te marcharas -Interferió Dylan. Su brazo creó distancias entre Danny y yo, noté como sus dedos se resbalaron de mi mano, y como su mandíbula se tensaba sin contenerse.
                Casi como si el tiempo fuese a cámara rápido, observé como el brazo de Danny se deslizó fugaz por delante de mi mirada. Un golpe retumbó a mi lado, presionando mis oídos para ver a el rostro de Dylan girarse por el golpe. Casi al momento, otro golpe hacía Danny le hizo encogerse por el estómago.
                Mi cuerpo reaccionó por instinto. Antes de que otro golpe saliese disparado, cogí el brazo de Danny con ambas manos que se preparaba para golpear de nuevo. Busqué su mirada entre susurros calmados, hasta que noté la fuerza relajarse en su brazo. Sus ojos se sosegaron en los míos y sus resoplidos enmudecieron solo para oír la respiración entrecortada de Dylan detrás mía.
                Danny tenía un suave corte sangrante en el labio.
                -Dan, vete a tu habitación. Ya hablaremos en otro momento, ¿de acuerdo? -Le susurré suavemente.
                -Kay, aparta y déjame relajarle los humos a este estúpido -La voz de Dylan me interrumpió. Noté sus manso aferrarme de la cintura para apartarme, pero agarré a Danny con fuerza, interponiéndome.
                -¡Calla, Dylan! Siendo alguien más maduro y yendo sobrio deberías saber comportante, ¿no'? -Mi mirada atravesó la de Dylan, desafiante -. No te subestimaba tanto.
                Me giré hacía Dany con ímpetu a tiempo de encontrar su mirada en un cruce desafiante entre Dylan. Baje su barbilla hasta mi altura para captar su atención, y rogándoselo con los ojos, le pedí:
                -Vete.
                Sus ojos parecieron hablarme callados. Con una última mirada, asintió suavemente y callado, dio media vuelta y se marchó. Empujé rabiosa a Dylan, mientras este se impactaba por mi actitud, y entre empujones, abrí la entrecerrada puerta de mi habitación.
                -¡Iba borracho! ¿Sabes qué le has hecho daño? ¡Os creía a ambos más maduros, sinceramente!
                Su mandíbula se tensó, cargada de rabia. Le miré desafiante, mientras las sombras de la habitación oscurecían su figura. Pero cuando esperé su respuesta y reacción enfadadas, el tiempo circuló a gran velocidad por delante de mis ojos: sus brazos rodearon mi espalda con fuerza, atrayéndome a él, y sin poder reaccionar, sus labios presionaron los míos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Capítulo 71: Es fácil ignorar lo correcto, y difícil seguir asimilando la realidad.

Los comentarios están abiertos:_


                Nottingham y sus conciertos llegaron antes de lo que hubiese deseado. El tiempo parecía correr en mi contra, taladrándome la cabeza con el mismo problema, de la misma persona: Danny. Pero a cambio, notaba como Dylan se aproximaba más y más. No tenía más que Micaela como oídos en los que desahogarme y ciertas miradas aterciopeladas de Tom que lograban tranquilizarme.
                El cansancio de cada concierto parecía traer consigo las ganas de fiestas. Danny y Dougie eran los primeros en desaparecer del hotel en busca de la música más atrayente. Por inercia, los demás les seguíamos. Pufs ambientados, con apenas espacio por el gentío pero sobre todo, con mucho ambiente eran los lugares más frecuentes. No podría decir que me desagradase, pero entre el calvario y mi tenue superstición de que aquello no traería consigo algo muy bueno, terminó por caer la última gota que vertería el vaso.

-

                Un espacio aún existía en la sala decorada abstractamente, mientras, junto a Micaela y Lara, nos apresuramos a correr hacía los sillones aterciopelados de cuero. Era pronto. Algunos borrachos ya caían por el suelo, y chicas tímidas que se escondía en las esquinas oscuras carecían de alcohol en su cuerpo aún. Pero no tardaría aquello en cambiar.
