viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 75 -Impotencia

EEEEEEEEEEEEEEEH! No sé si aún alguien lee este dichoso fic. Lo tengo que decir: no me está gustando el final, ni este fic en general. Se me ha ido de las manos, y hoy en día solo está resultando una carga. Siento que nadie lo lee, así qué, ¿por qué terminarlo?
Pero eh, NO DIGO QUE NO VAYA A SEGUIR, pero pido unos cuantos comentarios, y con tres aunque sean para darme cuenta de que alguien lo lee me basta. En serio, tme escasea mucho el tiempo y tengo otras obras pendientes :$ Por eso me gustaría saber quién sigue leyendo, para no dejarlo  a medias para nadie. Así que por favor, lo IMPLORO, un comentario para saber de la existencia de algún lector de este mfdwjendwje fic : ) Y así escribir con más ganas, al menos::)
Feliz verano!!
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       El silencio que antes había reinado en el pasillo era en aquel momento un griterío y bullicio de terror. Podía ver pasar la gente a mi lado, pero su presencia era en vana. Tom ocupaba toda mi mente, y notaba como mi corazón amenazaba con pararse.
                -¿Y Giovanna? –Pregunté en voz alta, a oídos de quien me escuchase.
                -Está abajo. No está con Tom, y no sabe dónde puede estar. –Me contestó Mike. Su tez era del mismo color que su cabello en aquel momento.
                Noté mi corazón respirar de alivio. Giovanna estaba bien. Pero seguía perturbándome la idea de que le ocurriese algo a Tom. Podía notar mis oídos zumbar a todo volumen de la presión. Las voces se hacían inaudibles para mis oídos, y toda mi mente parecía concentrarse en el problema.
                -Quédate aquí –Se detuvo de repente Danny. Sus manos sujetaron con firmeza mis hombros; podía notarle temblar de los nervios -, yo iré con Dougie.
                -¿Cómo? Voy contigo.
                -Kay, quedaos aquí –Repitió, conteniendo la respiración -. Nosotros estaremos cuanto antes.
                -Yo también voy –Dijo detrás suya Georgia. Sus ojos me analizaron impasible, mientras esperaba la afirmación de Danny.
                -No, no va a ir ninguna.
                -Danny, sabes que no voy a molestar. Y no puedo quedarme de brazos cruzados aquí.
                -Georgia, tú te quedas.
                La mirada de la rubia se mantuvo firme a la nuca de Danny. Un silencio incómodo dejaba claro el desafío de ambos. Observé la escena con atención, viendo como cada uno esperaba que el otro rompiese el silencio.
                -Iré en el coche de Harry –Sentenció Geo, dándose media vuelta.
                Danny reaccionó. Se separó de mí, dando media vuelta a tiempo de que su ex novia se detenía. Las distancias se redujeron entre ambos, y conteniendo una mirada firme y desafiante, apenas metros separaban a ambos.
                -No me toques los cojones, Geo. Sabes que eres la menos indicada para ir.
                -Si va Georgia, voy yo también –Pronunció de repente Lara situándose a mi lado. Tenía la cara rojiza y sus mejillas parecían arder. Había llorado.
                -Entonces yo no me quedo atrás –Corroboré.
                Los ojos de Danny me encontraron. Le mantuve la mirada. Debía entender nuestra situación. Era demasiado fácil quedarse de brazos cruzados, esperando, mientras te carcomes por dentro.
                -Kay, por Dios, no me hagas esto más difícil.
                Rodé los ojos. No era momento de discutir, y sabía que aquella situación era delicada. Asentí suavemente mientras me negaba a rechistar, y dando un paso hacía atrás, finalicé la conversación.
                -No es momento de discutir, chicas –Habló por detrás Harry -. Iros a dormir, o quedaos todas juntas. En cuanto sepamos algo de Tom os avisaremos.
                Todas aceptaron a regañadientes. Sin romper el silencio, Lara y Georgia se disiparon entre la multitud alarmada.
                -No quiero que me veas tan nervioso, Kay –Susurró Danny aprisionándome en sus brazos -. No compensaría mucho la imagen que tienes de mí.
                -¡Es normal que estés nervioso, Dan! Yo también lo estoy. –Mi voz tembló -. Pero me da rabia tener que quedarme aquí. Sabes, sabes lo importante que resulta Tom para mí, y quedarme esperando a saber algo de él no es lo que más me apetece en este momento.
                Su mandíbula se tensó. Apartó rápidamente la mirada de mí, alarmado, y respirando profundamente la bajó con cuidado de nuevo hasta mis ojos.
                Podía notar la impotencia en él.
                -Apresúrate antes de que se den cuenta. –Dijo de pronto, mientras su mano se entrelazaba de la mía.

                Y haciendo caso omiso a las demás, me sacó del hotel entre la cantidad de gente que se amontonaba en la puerta.

miércoles, 5 de junio de 2013

Capítulo 74 - Amar no es querer, al igual que querer no es gustar.


Holaaaaaaaaaaa :) Estoy dispuesta a adelantar mucho más del fic y animarlo un poco,a  tiempo de que lo termino. Gracias a las visitas que dejáis claro que leéis el fic en anónimo ^^:

                No caí en la cuenta de que finalmente mi cansancio podría conmigo. Un escalofrío en la piel me sobresaltó en la cama, pero noté una mano ahogar mi grito. Desperté sobresaltada y confundida, para encontrarme a Danny sentado de cuchillas a mi lado. Una sonrisa tímida se escapaba en sus labios.
                -Vente.
                -Es tarde Danny, y Dylan puede despertar en cualquier momento.
                Su ceño se frunció suavemente, pero su sonrisa no desapareció.
                -¿Quieres quedarte?
                Le miré queriendo decirle que sí. No quería contar la de veces que le había visto rodeado de otras chicas. Podría llegar a la decena, y sabía que un número elevado a ese superaba su lista de mujeres “ya usadas”. Sabía cómo era Danny, sabía sus métodos, pero no sabía por qué, confiaba en él. Una confianza sin raíces, pero que me impedían negarle. A él.               
                -¿Y si se despierta? –Pregunté. Su mano se entrelazó en mis dedos, cuidadosamente.
                -¿Qué más da?
                Una sonrisa atrevida aceptó por mi. Dejé que su fuerza me sacase de la cama, y caminando de puntillas por el frío suelo, me puse las primeras manoletinas que vi. Danny abrió con sigilo la puerta de la habitación, y entre ruidos huecos de la madera, la puerta se cerró a nuestra espalda.
                Sus ojos me encontraron. Sus pasos frenaron poco a poco, mientras parecíamos querer comunicarnos sin palabras. Y de alguna manera, tenía que admitir que aquellos ojos podrían haberme hecho creer la falacia más inverosímil del mundo.
                Dejé que su fuerza me arrastrara por el pasillo. Apenas unos pasos en el piso superior rompían el silencio, en compañía de nuestras zancadas que avanzaban dirección a las escaleras. Dirección contraria a las habitaciones.
                -¿Dónde vamos?
                Sus ojos me encontraron mientras una sonrisa pícara se embozaba en su labios.
                -¿Tantas ganas tienes de que vayamos ya a la cama?
                Fruncí el ceño.
                -No creo que haya ni las más mínimas ganas.
                Una sonrisa provocadora se asomó por la comisura de sus labios con cuidado. Su mano se soltó de la mía mientras su brazo se dejaba caer sobre mis hombros y su boca se acercaba a mi oreja, susurrándome:
                -No puedo decir lo mismo.
                Reprimí una sonrisa. Su poco rubor al decir las cosas aún lograban erizarme la piel, mientras su perfume parecía seguir atrayéndome más y más a él. El pequeño vestíbulo apareció delante suya, y situándose delante de mí, empezó a subir los escalones de dos en dos. Para cuando llegué al último piso, noté el gélido aire congelarme la piel mientras las luces se perdían en las escaleras.
                -¿Qué hacemos aquí?
                -Me apetece estar esta noche aquí, contigo –Sonrió, y abrió la entrecerrada puerta de plomo para salir a la terraza.
                Aquello estaba desierto. Apenas unos pocos rascacielos lograban verse entre el manto de nubes negras que oscurecían el cielo, y los livianos filtros de la luna bañaban de forma plateada la terraza. No había ni una sola bombilla, pero aquel aspecto mohíno y sosegador resultaban atrayentes.
                Sus pasos se adelantaron varios centímetros, girándose para verme. Analicé el alrededor con un poco más de cuidado, hasta que finalmente, mis ojos observaron a Danny, sonriéndole.
                -No sabía que Danny Jones tenía un lado romántico, vaya.
                -Me incitas a sacarlo –Sonrió. Sus ojos se achinaron en dos pequeñas bolsas, mientras su pasos se detenían. Poco a poco, muy lentamente comencé a avanzar hacía él -. ¿Te gusta?
                -Me encanta. Gracias por traerme aquí.
                Sonrió suavemente. Nuestras voces se convertían en susurros conforme las distancias se rompían.
                -¿Puedo preguntarte que vas a hacer ahora? –Me preguntó, seriamente. Me detuve a varios centímetros de él, confusa.
                -¿Respecto a…?
                -Dylan.
                Desvié la mirada de él. No lo sabía. ¿Qué demonios debía hacer ahora? Me había acostado con él, debido a las hormonas. Nada de sentimientos, o al menos eso quería creer yo.
                Suspiré. No, no debía de haber nada de sentimientos.
                -¿Debería salir con él, ignorarte e intentar serte indiferente mientras ahogo mi vida con él? –Dije de pronto. Dan frunció el ceño, sin pillar el doble sentido -. Cómo hiciste tú con Georgia.
                -Rectifiqué demasiado tarde, Kay –Rodó los ojos -. ¿Me lo vas a recordar siempre?
                -¿Hasta cuando puedo recordártelo?
                -Pon tú fecha final.
                Sonreí. Di un paso más hacía él, captando de nuevo su perfume mientras lograba aturdirme. Oh, maldito perfume. Era potente pero suave, pero lo suficiente efectivo como para amordazarme e impedirme alejarme de él.
                De pronto, actué por instinto. Aprisioné su cuerpo con mis brazos, atrayéndolo a mí con suavidad mientras acariciaba su espalda. Escondí mi oreja en su pecho, oyendo el primer latido mientras le abrazaba con dulzura.
                Noté como mi cuerpo me dio las gracias por aquello. Su corazón comenzó a bombardear a oídos míos, mientras sus brazos me correspondieron con cariño al abrazo y atrayéndome a él. Podría haberme quedado así días, semanas, meses y años. Podía haberme acostumbrado a aquella seguridad y bienestar sin problemas; podría aceptar depender de él en mi día a día, si me prometía seguir estando ahí.
                -Te amo, Kay –Oí de repente sobre mí.
                Noté como el corazón me dio un revuelco. Aquella palabra era algo supremo a mi lenguaje habitual. Amar no era lo mismo que querer, como querer no es gustar. Amar era algo que no sabía si quiera si era alcanzable para mí, o si para alguien lo era. Para mí, aquella palabra era tan hermosa, como dolorosa.
                -No quiero que me digas eso.
                -¿Por qué no?
                -Porque en el momento en que sea verdad, ya estaremos condenados a sufrir por cada roce que tengamos y pasarlo mal. Nos rebajaremos a lo que tú has dicho que sientes por mí, y entonces, ahí todos perdemos.
                Una carcajada se mofó de mi con suavidad. Su cuerpo se convulsionó con suavidad, mientras notaba el calor de su cuerpo disiparme todo pensamiento de mi cabeza.
                -Entonces, te amo –Reiteró.
                Sonreí contra su camisa. Mis labios se despegaron con suavidad, arriesgándose a cometer el riesgo y el propio suicidio cuando un golpe seco amenazó con detener a mi corazón.
                La puerta de plomo se abrió de golpe, a tiempo de que mis brazos, como los de Danny se separasen de nuestros cuerpos. Las altas figuras, esbeltas y delgadas de Mike y Georgia aparecieron por la puerta, rojos y sofocados.
                Pero lo que fue nuestro miedo principal, ellos no parecían avisparse. Las lágrimas caían por sus mejillas y el hecho de habernos encontrado abrazados en la terraza parecía no tener ni la más mínima importancia.
                Algo gordo había ocurrido.
                -¿¡Dónde demonios estabais!? –Gritó sofocado Mike -. ¡Joder, vámonos!
                -¿Qué ha pasado? –Saltó Danny, completamente adusto y con el rostro contraído. Yo permanecí en el sitio, ambigua y desorientada -. ¡¿Por qué estais llorando?!
                Los ojos de Georgia encontraron los de su ex novio, cargados de dolor. No me hacía falta ser muy lista para notar toda la presión y ansiedad que parecía sufrir la modelo. Un gimoteo carraspeó su garganta mientras su llanto se rompía a tiempo que Danny le abrazaba.
                -El coche de Tom a tenido un accidente, Danny –Su voz era difícil de entenderse, pero noté como aquellas palabras perforaron mi más profundo yo -. Y  Tom no está aquí.
                Entonces, tras terminar aquellas palabras, noté que mi mundo se caía en un abismo.

