lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 69 - Revuelco de sombras


                Con destellos seguidos, la discoteca oscurecía y volvía a alumbrar en una milésima de segundo. La música retumbaba como tambores en mis oídos, y un fino chirrido me ensordecía. Seguí entre la gran multitud a Giovanna, quién parecía saber dónde se encontrarían los chicos.
                Aquella misma noche, habíamos quedado todos de acuerdo en tomarnos una pequeña fiesta durante el tour. No era que me desilusionase la idea, pero con mis pensamientos ambiguos rondando por mi cabeza, prefería alejarme de música que rallara aún más mi cabeza.
                Noté un suave brazo atraparme de entre la multitud de personas borrachas, drogadas o simplemente locas. Mis ojos se tomaron con los verdosos de Dylan, mientras una sonrisa suya se embozaba, dedicada a mí pero saturada de estrés.
                -Dime que sabes dónde se dirigen –Dijo casi de imploro.
                -Giovanna parece que sabe dónde va –Le sonreí. Su mano atrapó la mía, entrelazada, y comencé a llevarme entre la multitud.
                Poco a poco, el gentío se fue disipando. La barra, luminosa y abarrotada de jóvenes en los taburetes descansaba. El ruido de las botellas agitarse y de las risas sobre temas de cotilleo sustituyeron al bullicio ensordecedor.
                La figura de Harry se alzaba cerca de la barra. Un brazo suyo rodeaba a Izzy, quién miraba su rostro con una sonrisa ensimismada en sus labios. Aquella escena me enterneció, al igual que encendió. Hermosamente odiables.
                Tom se levantó de uno de los sofás que se apilaban en línea. Casi corrió hasta el reencuentro de su novia, y con un abrazo acompañado de un beso, la saludó entre círculos suspendidos en el aire. Lograban darle una intensidad a la relación cada día, que resultaba envidiable.
                -¿Quieres una copa? –Susurró de nuevo Dylan, con la impertinencia de acercar sus labios demasiado a mis oídos.
                -¿Pretendes emborracharme?
                -¿Se nota mucho mis intenciones? –Bromeó. Una sonrisa aflojó en su garganta -. Simplemente quiero traerte una copa. Tal vez acompañada de algún decoro que mejore la presentación.
                -Bueno, está bien –Sonreí mientras le daba un momento la espalda a los demás -. Vodka azul con lima.
                -¿No es demasiado ligero?
                -No pretendo que me emborraches.
                Una sonrisa volvió a asomarse en sus comisuras. Su cabello rubió se removió al ladear su cuerpo, mientras su figura erguida fue desapareciendo de nuevo entre la cantidad de multitud que apilaba en la barra. Di media vuelta, acercándome a los demás.
                Micaela se había sentado en uno de los sofás. Parecía conversar abiertamente con James, quién la escuchaba embozando una sonrisa y rodeándola de un brazo. Charlie, a su lado, jugueteaba callado con su pajita ya usada de su copa vacía. Parecía no tener permiso de unirse a la conversación.
                Un poco más lejos, Danny descansaba en uno de los sofás. Compartido únicamente por una morena desconocida, parecía absorto pero sin conocimiento en lo que ésta le decía. Noté mi pecho arder, mientras mis ojos y sentidos analizaban a aquella muchacha. Veinte y pocos, pantalones cortos y camiseta escotada. Mi cabeza le asignó su respectivo adjetivo, mientras me obligaba a apartar la mirada de todos ellos.
                Dylan me sorprendió detrás de mí. Una sonrisa volvía a saludarme. Alzó mi copa azulada, con una rodaja de limón suspendida en uno de los bordes. Acercó la pajita a mi boca, mientras me permitía darle un sorbo.
                Tenía buen saber. Muy buen sabor.
                -Gracias –Le dije apoderándome de ella -. Un trajo de esto no me vendría mal ahora.
                -¿James y Mic se traen algo? –Dijo de pronto. Su ceño se frunció en mi espalda, pero no me volteé. Me encogí de hombros, dando otro sorbo -. James parece estar muy apegado a ella.
                -He notado algo, pero Micaela aún no me ha contado nada -Le guiñé un ojo -. Te mantendré informada si me entero de algo.
                Una carcajada volvió a salir aflote. Sus ojos se desviaron a la pista de baile, dónde todos se amontonaban. La música tentaba en salir, pero mi pensamiento comenzó a crearse sus historias. No quería salir, y deseaba que Dylan no me pidiese hacerlo. Sinó, un no sería difícil de pronunciar.
                -¿Quieres bailar? –Dijo ignorando mis peticiones silenciosas.
                Cerré los ojos lentamente. Intenté dibujar el no en mi pared negra del cerebro, pero esta se repelía cuando lo intentaba. No quería ser tan egoísta de ignorarle; no quería decir que no ha algo que yo misma quería decir que sí. A fin de cuentas, no quería pasarme  toda la noche sujetando un cubata de vodka azul viendo a los demás divertirse.
                -¡Di que sí! –Oí a mi lado. Ladeé la cabeza, sobresaltada a tiempo de ver a Danny apoderarse de mi pajita y darle un sorbo a mi copa. Sus ojos azules resaltaron desde abajo, en silencio, mientras arrastraba a su compañera hacía la música -. Natasia y yo vamos ahora allí.
                Mis ojos se arrastraron hacía los color miel de Natasia. Una sonrisa pícara parecía analizarme, al igual que yo a ella. Noté mi cara arder furiosa. Estaba furiosa, y no quería estarlo. “Te ignora. Querías eso, Kay”, me dije. Pero yo misma me desmentí.
                Días atrás había insistido en no dejarme a solas con Dylan. Hoy, acompañada de una chica de malas pintas, me incitaba a hacer lo contrario. Podía oír a mi corazón gritar furibundo, queriéndolo ahogar.
                Pero reprimí una sonrisa mientras él me la devolvía con soberbia.
                -¿No te parece mala idea irte a bailar con…? –Fruncí el ceño, ironizando -. ¿Natasia, se llamaba?
                Su sonrisa desapareció y su ceño de frunció. Su paso se detuvo cerca de nosotros, mientras ampliaba mi sonrisa.
                -¿Mala idea? –Repitió, incitándome a seguir.
                -Creo que tengo que hablar de algo serio contigo, Dan –Quise pedir. Su sonrisa reapareció sinuosa, mientras notaba su enmarañada confusión a mi alrededor -. Nada en especial.
                Pareció ignorar mis últimas palabras. Su mano se soltó de Natasia, sus ojos se encontraron medio segundos con los de Dylan, quién parecía tan absorto en la confusión del tema que no se percató de las intenciones de Danny. Su mano encontró la mía, azorándome, mientras comenzaba a arrastrarme lejos de todo el mundo.
                -Un segundo.  Hablemos ahora –Dijo para nuestros acompañantes.
                Me dejé arrrastrar en silencio sin mirar atrás. Sonreí maliciosamente, mientras veía sus prisas en saber del tema aquel. Sus pasos se pararon en compañía de los míos, en el revuelco de sombras en la esquina más apartada. Su cuerpo dio media vuelta, situándose delante de mí mientras sus ojos me observaron con firmeza, serenos.
                Sus pecas adornaban su rostro con cierto aspecto lóbrego, resaltando el azul grisáceo.
                -¿Celosa? –Cuestionó. Una sonrisa de lado afloró con picardía.
                Sonreí superando la suya. Bien se equivocaba; bien acababa de revelar su aún atención por mí.

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