                -Estaré esta noche con James –Me dijo Micaela, mirándome vacilante -. Y creo que Lara estará el mayor tiempo con Dougie. ¿Qué harás tú?
                Las miré intentando encontrar doble sentido a la frase. Estaban avisándome de que correría el riesgo de quedarme en una esquina sola y lóbrega, bien a ellas, con sus parejas, felices y yendo a bailar. Suspiré, sonriendo casi forzadamente mientras me encogía de hombros.
                -Supongo que estaré con Matt o Dylan.
                -¿Por qué no te acercas un poco más a Danny? –Fruncí el ceño -. Está esperando que actúes.
                -Porque termina por los suelos cuando me he dado cuenta –Carcajeé. No era por eso; era por inseguridad. Tal vez de arriesgar o perder, o no saber lo que realmente quiero -. En estos momentos, no.
                -¿Y por qué no te anticipas antes de que empiece a tragar? –La voz pícara y aguda de Dougie me sobresaltó en mi oído. Nos guiñó un ojo mientras se sentaba a mi lado, rodeándome del cuello con ímpetu -. Pero tienes que hacerlo deprisa. Danny se emborracha en un abrir y cerrar de ojos.
                Le miré impasible. No sabía lo que sabía sobre el tema, pero de pronto noté mi privacidad descubierta. Miré a Lara, quien se cogió de hombros de forma natural sin saber cómo lo sabía.
                -¿Qué sabes sobre esto?
                -¿De verdad crees que no íbamos a notar algo así en Danny? –Rió -. Danny siempre se ha fijado en todas las chicas. Cuando cambia y se fija en una sola, en este caso, tú, nos avispamos enseguida.
                -Oh.
                Busqué al guitarrista por la pista. La gente comenzaba a tambalear de por alrededor, sin rumbo, en busca de bebida. No sabía que hacer. Podía notar como las prisas comenzaban a acecharme, como vía conductora mis amigos, y a cambio, yo decidía quedarme quieta. Algo demasiado imponente, pero seguro.
                -Está allá –Dijo de pronto Harry al lado de Dougie -. ¿Buscáis a Danny, no? –Mi mirada nerviosa me acusó -. Está junto a los baños. Pero creo que va lo suficiente inconsciente como para que no sea buen momento de hablarle.
                -¿Por qué? –Pregunté lanzando mi mirada hacía allá.
                -Harry, joder, cállate –La voz de Tom, fue la última en aparecer por detrás.
                Allí, con el miedo de las palabras del dueño del hoyuelo, estaba él, apoyado con un brazo sobre la pared. Delante suya, apoyada en ella, una rubia de cabello corto se oteaba con cierta dificultad. Desvié la mirada lentamente de allí, posándola en Micaela quién no tardó en correspondérmela.   
                Me sentía humillada.
                -¿No tienen dónde ir? –Dije antes de que notara mi voz quebrarse.
                Todas sus miradas parecieron atravesarme visualmente. Sonreí, mientras notaba como mi labio comenzaba a temblar. Aquella presión, no me ayudaba.
                -Voy a pedir algo a la barra con Harry, Lara –Dijo Dougie a su novia. No me hizo faltar ver su mirada para entender lo que quería decir eso.
                El batería y bajista no tardaron en irse. Noté la caricia de Tom en mi hombro, sosiega y tranquilizadora, y respetando mi petición, se alejó junto a su novia. La mirada de Lara y Mic me atravesaron, calladas, creando un silencio inescrutable que amenazaba con ser destruido por mi llanto.
                -Estoy bien.
                -Y detrás de eso, hay dolor –Suspiró Lara, levantándose y sentándose a mi lado -. Me quedo hoy aquí contigo.
                Noté como mi cara ardía. No, aquella atención y conmiseración no.
                -No quiero que os quedéis. Marcharos, en serio –Una mirada de negación me contradijo -. ¡Hablo enserio! Me da igual lo que haya visto. No es nada nuevo, no es algo que no me esperase… en el fondo le conocemos.