                No, Tom no.

martes, 4 de junio de 2013

Capítulo 73 - En el armario empotrado.

                Creí despertar en un mismo sueño. La cabeza me daba vueltas, la oscuridad se convertía en un torbellino de sombras y notaba la culpa y desazón recorriendo como polillas sucias mi cuerpo. No recordé que había pasado, hasta que lo hice.
                Su respiración a mi lado verificó mi duda. Noté como el corazón se me convertía en hielo, sensible y frío, sin vida. Mierda, me dije entre un suave susurro. Qué coño había hecho.
                Volteé la cabeza, cargada de miedo para confirmar mi peor conclusión. Dylan dormía semidesnudo a mi lado. Y yo no me alejaba mucho de aquello. Noté como los ojos me ardían reteniendo lágrimas, e intenté justificarme. Yo no era así, no podía haber hecho esto. No sabía por qué demonios lo había hecho.
                Un suave golpe en la puerta me sacó de mi pesadilla. El golpe se repitió, más persistente y un suave susurro atravesó la puerta.
                Mi corazón de hielo quebró un poco al oír la voz de Danny.
                Lancé una mirada rápida a la hora. La una de la mañana. Habrían pasado dos horas desde la discusión. Me levanté todo lo rápido posible, mientras los golpecitos persistían. Me vestí tan rápido como pude, y con mi corazón bombardeando alerta, entre abrí la puerta con cautela.
                El rostro de Danny, esta vez más sobrio, me saludó con una gran sonrisa.
                -¿Qué haces aquí, Dan?
                -Lo siento por lo de antes. Pero quería hablar contigo… -Su rostro se frunció -. Me apetecía estar contigo.
                Noté como la gravedad me azotaba en la cara. Había sido demasiado cruel.
                -Es tarde, Danny.
                -¿Quieres que me vaya? –Me preguntó. No me atreví a mentirle -. ¿Ocurre algo, Kay?
                No me salían las palabras. Mis ojos bajaron hasta sus labios, donde el corte se había secado junto a la sangre. No podía ser tan egoísta y cruel de decírselo.
                -Por qué ahora.
                -Porque antes estaba equivocado. Hacía cosas sin pies ni cabeza. Pero ahora ya pasó.
                -¿En serio? ¿Eres capaz de dejar de emborracharte y enviar todas las mujeres que se te acerquen a un lado, siendo indiferente? –Carcajeé -. ¿Tienes calentura, Danny?
                Su risa se profundizó suavemente.
                -Por ti soy capaz.
                Mi sonrisa se fue rompiendo poco a poco. No podía soportar tantos cambios y tanta presión. Y tampoco podía soportar mentiras.        
                -Dylan está dentro, Danny.
                Sus ojos se congelaron. Su entrecejo se frunció, intentando no tergiversar  lo que acababa de decir, pero su rostro se oscureció en dolor poco a poco. No fui si quiera capaz de reaccionar.
                -Ven conmigo –Dijo de pronto. Su mano rozo la mía suavemente, pero sin llegar a aferrarla.
                -¿No te molesta esto que…?
                Su dedo se posó en mis labios, obligándome callar.
                -Lo veo justo. Yo he hecho cosas peores,  y menos justificadas.
                Sonreí suavemente. Notaba como mi cuerpo se aligeraba liberando presión, y su sonrisa correspondió a la mía. Aún así, tenía miedo de que se estropease aquello.
                Su sonrisa se amplió. Un paso suyo cortó distancias, obligándome a alejarme hacía la habitación mientras él me pisaba las puntas. Los suaves ronquidos de Dylan se mezclaron entre nuestro silencio, pero no me  importó. Danny seguía cortándome distancias entre sonrisas.
                La fría madera del armario empotrado acarició mi espalda. Miré a Danny como si realmente no estuviera a menos de dos centímetros, y sus ojos azules encontraron los míos. Por una vez, ambos parecíamos estar de acuerdo en corresponderse.
                Su respiración se mezcó con la mía. Profunda, cálida y entrecortada. Su aroma se perdía en su cuerpo, incitándome aún más. Podía notar mi corazón bombardear violentamente, cada vez más cerca del suyo. Las piernas comenzaron a temblar a traición, cuando, a escasos milímetros uno del otro, oí el carraspeo dormido de Dylan.
                -¿Kay…? –Su voz parecía estar despertándose.
                Dejé de respirar viendo de soslayo a través del cuerpo ladeado de Danny. La espalda de Dylan se levantaba cansada la cama, con el torso descubierto y bocabajo. Aún no nos había visto. Mi mirada se entrecruzó con Danny, temerosa y excitante mientras una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. En apenas unos segundos, habíamos hecho más ruido que en todo este rato junto.
                Mi cuerpo reaccionó solo. Aprisioné la camisa de Danny con firmeza, y su cuerpo se dejó llevar sorprendido por mis impulsos. Supe que creyó mal, pero me dediqué a sonreír con burla mientras habría el armario con rapidez. Dejé que sus pasos se escondieran dentro, cubriéndolo de oscuridad mientras su cuerpo volvía a recuperar la firmeza.
                Una sonrisa pícara se despidió entre ambos.
                -¿Qué… haces.. des.. pierta? –Susurró levantando la mirada entrecerrada y sensible hacía mi posición.
                Respiré profundamente. Aún notaba mis piernas temblar nerviosas.
                -Micaela. Me había pedido que le llevase un preservativo, ya que no tenía –Dije lo primero que se me ocurrió. Noté el ardor como ruborizó mi rostro, cargado de miedo.
                -Ven a dormir, es tarde.
                No respondí. Me separé lentamente del armario, temiendo dejarlo descuidado. Danny seguía dentro, pero no podía hacer nada si no quería meter el pie en el charco.
                No pude decir que no sin levantar sospecha. Con cuidado, volví a acostarme. La figura de Dylan se giró de espaldas a mí de nuevo, y su respiración se profundizó poco a poco, a cada minuto como si se tratase de horas. Finalmente, el primer ronquido volvió a hacer aparecer la libertad.

