El bullicio y carcajadas se
perdían en mi espalda, dando la vuelta a la esquina. Había
dejado a Lara y Micaela con sus parejas, liberándolas de
toda responsabilidad mía. Me sentía una carga para ellas, y es que, lo peor era
que podía notar esa misma carga presionando sobre mí si no tenía a nadie a mi
lado.
Las prisas me carcomían poco a poco. EL papel rosa de la pared lograba perderse entre el pasillo, haciendo el momento pegajoso para mi gusto. Sabía que mi calvario no había acabado y allí, y que mi suerte aún seguía amenazándome con una presencia más, y por lo tanto, la menos agradable de ver.
Unas cuantas personas se perdían entre los ascensoras y las otras desaparecían tras un portazo dejando sus rostros en incógnita. Cabizbaja, no me centré en nadie, simplemente quería dar por finalizado aquel día y que toda aquella presión que caía como plomo sobre mí, cediese.
Finalemente encontré la desdichada ppuerta 273. Rebusqué en mi bolso, notando como el tiempo ćorría en mi contra acortándome el espacio y presionándome. Creí estar alucinando, hasta que oía lo que mi cabeza se había estado imaginando. Sabía que iba a ocurrir.
Su carcajada perforó mi tímbano. Pero ésta no estaba sola. Una más picaresca, dulce y aguda la compaño entre suaves golpes de traspies, acercándose poco a poco a mi pasillo. El karma, una vez más, se las había mofado conmigo para que su habitación estuviese en la misma planta que la mía.
Para cuando hallé las llaves, no me dio tiempo de girar el pomo. Noté las carcajadas más cerca, hasta que finalmente estas se perdieron a escasos metros poco a poco. Creí que se habían adentrado ya en una habitación, para cuando su voz me advitirtió de que me estaba observando.
-¿Kay? -Su voz se unió a sus pasos. Quité por inercia las llaves del paño, y obligándome a mi misma, forcé una sonrisa para mirarle -. ¿Te unes a la fiesta?
Un ojo suyo me guiñó a tiempo de que mi poca simpatía desapareciese. Analicé a su acompañante, quien se mantenaí cabizbaja por la carga de alcohol y apenas era capaz de sujetarse a sí misma.
-Sí, claro que sí Danny. ¿A la fiesta de haber quién termina vomitando antes todo ese alcohol?
-Sabes que te es resistirte a mi, Kay -Su brazo acarició el hombro de su amiga -. ¿Qué haces aquí tan pronto?
-Intentar dormir, hasta que has venido tú -Suspiré, agoviada -. Ahora, si no te molesta, te dejo con tu fiesta.
-Veeenga ya, ¿y esas pocas ganas de fiesta? -Se separó de su amiga mientras, tambaleante, se acercó a mi puerta, en aquel momento la abrí e intenté deshacerme de él. Pero su mano bloqueó mi portazo -. ¿No se trata de esto nuestro juego?
-¿Nuestro juego? -Repetí, frunciendo el ceño indignada.
-Yo te pongo celosa, tú a mí. Hasta ver quien cae antes.
Una exclamación aborchonada se escapó de mis labios. El rostro de Danny se frunció, sereno y asustado mientras lograba rodearme de sacarsmo a mi alrededor.
-¿Y ese juego tuyo cómo va? ¿Traerte a una desconocida noche sí, noche también? ¿Y tener que hacer como si no me importase nada? ¿Eso es?
-Pero... Kay... -La realidad pareció darle una bofetada, dejándolo sin palabras -. Tú también tienes algo con Dylan...
-Yo no tengo nada con él. Todo te lo has montado a tu medida. Dylan lo único que ha hecho es comportarse como un caballero mientras tú te tomabas esto como un vulgar juego de sentimientos.
Sus ojos centellaron en el reflejo de la lampara de cristales. Obligé a mi enfado a no ablandirse ante aquel revuelco en mi corazón.
-Yo, Kay...
-Nada, Danny. Ya está hecho.
-¿Nos vamos ya, Daniel? -Carcajeó la rubia a su espalda. Sus brazos le abrazaron por detras, acariciando sus bíceps con suavidad. Pero para mi sorpresa, los brazos de Danny se deshicieron de los suyos.
-Como te llames -La llamó-. Coge un taxi y ve a casa. Vas lo bastante borracha como para no ser consciente de lo que dices. Ten dinero si hace falta...
-No voy a estropearte tu dicha fiesta, Danny -Carcajeé con despecho -. Que no te corte el rollo.