                -No eres de piedra, Kay. Yo misma, que debería de importarme una mierda el tema, noto como si me hubiesen hecho esto a mi –Me dijo Micaela, estirándome su mano para entrelazarla con la mía -. Y este calvario ya está durando lo suficiente.
                -¿Sabes qué debes de hacer? –Preguntó Lara, titubeante a mi lado.
                No era una incitación. Era una pregunta, con respuesta, pero motivos de contradicción. No quería asumir la realidad, a pesar  de querer alejarme de ella.
                -Ojalá no lo supiera –Dije tajante, mientras mis ojos otearon improvistamente los verdes de Dylan sobre otro sofá. Su ceño se frunció nada más me encontró.

domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 70 - Tuya es la decisión


                La mirada de Danny se atravesó intranquila y nerviosa. Le sonreí con soberbia, mientras el silencio de la espera parecía alargarse.
                -Georgia quiere un motivo de la ruptura –Dije secamente -. El por qué, y también el otro por qué de no arreglarlo y volver juntos.
                La sonrisa de Danny voló de su rostro cuando terminé de hablar. Su entrecejo se frunció, incrédulo de lo que creía mientras una sonrisa sarcástica se asomaba por su labios, anonadada de lo que decía.
                -¿Es esto lo que me tenías que decir?
                -Sí.
                -Dios, Kay –Carcajeó -. Creo que esa respuesta la saben todos. No hace falta que la responda.
                -Georgia está mal… entiéndela. Quiere un por qué justificado, Danny. No seas tan frívolo con ella cuando no ha hecho nada.
                -¿Estás incitándome a volver con ella? –Cuestionó con atención -. ¿Estás queriéndome decir eso?
                Fruncí el ceño. Sabía que mi respuesta era un no, pero no quería desvelársela a él. Caería de nuevo en su trampa, y en aquel momento, jugábamos a un quien puede más.
                -Porque si no te importa, si no te resulta molesto que vaya y le pide matrimonio de nuevo, lo hago. Te juro que lo hago –Dijo, dando un paso más lejos de mí. Noté como mi corazón golpeó mi pecho, con miedo a que aquello se le escapara de las manos.
                -Danny, eso es lo que te estoy preguntando.
                -Ya lo sé –Suspiró -. Tu misma sabes porque terminé lo mío con ella –Bufó -. Regresas como si nada, y apareces. Si, me entró miedo, y actué pero luego volví a caer en el miedo. Corté con ella por ti, pero ahí me he quedado. Y así estoy. ¿Y ahora me estás pidiendo que regrese con ella?
                Sonreí sin poder remediarlo. Su ceño se frunció furibundo, malinterpretando mi gesto mientras veía su cara oscurecerse, sombría.
                -¿Y  esa amiga tuya? ¿Se supone que te quedas ahí, y tomas otro camino? –Carcajeé irónica- . Eso no es lo mas conveniente, Dan.
                -¿Y que ocurre con Dylan? ¿Qué crees que siento cuando te veo con él? Soy celoso, Kay. Vengativo, incluso. Pero no hay forma de ponerte ni lo más mínimo celosa de lo que llego a estarlo cuando te veo siquiera mirándole.
                -¿Y por qué ahora? ¿Por qué no actuaste hace unos meses, o unas semanas? ¿Por qué cuando decido ignorarte?
                -Pues porque soy imbécil, Kay. Estropeo lo mejor que tengo, y lo estoy haciendo contigo –Se encogió de hombros y dejó caer sus brazos como plomo en sus caderas -. Pero aquí te lo digo. Sabes el por qué, sabes a que estoy jugando. Ahora es cosa tuya lo que hagas.
                Sus ojos esperaron mi respuesta. Intentaba ver el mínimo indicio de que fuese una tomadura de pena, pero sus ojos desvelaban la verdad. Miré a mi alrededor, notando como todo el salón se encogía, presionándome y alterándome.
                -Te la tengo que robar –Oí la voz de Micaela en mi oído. Su mano agarró la mía,  mientras Danny asentía con una sonrisa y dedicándome la última mirada penetradora, dejé que Micaela me arrastrara en silencio.