jueves, 30 de mayo de 2013

Capítulo 72: Juego de sentimientos.

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El bullicio y carcajadas se perdían en mi espalda, dando la vuelta a la esquina. Había

dejado a Lara y Micaela con sus parejas, liberándolas de toda responsabilidad mía. Me sentía una carga para ellas, y es que, lo peor era que podía notar esa misma carga presionando sobre mí si no tenía a nadie a mi lado.
                Las prisas me carcomían poco a poco. EL papel rosa de la pared lograba perderse entre el pasillo, haciendo el momento pegajoso para mi gusto. Sabía que mi calvario no había acabado y allí, y que mi suerte aún seguía amenazándome con una presencia más, y por lo tanto, la menos agradable de ver.
                Unas cuantas personas se perdían entre los ascensoras y las otras desaparecían tras un portazo dejando sus rostros en incógnita. Cabizbaja, no me centré en nadie, simplemente quería dar por finalizado aquel día y que toda aquella presión que caía como plomo sobre mí, cediese.
                Finalemente encontré la desdichada ppuerta 273. Rebusqué en mi bolso, notando como el tiempo ćorría en mi contra acortándome el espacio y presionándome. Creí estar alucinando, hasta que oía lo que mi cabeza se había estado imaginando. Sabía que iba a ocurrir.
                Su carcajada perforó mi tímbano. Pero ésta no estaba sola. Una más picaresca, dulce y aguda la compaño entre suaves golpes de traspies, acercándose poco a poco a mi pasillo. El karma, una vez más, se las había mofado conmigo para que su habitación estuviese en la misma planta que la mía.
                Para cuando hallé las llaves, no me dio tiempo de girar el pomo. Noté las carcajadas más cerca, hasta que finalmente estas se perdieron a escasos metros poco a poco. Creí que se habían adentrado ya en una habitación, para cuando su voz me advitirtió de que me estaba observando.
                -¿Kay? -Su voz se unió a sus pasos. Quité por inercia las llaves del paño, y obligándome a mi misma, forcé una sonrisa para mirarle -. ¿Te unes a la fiesta?
 Un ojo suyo me guiñó a tiempo de que mi poca simpatía desapareciese. Analicé a su acompañante, quien se mantenaí cabizbaja por la carga de alcohol y apenas era capaz de sujetarse a sí misma.
                -Sí, claro que sí Danny. ¿A la fiesta de haber quién termina vomitando antes todo ese alcohol?
                -Sabes que te es resistirte a mi, Kay -Su brazo acarició el hombro de su amiga -. ¿Qué haces aquí tan pronto?
                -Intentar dormir, hasta que has venido tú -Suspiré, agoviada -. Ahora, si no te molesta, te dejo con tu fiesta.
                -Veeenga ya, ¿y esas pocas ganas de fiesta? -Se separó de su amiga mientras, tambaleante, se acercó a mi puerta, en aquel momento la abrí e intenté deshacerme de él. Pero su mano bloqueó mi portazo -. ¿No se trata de esto nuestro juego?
                -¿Nuestro juego? -Repetí, frunciendo el ceño indignada.
                -Yo te pongo celosa, tú a mí. Hasta ver quien cae antes.
                Una exclamación aborchonada se escapó de mis labios. El rostro de Danny se frunció, sereno y asustado mientras lograba rodearme de sacarsmo a mi alrededor.
                -¿Y ese juego tuyo cómo va? ¿Traerte a una desconocida noche sí, noche también? ¿Y tener que hacer como si no me importase nada? ¿Eso es?
                -Pero... Kay... -La realidad pareció darle una bofetada, dejándolo sin palabras -. Tú también tienes algo con Dylan...
                -Yo no tengo nada con él. Todo te lo has montado a tu medida. Dylan lo único que ha hecho es comportarse como un caballero mientras tú te tomabas esto como un vulgar juego de sentimientos.
                Sus ojos centellaron en el reflejo de la lampara de cristales. Obligé a mi enfado a no ablandirse ante aquel revuelco en mi corazón.
                -Yo, Kay...
                -Nada, Danny. Ya está hecho.
                -¿Nos vamos ya, Daniel? -Carcajeó la rubia a su espalda. Sus brazos le abrazaron por detras, acariciando sus bíceps con suavidad. Pero para mi sorpresa, los brazos de Danny se deshicieron de los suyos.
                -Como te llames -La llamó-. Coge un taxi y ve a casa. Vas lo bastante borracha como para no ser consciente de lo que dices. Ten dinero si hace falta...
                -No voy a estropearte tu dicha fiesta, Danny -Carcajeé con despecho -. Que no te corte el rollo.
                -Tú no me cortas el rollo, Kay. Solo... -Intentó decir, pero sus palabras callaron al intervenir una cuarta voz.