-Tú no me cortas el rollo, Kay. Solo... -Intentó decir, pero sus palabras callaron al intervenir una cuarta voz.
-¿Ocurre algo?
Bastó solo un segundo para vislumbrar la contracción de Danny y la figura de Dylan acercarse sin disimulo a nosotros. La rubia, detrás suya tambaleó amenazando su equilibrio. El dinero volvió a desfilar por su mirada, pero esta vez lo aceptó sin rechistar y se dio media vuelta.
-Hasta luego.
-¿Has tenido que llegar a este extremo de desesperación, Daniel? -Bromeó desafiante Dylan. Los músculos de Danny se convulsionaron,furibundos y su mirada de alerta me encontró.
Seguía aún ebrio. Su mirada se oscurecía entre unas suaves ojeras y sus ojos dilatados y rabiosos desafiaban el azul grisáceo con el verde de Dylan. Parecía luchar por mostrar serenidad y pensar con la cabeza, pero claramente había rastros de alcohol en su comportamiento.
-Puedes irte, Dylan. -Le dijo con voz temperada.
-¿No puedo quedarme? Tú mismo hiciste lo igual la otra noche -Una sonrisa buscona le vaciló en sus labios -. Y aquí el que parece molestar eres tú.
Los ojos de Danny me encontraron, buscando la negación. Suspiré, cabizbaja y pidiendo a la tierra tragarme. Aquel tema ya se me estaba repitiendo bastante, y sabía de la existencia de la repeleción que parecían tenerse ambos.
-Danny, vete a dormir. Creo que has bebido lo suficiente esta noche -Dije con una suave voz que quería no ser pronunciada.
-Es buena idea -Añadió Dylan sonriendo victorioso.
Los ojos de Danny parecieron centellar rabiosos. Sabía que su paciencia se acababa, y la impertinencia de Dylan crecía. Le lanzó una ultima mirada cargada de odio a mi compañero, y sus ojos me volvieron a encontrar dulcemente mientras notaba sus dedos entrelazarse con los míos.
-Déjame terminar con esto, por favor Kay.
-En serio, Danny. Lo mejor sería que te marcharas -Interferió Dylan. Su brazo creó distancias entre Danny y yo, noté como sus dedos se resbalaron de mi mano, y como su mandíbula se tensaba sin contenerse.
Casi como si el tiempo fuese a cámara rápido, observé como el brazo de Danny se deslizó fugaz por delante de mi mirada. Un golpe retumbó a mi lado, presionando mis oídos para ver a el rostro de Dylan girarse por el golpe. Casi al momento, otro golpe hacía Danny le hizo encogerse por el estómago.
Mi cuerpo reaccionó por instinto. Antes de que otro golpe saliese disparado, cogí el brazo de Danny con ambas manos que se preparaba para golpear de nuevo. Busqué su mirada entre susurros calmados, hasta que noté la fuerza relajarse en su brazo. Sus ojos se sosegaron en los míos y sus resoplidos enmudecieron solo para oír la respiración entrecortada de Dylan detrás mía.
Danny tenía un suave corte sangrante en el labio.
-Dan, vete a tu habitación. Ya hablaremos en otro momento, ¿de acuerdo? -Le susurré suavemente.
-Kay, aparta y déjame relajarle los humos a este estúpido -La voz de Dylan me interrumpió. Noté sus manso aferrarme de la cintura para apartarme, pero agarré a Danny con fuerza, interponiéndome.
-¡Calla, Dylan! Siendo alguien más maduro y yendo sobrio deberías saber comportante, ¿no'? -Mi mirada atravesó la de Dylan, desafiante -. No te subestimaba tanto.
Me giré hacía Dany con ímpetu a tiempo de encontrar su mirada en un cruce desafiante entre Dylan. Baje su barbilla hasta mi altura para captar su atención, y rogándoselo con los ojos, le pedí:
-Vete.
Sus ojos parecieron hablarme callados. Con una última mirada, asintió suavemente y callado, dio media vuelta y se marchó. Empujé rabiosa a Dylan, mientras este se impactaba por mi actitud, y entre empujones, abrí la entrecerrada puerta de mi habitación.
-¡Iba borracho! ¿Sabes qué le has hecho daño? ¡Os creía a ambos más maduros, sinceramente!
Su mandíbula se tensó, cargada de rabia. Le miré desafiante, mientras las sombras de la habitación oscurecían su figura. Pero cuando esperé su respuesta y reacción enfadadas, el tiempo circuló a gran velocidad por delante de mis ojos: sus brazos rodearon mi espalda con fuerza, atrayéndome a él, y sin poder reaccionar, sus labios presionaron los míos.