                Estaba de muy buen humor; algo le habría ocurrido. Sus pasos me condujeron hasta el centro de la pista, y en compañía de la multitud, dejó que sus carcajadas se ahogaran entre el bullicio y la música. Su mirada escudriñó nuestro rincón, asegurando la privacidad, y cuando terminó, un grito perforó mi oído. Empezó a dar saltos delante de mía, y sus brazos no tardaron en rodear mi cuello.
                -¿Qué ocurre, Mic? –Le pregunté agarrándola por los costados -. ¿Qué ha pasado?
                -¡Me vas a matar por no contártelo! –Gritó, intentando respirar profundamente -. ¡Yo me mataría! Pero creía estar alucinando… ya sabes, soy muy voluble.
                -¿Sobre qué? –Me impaciente, sonriendo con antelación.
                Una pícara sonrisa se escapó por las comisuras de sus labios. Noté como sus ojos brillaban emocionados, y sus mejillas se sonrojaron tenuemente.
                -Creo que tengo algo con James.
                Una sonrisa pareció contestar por mí. No pensé, no opiné ni siquiera intenté dar mi visto sobre aquello. Ya lo sospechaba, por parte de los dos, y simplemente por verla feliz, mis brazos la embriagaron con un abrazo.
                -Me alegro muchísimo, ¡enserio! –Carcajeé en su oído -. No te culpo; puede ocurrirme lo mismo… -Zarandeé tenuemente la cabeza. Lo mío podía esperar -. ¿Y cómo? ¿Ahora? ¿Qué te ha dicho?
                Sin insistir, comenzó a relatar ansiosa su anécdota. A cada palabra, la sonrisa aumentaba. Podía notar como su felicidad no le cabía en el cuerpo, y miradas evasivas se escapaban donde debía encontrarse él; junto a los demás.
                Para cuando terminó de contarme lo ocurrido, la emoción le entrecortaba la respiración.
                -Es… inimaginable. En un principio creí que James era tuyo, pero… no lo sé.
                -James nunca ha sido mío –Carcajeé sorprendida -. Hemos sido buenos amigos, como tú y yo, nada más. Y me alegro de corazón que hayáis terminado juntos. Era algo inimaginable, pero perfecto.
                -Muchísimas gracias, Mic –Dijo con un sollozo ahogándola. Su brazos calentaron mi espalda en otro abrazo, y noté como su respiración se calmaba en mí hombro -. ¿Y ahora qué ha ocurrido con Danny? ¿Qué te ha dicho?
                Sus ojos cambiaron de tema, satisfecho y atentos para escuchar. Suspiré mohína, dejando escapar mi estrés acumulado, y esta vez yo lanzando miradas evasivas a la posición de los demás, le conté las antañas palabras esperando futuras palabras.
__________________________________________________________________________
Aaaaaaaaaaaaah. siento mucho no haber actualizado, pero digamos que me he tomado un descanso demasiado liberado... pero pienso terminar pronto el fic. ¡Me está estresando! :) Aquí tenéis uno ya algo definitivo, y si puede ser, mañana o pasado actualizo otro.
Por cierto. Quería liberar tensiones aquí para decir que he quedado tercera en Valencia en un, digamos, "concurso" de varios colegios en redacciones sobre la vida vivida de ancianos de residencia. Algo como escuchar toda la vida y momentos de un anciano asilado en una residencia, y luego tener que hacer como un diario o gran anécdota de su vida.
¡Tercera en toda Valencia! ^^ Por fin algo de reconocimiento.
Graaaaaaaaaaaaaaaacias a todos los lectores.

lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 69 - Revuelco de sombras


                Con destellos seguidos, la discoteca oscurecía y volvía a alumbrar en una milésima de segundo. La música retumbaba como tambores en mis oídos, y un fino chirrido me ensordecía. Seguí entre la gran multitud a Giovanna, quién parecía saber dónde se encontrarían los chicos.