                -¿Ocurre algo?
                Bastó solo un segundo para vislumbrar la contracción de Danny y la figura de Dylan acercarse sin disimulo a nosotros. La rubia, detrás suya tambaleó amenazando su equilibrio. El dinero volvió a desfilar por su mirada, pero esta vez lo aceptó sin rechistar y se dio media vuelta.
                -Hasta luego.
                -¿Has tenido que llegar a este extremo de desesperación, Daniel? -Bromeó desafiante Dylan. Los músculos de Danny se convulsionaron,furibundos y su mirada de alerta me encontró.
                Seguía aún ebrio. Su mirada se oscurecía entre unas suaves ojeras y sus ojos dilatados y rabiosos desafiaban el azul grisáceo con el verde de Dylan. Parecía luchar por mostrar serenidad y pensar con la cabeza, pero claramente había rastros de alcohol en su comportamiento.
                -Puedes irte, Dylan. -Le dijo con voz temperada.
                -¿No puedo quedarme? Tú mismo hiciste lo igual la otra noche -Una sonrisa buscona le vaciló en sus labios -. Y aquí el que parece molestar eres tú.
                Los ojos de Danny me encontraron, buscando la negación. Suspiré, cabizbaja y pidiendo a la tierra tragarme. Aquel tema ya se me estaba repitiendo bastante, y sabía de la existencia de la repeleción que parecían tenerse ambos.
                -Danny, vete a dormir. Creo que has bebido lo suficiente esta noche -Dije con una suave voz que quería no ser pronunciada.
                -Es buena idea -Añadió Dylan sonriendo victorioso.
                Los ojos de Danny parecieron centellar rabiosos. Sabía que su paciencia se acababa, y la impertinencia de Dylan crecía. Le lanzó una ultima mirada cargada de odio a mi compañero, y sus ojos me volvieron a encontrar dulcemente mientras notaba sus dedos entrelazarse con los míos.
                -Déjame terminar con esto, por favor Kay.
                -En serio, Danny. Lo mejor sería que te marcharas -Interferió Dylan. Su brazo creó distancias entre Danny y yo, noté como sus dedos se resbalaron de mi mano, y como su mandíbula se tensaba sin contenerse.
                Casi como si el tiempo fuese a cámara rápido, observé como el brazo de Danny se deslizó fugaz por delante de mi mirada. Un golpe retumbó a mi lado, presionando mis oídos para ver a el rostro de Dylan girarse por el golpe. Casi al momento, otro golpe hacía Danny le hizo encogerse por el estómago.
                Mi cuerpo reaccionó por instinto. Antes de que otro golpe saliese disparado, cogí el brazo de Danny con ambas manos que se preparaba para golpear de nuevo. Busqué su mirada entre susurros calmados, hasta que noté la fuerza relajarse en su brazo. Sus ojos se sosegaron en los míos y sus resoplidos enmudecieron solo para oír la respiración entrecortada de Dylan detrás mía.
                Danny tenía un suave corte sangrante en el labio.
                -Dan, vete a tu habitación. Ya hablaremos en otro momento, ¿de acuerdo? -Le susurré suavemente.
                -Kay, aparta y déjame relajarle los humos a este estúpido -La voz de Dylan me interrumpió. Noté sus manso aferrarme de la cintura para apartarme, pero agarré a Danny con fuerza, interponiéndome.
                -¡Calla, Dylan! Siendo alguien más maduro y yendo sobrio deberías saber comportante, ¿no'? -Mi mirada atravesó la de Dylan, desafiante -. No te subestimaba tanto.
                Me giré hacía Dany con ímpetu a tiempo de encontrar su mirada en un cruce desafiante entre Dylan. Baje su barbilla hasta mi altura para captar su atención, y rogándoselo con los ojos, le pedí:
                -Vete.
                Sus ojos parecieron hablarme callados. Con una última mirada, asintió suavemente y callado, dio media vuelta y se marchó. Empujé rabiosa a Dylan, mientras este se impactaba por mi actitud, y entre empujones, abrí la entrecerrada puerta de mi habitación.
                -¡Iba borracho! ¿Sabes qué le has hecho daño? ¡Os creía a ambos más maduros, sinceramente!
                Su mandíbula se tensó, cargada de rabia. Le miré desafiante, mientras las sombras de la habitación oscurecían su figura. Pero cuando esperé su respuesta y reacción enfadadas, el tiempo circuló a gran velocidad por delante de mis ojos: sus brazos rodearon mi espalda con fuerza, atrayéndome a él, y sin poder reaccionar, sus labios presionaron los míos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Capítulo 71: Es fácil ignorar lo correcto, y difícil seguir asimilando la realidad.

