domingo, 5 de mayo de 2013

Capítulo 68 - Culpable


                Los chicos desaparecieron en compañía de la luz. La oscuridad reinó en todo el concierto, y el último solo de guitarra retumbó en el estadio. Un griterío emocionado e incontrolable desgarró el aire a su alrededor.
                Me mantuve cerca de Micaela. Ella ya parecía tener claro donde dirigirse, por lo que únicamente me dejé llevar. Los pasillos volvieron, y el griterío a lo lejos fue desapareciendo poco a poco. Podía notar las prisas en las voces de las chicas, las cuales parecían saber que ocurría.
                -¿Dónde vamos? –Me aventuré a preguntar.
                -Nos vamos antes de que todas las fans se amontonen y les resulte muy difícil salir –Me contestó Izzy -. Hay que ser rápidos. O si nos te quedas sin salir.
                Me aventuré a callar. Las luces del exterior me cegaron cuando abrieron una de las cientos de puertas, y de nuevo un griterío a lo lejos se extendió. Vislumbré a lo lejos como algunas fans ya esperaban el autobús en la puerta de salida, pero nada se había cargado.
                -Vamos chicas. Ahora hay pocas fans –Gritó Tom, empujándonos hacía uno de los dos autobuses.
                Miré a la puerta. Habrían al menos treinta chicas gritando como locas al observarles. Pocas fans…


                Me senté en uno de los asientos, observando la carretera pasar a gran velocidad a través del cristal. El vaho nublaba mi vista, y el frío parecía traspasar el cristal hasta filtrarse en mis huesos.
                A lo lejos, las  risas de Mic y James se perdían en el autobús. Les había dejado intimidad a ambos, y mirar a través de una ventana resultaba más tentador por el sosiego que unirme a los demás para ver la televisión.
                -Kay -Oí delante de mí.
                Aparté mis pensamientos para encontrarme con uno de mis miedos. Georgia se había acercado hasta mí, y una sonrisa tímida se perdía en su mejilla.
                -Geo –Le saludé.
                Su delgada y liviana figura se sentó delante de mí. Aparté mi pierna, observándola mientras ella parecía pensar en el tema de conversación. Había pasado la primera prueba; parecía que Georgia no sospechaba nada.
                -¿Ocurre algo? –Le pregunté con dulce voz.
                -Quería darte las gracias –Alzó su azulada mirada mientras mi cara adoptaba una mueca de miedo -. Me has tratado genial, y eres una buena persona. Has sido justa conmigo, y aunque no tengamos una gran amistad, quería darte las gracias por estar ahí, Kay.
                La miré horrorizada. No sabía a qué venía aquello, pero aquellas palabras de una gratitud que no me merecía ni en kilómetros me perforaban el pecho.    
                -No tienes por qué darme las gracias.
                -Sí, claro que debo –Insistió. Sus ojos se profundizaron, ruborizándose mientras apartaba la mirada de mí -. Pero es que quería pedirte un favor más. No sé a quién recurrir sin que me rechace.
                Fruncí el ceño. Lo que sea que fuese aquello, me erizó la piel de antelación.
                -¿El qué?
                -Habla con Danny –Dijo, casi de imploro -. Quiero recuperarle, despertarme de este mal sueño. No sé porqué cortó conmigo… estábamos bien. Si no puedo recuperarle, quiero saber que hice al menos mal.
                La garganta se me secó. Noté la cara arderme ante la situación, y las palabras no lograron fluirme con avidez.
                -¿No lo haría mejor Tom o Harry esto, antes que yo?
                -Tom o Harry me dirían que es asunto mío y de Danny. Ya se lo he propuesto a Tom, y su respuesta ha sido clara: “No puedo inmiscuirme en una relación ajena y sonsacarle algo a Danny que no me quiere decir”.
                -Pero, Georgia –Intenté escabullirme de aquel favor -. Si no se lo dice a Tom, ¿por qué ha de hacerme caso a mí?
                -Te llevas bien con él –Se encogió de hombros -. Siempre ha hablado muy bien de ti. Y si no se lo ha dicho a nadie, en el fondo, necesita a alguien que le escuche. Conozco a Danny; puede ser muy frívolo, pero necesita a alguien a su lado.
                Los ojos comenzaron a arderme. Aquel favor no lo quería hacer. Creía conocer la respuesta, y me veía incapaz de decirle la verdad o mentirle a Georgia. Confiaba en mí, y yo, de antaño, le había fallado. Podía oír a mi cabeza insultándome a gritos dentro de mí.
                -¿Entonces…? –Su labio tembló, nervioso -. ¿Podrás hacerlo?
                Intenté formular la palabra “no”. Pero era incapaz. Ya había sido demasiado egoísta, le había fallado cuando ella confiaba en mí. Un “sí” era un contestación egoísta y descarada, pero me daba tanto miedo y vergüenza fallarle en aquel mínimo favor, que no pude repelerme.
                -Está bien.

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