                Aquella misma noche, habíamos quedado todos de acuerdo en tomarnos una pequeña fiesta durante el tour. No era que me desilusionase la idea, pero con mis pensamientos ambiguos rondando por mi cabeza, prefería alejarme de música que rallara aún más mi cabeza.
                Noté un suave brazo atraparme de entre la multitud de personas borrachas, drogadas o simplemente locas. Mis ojos se tomaron con los verdosos de Dylan, mientras una sonrisa suya se embozaba, dedicada a mí pero saturada de estrés.
                -Dime que sabes dónde se dirigen –Dijo casi de imploro.
                -Giovanna parece que sabe dónde va –Le sonreí. Su mano atrapó la mía, entrelazada, y comencé a llevarme entre la multitud.
                Poco a poco, el gentío se fue disipando. La barra, luminosa y abarrotada de jóvenes en los taburetes descansaba. El ruido de las botellas agitarse y de las risas sobre temas de cotilleo sustituyeron al bullicio ensordecedor.
                La figura de Harry se alzaba cerca de la barra. Un brazo suyo rodeaba a Izzy, quién miraba su rostro con una sonrisa ensimismada en sus labios. Aquella escena me enterneció, al igual que encendió. Hermosamente odiables.
                Tom se levantó de uno de los sofás que se apilaban en línea. Casi corrió hasta el reencuentro de su novia, y con un abrazo acompañado de un beso, la saludó entre círculos suspendidos en el aire. Lograban darle una intensidad a la relación cada día, que resultaba envidiable.
                -¿Quieres una copa? –Susurró de nuevo Dylan, con la impertinencia de acercar sus labios demasiado a mis oídos.
                -¿Pretendes emborracharme?
                -¿Se nota mucho mis intenciones? –Bromeó. Una sonrisa aflojó en su garganta -. Simplemente quiero traerte una copa. Tal vez acompañada de algún decoro que mejore la presentación.
                -Bueno, está bien –Sonreí mientras le daba un momento la espalda a los demás -. Vodka azul con lima.
                -¿No es demasiado ligero?
                -No pretendo que me emborraches.
                Una sonrisa volvió a asomarse en sus comisuras. Su cabello rubió se removió al ladear su cuerpo, mientras su figura erguida fue desapareciendo de nuevo entre la cantidad de multitud que apilaba en la barra. Di media vuelta, acercándome a los demás.
                Micaela se había sentado en uno de los sofás. Parecía conversar abiertamente con James, quién la escuchaba embozando una sonrisa y rodeándola de un brazo. Charlie, a su lado, jugueteaba callado con su pajita ya usada de su copa vacía. Parecía no tener permiso de unirse a la conversación.
                Un poco más lejos, Danny descansaba en uno de los sofás. Compartido únicamente por una morena desconocida, parecía absorto pero sin conocimiento en lo que ésta le decía. Noté mi pecho arder, mientras mis ojos y sentidos analizaban a aquella muchacha. Veinte y pocos, pantalones cortos y camiseta escotada. Mi cabeza le asignó su respectivo adjetivo, mientras me obligaba a apartar la mirada de todos ellos.
                Dylan me sorprendió detrás de mí. Una sonrisa volvía a saludarme. Alzó mi copa azulada, con una rodaja de limón suspendida en uno de los bordes. Acercó la pajita a mi boca, mientras me permitía darle un sorbo.
                Tenía buen saber. Muy buen sabor.
                -Gracias –Le dije apoderándome de ella -. Un trajo de esto no me vendría mal ahora.
                -¿James y Mic se traen algo? –Dijo de pronto. Su ceño se frunció en mi espalda, pero no me volteé. Me encogí de hombros, dando otro sorbo -. James parece estar muy apegado a ella.
                -He notado algo, pero Micaela aún no me ha contado nada -Le guiñé un ojo -. Te mantendré informada si me entero de algo.
                Una carcajada volvió a salir aflote. Sus ojos se desviaron a la pista de baile, dónde todos se amontonaban. La música tentaba en salir, pero mi pensamiento comenzó a crearse sus historias. No quería salir, y deseaba que Dylan no me pidiese hacerlo. Sinó, un no sería difícil de pronunciar.