Los comentarios están abiertos:_


                Nottingham y sus conciertos llegaron antes de lo que hubiese deseado. El tiempo parecía correr en mi contra, taladrándome la cabeza con el mismo problema, de la misma persona: Danny. Pero a cambio, notaba como Dylan se aproximaba más y más. No tenía más que Micaela como oídos en los que desahogarme y ciertas miradas aterciopeladas de Tom que lograban tranquilizarme.
                El cansancio de cada concierto parecía traer consigo las ganas de fiestas. Danny y Dougie eran los primeros en desaparecer del hotel en busca de la música más atrayente. Por inercia, los demás les seguíamos. Pufs ambientados, con apenas espacio por el gentío pero sobre todo, con mucho ambiente eran los lugares más frecuentes. No podría decir que me desagradase, pero entre el calvario y mi tenue superstición de que aquello no traería consigo algo muy bueno, terminó por caer la última gota que vertería el vaso.

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                Un espacio aún existía en la sala decorada abstractamente, mientras, junto a Micaela y Lara, nos apresuramos a correr hacía los sillones aterciopelados de cuero. Era pronto. Algunos borrachos ya caían por el suelo, y chicas tímidas que se escondía en las esquinas oscuras carecían de alcohol en su cuerpo aún. Pero no tardaría aquello en cambiar.
                -Estaré esta noche con James –Me dijo Micaela, mirándome vacilante -. Y creo que Lara estará el mayor tiempo con Dougie. ¿Qué harás tú?
                Las miré intentando encontrar doble sentido a la frase. Estaban avisándome de que correría el riesgo de quedarme en una esquina sola y lóbrega, bien a ellas, con sus parejas, felices y yendo a bailar. Suspiré, sonriendo casi forzadamente mientras me encogía de hombros.
                -Supongo que estaré con Matt o Dylan.
                -¿Por qué no te acercas un poco más a Danny? –Fruncí el ceño -. Está esperando que actúes.
                -Porque termina por los suelos cuando me he dado cuenta –Carcajeé. No era por eso; era por inseguridad. Tal vez de arriesgar o perder, o no saber lo que realmente quiero -. En estos momentos, no.
                -¿Y por qué no te anticipas antes de que empiece a tragar? –La voz pícara y aguda de Dougie me sobresaltó en mi oído. Nos guiñó un ojo mientras se sentaba a mi lado, rodeándome del cuello con ímpetu -. Pero tienes que hacerlo deprisa. Danny se emborracha en un abrir y cerrar de ojos.
                Le miré impasible. No sabía lo que sabía sobre el tema, pero de pronto noté mi privacidad descubierta. Miré a Lara, quien se cogió de hombros de forma natural sin saber cómo lo sabía.
                -¿Qué sabes sobre esto?
                -¿De verdad crees que no íbamos a notar algo así en Danny? –Rió -. Danny siempre se ha fijado en todas las chicas. Cuando cambia y se fija en una sola, en este caso, tú, nos avispamos enseguida.
                -Oh.
                Busqué al guitarrista por la pista. La gente comenzaba a tambalear de por alrededor, sin rumbo, en busca de bebida. No sabía que hacer. Podía notar como las prisas comenzaban a acecharme, como vía conductora mis amigos, y a cambio, yo decidía quedarme quieta. Algo demasiado imponente, pero seguro.
                -Está allá –Dijo de pronto Harry al lado de Dougie -. ¿Buscáis a Danny, no? –Mi mirada nerviosa me acusó -. Está junto a los baños. Pero creo que va lo suficiente inconsciente como para que no sea buen momento de hablarle.
                -¿Por qué? –Pregunté lanzando mi mirada hacía allá.
                -Harry, joder, cállate –La voz de Tom, fue la última en aparecer por detrás.
                Allí, con el miedo de las palabras del dueño del hoyuelo, estaba él, apoyado con un brazo sobre la pared. Delante suya, apoyada en ella, una rubia de cabello corto se oteaba con cierta dificultad. Desvié la mirada lentamente de allí, posándola en Micaela quién no tardó en correspondérmela.   
                Me sentía humillada.
                -¿No tienen dónde ir? –Dije antes de que notara mi voz quebrarse.
                Todas sus miradas parecieron atravesarme visualmente. Sonreí, mientras notaba como mi labio comenzaba a temblar. Aquella presión, no me ayudaba.
                -Voy a pedir algo a la barra con Harry, Lara –Dijo Dougie a su novia. No me hizo faltar ver su mirada para entender lo que quería decir eso.
                El batería y bajista no tardaron en irse. Noté la caricia de Tom en mi hombro, sosiega y tranquilizadora, y respetando mi petición, se alejó junto a su novia. La mirada de Lara y Mic me atravesaron, calladas, creando un silencio inescrutable que amenazaba con ser destruido por mi llanto.
                -Estoy bien.
                -Y detrás de eso, hay dolor –Suspiró Lara, levantándose y sentándose a mi lado -. Me quedo hoy aquí contigo.
                Noté como mi cara ardía. No, aquella atención y conmiseración no.
                -No quiero que os quedéis. Marcharos, en serio –Una mirada de negación me contradijo -. ¡Hablo enserio! Me da igual lo que haya visto. No es nada nuevo, no es algo que no me esperase… en el fondo le conocemos.
                -No eres de piedra, Kay. Yo misma, que debería de importarme una mierda el tema, noto como si me hubiesen hecho esto a mi –Me dijo Micaela, estirándome su mano para entrelazarla con la mía -. Y este calvario ya está durando lo suficiente.
                -¿Sabes qué debes de hacer? –Preguntó Lara, titubeante a mi lado.
                No era una incitación. Era una pregunta, con respuesta, pero motivos de contradicción. No quería asumir la realidad, a pesar  de querer alejarme de ella.
                -Ojalá no lo supiera –Dije tajante, mientras mis ojos otearon improvistamente los verdes de Dylan sobre otro sofá. Su ceño se frunció nada más me encontró.

domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 70 - Tuya es la decisión