Las prisas me carcomían poco a poco. EL papel rosa de la pared lograba perderse entre el pasillo, haciendo el momento pegajoso para mi gusto. Sabía que mi calvario no había acabado y allí, y que mi suerte aún seguía amenazándome con una presencia más, y por lo tanto, la menos agradable de ver.
Unas cuantas personas se perdían entre los ascensoras y las otras desaparecían tras un portazo dejando sus rostros en incógnita. Cabizbaja, no me centré en nadie, simplemente quería dar por finalizado aquel día y que toda aquella presión que caía como plomo sobre mí, cediese.
Finalemente encontré la desdichada ppuerta 273. Rebusqué en mi bolso, notando como el tiempo ćorría en mi contra acortándome el espacio y presionándome. Creí estar alucinando, hasta que oía lo que mi cabeza se había estado imaginando. Sabía que iba a ocurrir.
Su carcajada perforó mi tímbano. Pero ésta no estaba sola. Una más picaresca, dulce y aguda la compaño entre suaves golpes de traspies, acercándose poco a poco a mi pasillo. El karma, una vez más, se las había mofado conmigo para que su habitación estuviese en la misma planta que la mía.
Para cuando hallé las llaves, no me dio tiempo de girar el pomo. Noté las carcajadas más cerca, hasta que finalmente estas se perdieron a escasos metros poco a poco. Creí que se habían adentrado ya en una habitación, para cuando su voz me advitirtió de que me estaba observando.
-¿Kay? -Su voz se unió a sus pasos. Quité por inercia las llaves del paño, y obligándome a mi misma, forcé una sonrisa para mirarle -. ¿Te unes a la fiesta?
Un ojo suyo me guiñó a tiempo de que mi poca simpatía desapareciese. Analicé a su acompañante, quien se mantenaí cabizbaja por la carga de alcohol y apenas era capaz de sujetarse a sí misma.
-Sí, claro que sí Danny. ¿A la fiesta de haber quién termina vomitando antes todo ese alcohol?
-Sabes que te es resistirte a mi, Kay -Su brazo acarició el hombro de su amiga -. ¿Qué haces aquí tan pronto?
-Intentar dormir, hasta que has venido tú -Suspiré, agoviada -. Ahora, si no te molesta, te dejo con tu fiesta.
-Veeenga ya, ¿y esas pocas ganas de fiesta? -Se separó de su amiga mientras, tambaleante, se acercó a mi puerta, en aquel momento la abrí e intenté deshacerme de él. Pero su mano bloqueó mi portazo -. ¿No se trata de esto nuestro juego?
-¿Nuestro juego? -Repetí, frunciendo el ceño indignada.
-Yo te pongo celosa, tú a mí. Hasta ver quien cae antes.
Una exclamación aborchonada se escapó de mis labios. El rostro de Danny se frunció, sereno y asustado mientras lograba rodearme de sacarsmo a mi alrededor.
-¿Y ese juego tuyo cómo va? ¿Traerte a una desconocida noche sí, noche también? ¿Y tener que hacer como si no me importase nada? ¿Eso es?
-Pero... Kay... -La realidad pareció darle una bofetada, dejándolo sin palabras -. Tú también tienes algo con Dylan...
-Yo no tengo nada con él. Todo te lo has montado a tu medida. Dylan lo único que ha hecho es comportarse como un caballero mientras tú te tomabas esto como un vulgar juego de sentimientos.
Sus ojos centellaron en el reflejo de la lampara de cristales. Obligé a mi enfado a no ablandirse ante aquel revuelco en mi corazón.
-Yo, Kay...
-Nada, Danny. Ya está hecho.
-¿Nos vamos ya, Daniel? -Carcajeó la rubia a su espalda. Sus brazos le abrazaron por detras, acariciando sus bíceps con suavidad. Pero para mi sorpresa, los brazos de Danny se deshicieron de los suyos.
-Como te llames -La llamó-. Coge un taxi y ve a casa. Vas lo bastante borracha como para no ser consciente de lo que dices. Ten dinero si hace falta...
-No voy a estropearte tu dicha fiesta, Danny -Carcajeé con despecho -. Que no te corte el rollo.
-Tú no me cortas el rollo, Kay. Solo... -Intentó decir, pero sus palabras callaron al intervenir una cuarta voz.
-¿Ocurre algo?