                -¿Quieres bailar? –Dijo ignorando mis peticiones silenciosas.
                Cerré los ojos lentamente. Intenté dibujar el no en mi pared negra del cerebro, pero esta se repelía cuando lo intentaba. No quería ser tan egoísta de ignorarle; no quería decir que no ha algo que yo misma quería decir que sí. A fin de cuentas, no quería pasarme  toda la noche sujetando un cubata de vodka azul viendo a los demás divertirse.
                -¡Di que sí! –Oí a mi lado. Ladeé la cabeza, sobresaltada a tiempo de ver a Danny apoderarse de mi pajita y darle un sorbo a mi copa. Sus ojos azules resaltaron desde abajo, en silencio, mientras arrastraba a su compañera hacía la música -. Natasia y yo vamos ahora allí.
                Mis ojos se arrastraron hacía los color miel de Natasia. Una sonrisa pícara parecía analizarme, al igual que yo a ella. Noté mi cara arder furiosa. Estaba furiosa, y no quería estarlo. “Te ignora. Querías eso, Kay”, me dije. Pero yo misma me desmentí.
                Días atrás había insistido en no dejarme a solas con Dylan. Hoy, acompañada de una chica de malas pintas, me incitaba a hacer lo contrario. Podía oír a mi corazón gritar furibundo, queriéndolo ahogar.
                Pero reprimí una sonrisa mientras él me la devolvía con soberbia.
                -¿No te parece mala idea irte a bailar con…? –Fruncí el ceño, ironizando -. ¿Natasia, se llamaba?
                Su sonrisa desapareció y su ceño de frunció. Su paso se detuvo cerca de nosotros, mientras ampliaba mi sonrisa.
                -¿Mala idea? –Repitió, incitándome a seguir.
                -Creo que tengo que hablar de algo serio contigo, Dan –Quise pedir. Su sonrisa reapareció sinuosa, mientras notaba su enmarañada confusión a mi alrededor -. Nada en especial.
                Pareció ignorar mis últimas palabras. Su mano se soltó de Natasia, sus ojos se encontraron medio segundos con los de Dylan, quién parecía tan absorto en la confusión del tema que no se percató de las intenciones de Danny. Su mano encontró la mía, azorándome, mientras comenzaba a arrastrarme lejos de todo el mundo.
                -Un segundo.  Hablemos ahora –Dijo para nuestros acompañantes.
                Me dejé arrrastrar en silencio sin mirar atrás. Sonreí maliciosamente, mientras veía sus prisas en saber del tema aquel. Sus pasos se pararon en compañía de los míos, en el revuelco de sombras en la esquina más apartada. Su cuerpo dio media vuelta, situándose delante de mí mientras sus ojos me observaron con firmeza, serenos.
                Sus pecas adornaban su rostro con cierto aspecto lóbrego, resaltando el azul grisáceo.
                -¿Celosa? –Cuestionó. Una sonrisa de lado afloró con picardía.
                Sonreí superando la suya. Bien se equivocaba; bien acababa de revelar su aún atención por mí.

domingo, 5 de mayo de 2013

Capítulo 68 - Culpable


                Los chicos desaparecieron en compañía de la luz. La oscuridad reinó en todo el concierto, y el último solo de guitarra retumbó en el estadio. Un griterío emocionado e incontrolable desgarró el aire a su alrededor.
                Me mantuve cerca de Micaela. Ella ya parecía tener claro donde dirigirse, por lo que únicamente me dejé llevar. Los pasillos volvieron, y el griterío a lo lejos fue desapareciendo poco a poco. Podía notar las prisas en las voces de las chicas, las cuales parecían saber que ocurría.
                -¿Dónde vamos? –Me aventuré a preguntar.
                -Nos vamos antes de que todas las fans se amontonen y les resulte muy difícil salir –Me contestó Izzy -. Hay que ser rápidos. O si nos te quedas sin salir.