Bastó solo un segundo para vislumbrar la contracción de Danny y la figura de Dylan acercarse sin disimulo a nosotros. La rubia, detrás suya tambaleó amenazando su equilibrio. El dinero volvió a desfilar por su mirada, pero esta vez lo aceptó sin rechistar y se dio media vuelta.
-Hasta luego.
-¿Has tenido que llegar a este extremo de desesperación, Daniel? -Bromeó desafiante Dylan. Los músculos de Danny se convulsionaron,furibundos y su mirada de alerta me encontró.
Seguía aún ebrio. Su mirada se oscurecía entre unas suaves ojeras y sus ojos dilatados y rabiosos desafiaban el azul grisáceo con el verde de Dylan. Parecía luchar por mostrar serenidad y pensar con la cabeza, pero claramente había rastros de alcohol en su comportamiento.
-Puedes irte, Dylan. -Le dijo con voz temperada.
-¿No puedo quedarme? Tú mismo hiciste lo igual la otra noche -Una sonrisa buscona le vaciló en sus labios -. Y aquí el que parece molestar eres tú.
Los ojos de Danny me encontraron, buscando la negación. Suspiré, cabizbaja y pidiendo a la tierra tragarme. Aquel tema ya se me estaba repitiendo bastante, y sabía de la existencia de la repeleción que parecían tenerse ambos.
-Danny, vete a dormir. Creo que has bebido lo suficiente esta noche -Dije con una suave voz que quería no ser pronunciada.
-Es buena idea -Añadió Dylan sonriendo victorioso.
Los ojos de Danny parecieron centellar rabiosos. Sabía que su paciencia se acababa, y la impertinencia de Dylan crecía. Le lanzó una ultima mirada cargada de odio a mi compañero, y sus ojos me volvieron a encontrar dulcemente mientras notaba sus dedos entrelazarse con los míos.
-Déjame terminar con esto, por favor Kay.
-En serio, Danny. Lo mejor sería que te marcharas -Interferió Dylan. Su brazo creó distancias entre Danny y yo, noté como sus dedos se resbalaron de mi mano, y como su mandíbula se tensaba sin contenerse.
Casi como si el tiempo fuese a cámara rápido, observé como el brazo de Danny se deslizó fugaz por delante de mi mirada. Un golpe retumbó a mi lado, presionando mis oídos para ver a el rostro de Dylan girarse por el golpe. Casi al momento, otro golpe hacía Danny le hizo encogerse por el estómago.
Mi cuerpo reaccionó por instinto. Antes de que otro golpe saliese disparado, cogí el brazo de Danny con ambas manos que se preparaba para golpear de nuevo. Busqué su mirada entre susurros calmados, hasta que noté la fuerza relajarse en su brazo. Sus ojos se sosegaron en los míos y sus resoplidos enmudecieron solo para oír la respiración entrecortada de Dylan detrás mía.
Danny tenía un suave corte sangrante en el labio.
-Dan, vete a tu habitación. Ya hablaremos en otro momento, ¿de acuerdo? -Le susurré suavemente.
-Kay, aparta y déjame relajarle los humos a este estúpido -La voz de Dylan me interrumpió. Noté sus manso aferrarme de la cintura para apartarme, pero agarré a Danny con fuerza, interponiéndome.
-¡Calla, Dylan! Siendo alguien más maduro y yendo sobrio deberías saber comportante, ¿no'? -Mi mirada atravesó la de Dylan, desafiante -. No te subestimaba tanto.
Me giré hacía Dany con ímpetu a tiempo de encontrar su mirada en un cruce desafiante entre Dylan. Baje su barbilla hasta mi altura para captar su atención, y rogándoselo con los ojos, le pedí:
-Vete.
Sus ojos parecieron hablarme callados. Con una última mirada, asintió suavemente y callado, dio media vuelta y se marchó. Empujé rabiosa a Dylan, mientras este se impactaba por mi actitud, y entre empujones, abrí la entrecerrada puerta de mi habitación.
-¡Iba borracho! ¿Sabes qué le has hecho daño? ¡Os creía a ambos más maduros, sinceramente!
Su mandíbula se tensó, cargada de rabia. Le miré desafiante, mientras las sombras de la habitación oscurecían su figura. Pero cuando esperé su respuesta y reacción enfadadas, el tiempo circuló a gran velocidad por delante de mis ojos: sus brazos rodearon mi espalda con fuerza, atrayéndome a él, y sin poder reaccionar, sus labios presionaron los míos.