                Me aventuré a callar. Las luces del exterior me cegaron cuando abrieron una de las cientos de puertas, y de nuevo un griterío a lo lejos se extendió. Vislumbré a lo lejos como algunas fans ya esperaban el autobús en la puerta de salida, pero nada se había cargado.
                -Vamos chicas. Ahora hay pocas fans –Gritó Tom, empujándonos hacía uno de los dos autobuses.
                Miré a la puerta. Habrían al menos treinta chicas gritando como locas al observarles. Pocas fans…


                Me senté en uno de los asientos, observando la carretera pasar a gran velocidad a través del cristal. El vaho nublaba mi vista, y el frío parecía traspasar el cristal hasta filtrarse en mis huesos.
                A lo lejos, las  risas de Mic y James se perdían en el autobús. Les había dejado intimidad a ambos, y mirar a través de una ventana resultaba más tentador por el sosiego que unirme a los demás para ver la televisión.
                -Kay -Oí delante de mí.
                Aparté mis pensamientos para encontrarme con uno de mis miedos. Georgia se había acercado hasta mí, y una sonrisa tímida se perdía en su mejilla.
                -Geo –Le saludé.
                Su delgada y liviana figura se sentó delante de mí. Aparté mi pierna, observándola mientras ella parecía pensar en el tema de conversación. Había pasado la primera prueba; parecía que Georgia no sospechaba nada.
                -¿Ocurre algo? –Le pregunté con dulce voz.
                -Quería darte las gracias –Alzó su azulada mirada mientras mi cara adoptaba una mueca de miedo -. Me has tratado genial, y eres una buena persona. Has sido justa conmigo, y aunque no tengamos una gran amistad, quería darte las gracias por estar ahí, Kay.
                La miré horrorizada. No sabía a qué venía aquello, pero aquellas palabras de una gratitud que no me merecía ni en kilómetros me perforaban el pecho.    
                -No tienes por qué darme las gracias.
                -Sí, claro que debo –Insistió. Sus ojos se profundizaron, ruborizándose mientras apartaba la mirada de mí -. Pero es que quería pedirte un favor más. No sé a quién recurrir sin que me rechace.
                Fruncí el ceño. Lo que sea que fuese aquello, me erizó la piel de antelación.
                -¿El qué?
                -Habla con Danny –Dijo, casi de imploro -. Quiero recuperarle, despertarme de este mal sueño. No sé porqué cortó conmigo… estábamos bien. Si no puedo recuperarle, quiero saber que hice al menos mal.
                La garganta se me secó. Noté la cara arderme ante la situación, y las palabras no lograron fluirme con avidez.
                -¿No lo haría mejor Tom o Harry esto, antes que yo?
                -Tom o Harry me dirían que es asunto mío y de Danny. Ya se lo he propuesto a Tom, y su respuesta ha sido clara: “No puedo inmiscuirme en una relación ajena y sonsacarle algo a Danny que no me quiere decir”.
                -Pero, Georgia –Intenté escabullirme de aquel favor -. Si no se lo dice a Tom, ¿por qué ha de hacerme caso a mí?
                -Te llevas bien con él –Se encogió de hombros -. Siempre ha hablado muy bien de ti. Y si no se lo ha dicho a nadie, en el fondo, necesita a alguien que le escuche. Conozco a Danny; puede ser muy frívolo, pero necesita a alguien a su lado.
                Los ojos comenzaron a arderme. Aquel favor no lo quería hacer. Creía conocer la respuesta, y me veía incapaz de decirle la verdad o mentirle a Georgia. Confiaba en mí, y yo, de antaño, le había fallado. Podía oír a mi cabeza insultándome a gritos dentro de mí.
                -¿Entonces…? –Su labio tembló, nervioso -. ¿Podrás hacerlo?
                Intenté formular la palabra “no”. Pero era incapaz. Ya había sido demasiado egoísta, le había fallado cuando ella confiaba en mí. Un “sí” era un contestación egoísta y descarada, pero me daba tanto miedo y vergüenza fallarle en aquel mínimo favor, que no pude repelerme.
                -Está bien.