                La mirada de Danny se atravesó intranquila y nerviosa. Le sonreí con soberbia, mientras el silencio de la espera parecía alargarse.
                -Georgia quiere un motivo de la ruptura –Dije secamente -. El por qué, y también el otro por qué de no arreglarlo y volver juntos.
                La sonrisa de Danny voló de su rostro cuando terminé de hablar. Su entrecejo se frunció, incrédulo de lo que creía mientras una sonrisa sarcástica se asomaba por su labios, anonadada de lo que decía.
                -¿Es esto lo que me tenías que decir?
                -Sí.
                -Dios, Kay –Carcajeó -. Creo que esa respuesta la saben todos. No hace falta que la responda.
                -Georgia está mal… entiéndela. Quiere un por qué justificado, Danny. No seas tan frívolo con ella cuando no ha hecho nada.
                -¿Estás incitándome a volver con ella? –Cuestionó con atención -. ¿Estás queriéndome decir eso?
                Fruncí el ceño. Sabía que mi respuesta era un no, pero no quería desvelársela a él. Caería de nuevo en su trampa, y en aquel momento, jugábamos a un quien puede más.
                -Porque si no te importa, si no te resulta molesto que vaya y le pide matrimonio de nuevo, lo hago. Te juro que lo hago –Dijo, dando un paso más lejos de mí. Noté como mi corazón golpeó mi pecho, con miedo a que aquello se le escapara de las manos.
                -Danny, eso es lo que te estoy preguntando.
                -Ya lo sé –Suspiró -. Tu misma sabes porque terminé lo mío con ella –Bufó -. Regresas como si nada, y apareces. Si, me entró miedo, y actué pero luego volví a caer en el miedo. Corté con ella por ti, pero ahí me he quedado. Y así estoy. ¿Y ahora me estás pidiendo que regrese con ella?
                Sonreí sin poder remediarlo. Su ceño se frunció furibundo, malinterpretando mi gesto mientras veía su cara oscurecerse, sombría.
                -¿Y  esa amiga tuya? ¿Se supone que te quedas ahí, y tomas otro camino? –Carcajeé irónica- . Eso no es lo mas conveniente, Dan.
                -¿Y que ocurre con Dylan? ¿Qué crees que siento cuando te veo con él? Soy celoso, Kay. Vengativo, incluso. Pero no hay forma de ponerte ni lo más mínimo celosa de lo que llego a estarlo cuando te veo siquiera mirándole.
                -¿Y por qué ahora? ¿Por qué no actuaste hace unos meses, o unas semanas? ¿Por qué cuando decido ignorarte?
                -Pues porque soy imbécil, Kay. Estropeo lo mejor que tengo, y lo estoy haciendo contigo –Se encogió de hombros y dejó caer sus brazos como plomo en sus caderas -. Pero aquí te lo digo. Sabes el por qué, sabes a que estoy jugando. Ahora es cosa tuya lo que hagas.
                Sus ojos esperaron mi respuesta. Intentaba ver el mínimo indicio de que fuese una tomadura de pena, pero sus ojos desvelaban la verdad. Miré a mi alrededor, notando como todo el salón se encogía, presionándome y alterándome.
                -Te la tengo que robar –Oí la voz de Micaela en mi oído. Su mano agarró la mía,  mientras Danny asentía con una sonrisa y dedicándome la última mirada penetradora, dejé que Micaela me arrastrara en silencio.
                Estaba de muy buen humor; algo le habría ocurrido. Sus pasos me condujeron hasta el centro de la pista, y en compañía de la multitud, dejó que sus carcajadas se ahogaran entre el bullicio y la música. Su mirada escudriñó nuestro rincón, asegurando la privacidad, y cuando terminó, un grito perforó mi oído. Empezó a dar saltos delante de mía, y sus brazos no tardaron en rodear mi cuello.
                -¿Qué ocurre, Mic? –Le pregunté agarrándola por los costados -. ¿Qué ha pasado?
                -¡Me vas a matar por no contártelo! –Gritó, intentando respirar profundamente -. ¡Yo me mataría! Pero creía estar alucinando… ya sabes, soy muy voluble.
                -¿Sobre qué? –Me impaciente, sonriendo con antelación.
                Una pícara sonrisa se escapó por las comisuras de sus labios. Noté como sus ojos brillaban emocionados, y sus mejillas se sonrojaron tenuemente.
                -Creo que tengo algo con James.
                Una sonrisa pareció contestar por mí. No pensé, no opiné ni siquiera intenté dar mi visto sobre aquello. Ya lo sospechaba, por parte de los dos, y simplemente por verla feliz, mis brazos la embriagaron con un abrazo.
                -Me alegro muchísimo, ¡enserio! –Carcajeé en su oído -. No te culpo; puede ocurrirme lo mismo… -Zarandeé tenuemente la cabeza. Lo mío podía esperar -. ¿Y cómo? ¿Ahora? ¿Qué te ha dicho?
                Sin insistir, comenzó a relatar ansiosa su anécdota. A cada palabra, la sonrisa aumentaba. Podía notar como su felicidad no le cabía en el cuerpo, y miradas evasivas se escapaban donde debía encontrarse él; junto a los demás.
                Para cuando terminó de contarme lo ocurrido, la emoción le entrecortaba la respiración.
                -Es… inimaginable. En un principio creí que James era tuyo, pero… no lo sé.
                -James nunca ha sido mío –Carcajeé sorprendida -. Hemos sido buenos amigos, como tú y yo, nada más. Y me alegro de corazón que hayáis terminado juntos. Era algo inimaginable, pero perfecto.
                -Muchísimas gracias, Mic –Dijo con un sollozo ahogándola. Su brazos calentaron mi espalda en otro abrazo, y noté como su respiración se calmaba en mí hombro -. ¿Y ahora qué ha ocurrido con Danny? ¿Qué te ha dicho?
                Sus ojos cambiaron de tema, satisfecho y atentos para escuchar. Suspiré mohína, dejando escapar mi estrés acumulado, y esta vez yo lanzando miradas evasivas a la posición de los demás, le conté las antañas palabras esperando futuras palabras.
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Aaaaaaaaaaaaah. siento mucho no haber actualizado, pero digamos que me he tomado un descanso demasiado liberado... pero pienso terminar pronto el fic. ¡Me está estresando! :) Aquí tenéis uno ya algo definitivo, y si puede ser, mañana o pasado actualizo otro.
Por cierto. Quería liberar tensiones aquí para decir que he quedado tercera en Valencia en un, digamos, "concurso" de varios colegios en redacciones sobre la vida vivida de ancianos de residencia. Algo como escuchar toda la vida y momentos de un anciano asilado en una residencia, y luego tener que hacer como un diario o gran anécdota de su vida.
¡Tercera en toda Valencia! ^^ Por fin algo de reconocimiento.
Graaaaaaaaaaaaaaaacias a todos los lectores.

lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 69 - Revuelco de sombras


                Con destellos seguidos, la discoteca oscurecía y volvía a alumbrar en una milésima de segundo. La música retumbaba como tambores en mis oídos, y un fino chirrido me ensordecía. Seguí entre la gran multitud a Giovanna, quién parecía saber dónde se encontrarían los chicos.
                Aquella misma noche, habíamos quedado todos de acuerdo en tomarnos una pequeña fiesta durante el tour. No era que me desilusionase la idea, pero con mis pensamientos ambiguos rondando por mi cabeza, prefería alejarme de música que rallara aún más mi cabeza.
                Noté un suave brazo atraparme de entre la multitud de personas borrachas, drogadas o simplemente locas. Mis ojos se tomaron con los verdosos de Dylan, mientras una sonrisa suya se embozaba, dedicada a mí pero saturada de estrés.
                -Dime que sabes dónde se dirigen –Dijo casi de imploro.
                -Giovanna parece que sabe dónde va –Le sonreí. Su mano atrapó la mía, entrelazada, y comencé a llevarme entre la multitud.
                Poco a poco, el gentío se fue disipando. La barra, luminosa y abarrotada de jóvenes en los taburetes descansaba. El ruido de las botellas agitarse y de las risas sobre temas de cotilleo sustituyeron al bullicio ensordecedor.
                La figura de Harry se alzaba cerca de la barra. Un brazo suyo rodeaba a Izzy, quién miraba su rostro con una sonrisa ensimismada en sus labios. Aquella escena me enterneció, al igual que encendió. Hermosamente odiables.
                Tom se levantó de uno de los sofás que se apilaban en línea. Casi corrió hasta el reencuentro de su novia, y con un abrazo acompañado de un beso, la saludó entre círculos suspendidos en el aire. Lograban darle una intensidad a la relación cada día, que resultaba envidiable.
                -¿Quieres una copa? –Susurró de nuevo Dylan, con la impertinencia de acercar sus labios demasiado a mis oídos.
                -¿Pretendes emborracharme?
                -¿Se nota mucho mis intenciones? –Bromeó. Una sonrisa aflojó en su garganta -. Simplemente quiero traerte una copa. Tal vez acompañada de algún decoro que mejore la presentación.
                -Bueno, está bien –Sonreí mientras le daba un momento la espalda a los demás -. Vodka azul con lima.
                -¿No es demasiado ligero?
                -No pretendo que me emborraches.
                Una sonrisa volvió a asomarse en sus comisuras. Su cabello rubió se removió al ladear su cuerpo, mientras su figura erguida fue desapareciendo de nuevo entre la cantidad de multitud que apilaba en la barra. Di media vuelta, acercándome a los demás.
                Micaela se había sentado en uno de los sofás. Parecía conversar abiertamente con James, quién la escuchaba embozando una sonrisa y rodeándola de un brazo. Charlie, a su lado, jugueteaba callado con su pajita ya usada de su copa vacía. Parecía no tener permiso de unirse a la conversación.
                Un poco más lejos, Danny descansaba en uno de los sofás. Compartido únicamente por una morena desconocida, parecía absorto pero sin conocimiento en lo que ésta le decía. Noté mi pecho arder, mientras mis ojos y sentidos analizaban a aquella muchacha. Veinte y pocos, pantalones cortos y camiseta escotada. Mi cabeza le asignó su respectivo adjetivo, mientras me obligaba a apartar la mirada de todos ellos.
                Dylan me sorprendió detrás de mí. Una sonrisa volvía a saludarme. Alzó mi copa azulada, con una rodaja de limón suspendida en uno de los bordes. Acercó la pajita a mi boca, mientras me permitía darle un sorbo.
                Tenía buen saber. Muy buen sabor.
                -Gracias –Le dije apoderándome de ella -. Un trajo de esto no me vendría mal ahora.
                -¿James y Mic se traen algo? –Dijo de pronto. Su ceño se frunció en mi espalda, pero no me volteé. Me encogí de hombros, dando otro sorbo -. James parece estar muy apegado a ella.
                -He notado algo, pero Micaela aún no me ha contado nada -Le guiñé un ojo -. Te mantendré informada si me entero de algo.
                Una carcajada volvió a salir aflote. Sus ojos se desviaron a la pista de baile, dónde todos se amontonaban. La música tentaba en salir, pero mi pensamiento comenzó a crearse sus historias. No quería salir, y deseaba que Dylan no me pidiese hacerlo. Sinó, un no sería difícil de pronunciar.
                -¿Quieres bailar? –Dijo ignorando mis peticiones silenciosas.
                Cerré los ojos lentamente. Intenté dibujar el no en mi pared negra del cerebro, pero esta se repelía cuando lo intentaba. No quería ser tan egoísta de ignorarle; no quería decir que no ha algo que yo misma quería decir que sí. A fin de cuentas, no quería pasarme  toda la noche sujetando un cubata de vodka azul viendo a los demás divertirse.
                -¡Di que sí! –Oí a mi lado. Ladeé la cabeza, sobresaltada a tiempo de ver a Danny apoderarse de mi pajita y darle un sorbo a mi copa. Sus ojos azules resaltaron desde abajo, en silencio, mientras arrastraba a su compañera hacía la música -. Natasia y yo vamos ahora allí.
                Mis ojos se arrastraron hacía los color miel de Natasia. Una sonrisa pícara parecía analizarme, al igual que yo a ella. Noté mi cara arder furiosa. Estaba furiosa, y no quería estarlo. “Te ignora. Querías eso, Kay”, me dije. Pero yo misma me desmentí.
                Días atrás había insistido en no dejarme a solas con Dylan. Hoy, acompañada de una chica de malas pintas, me incitaba a hacer lo contrario. Podía oír a mi corazón gritar furibundo, queriéndolo ahogar.
                Pero reprimí una sonrisa mientras él me la devolvía con soberbia.
                -¿No te parece mala idea irte a bailar con…? –Fruncí el ceño, ironizando -. ¿Natasia, se llamaba?
                Su sonrisa desapareció y su ceño de frunció. Su paso se detuvo cerca de nosotros, mientras ampliaba mi sonrisa.
                -¿Mala idea? –Repitió, incitándome a seguir.
                -Creo que tengo que hablar de algo serio contigo, Dan –Quise pedir. Su sonrisa reapareció sinuosa, mientras notaba su enmarañada confusión a mi alrededor -. Nada en especial.
                Pareció ignorar mis últimas palabras. Su mano se soltó de Natasia, sus ojos se encontraron medio segundos con los de Dylan, quién parecía tan absorto en la confusión del tema que no se percató de las intenciones de Danny. Su mano encontró la mía, azorándome, mientras comenzaba a arrastrarme lejos de todo el mundo.
                -Un segundo.  Hablemos ahora –Dijo para nuestros acompañantes.
                Me dejé arrrastrar en silencio sin mirar atrás. Sonreí maliciosamente, mientras veía sus prisas en saber del tema aquel. Sus pasos se pararon en compañía de los míos, en el revuelco de sombras en la esquina más apartada. Su cuerpo dio media vuelta, situándose delante de mí mientras sus ojos me observaron con firmeza, serenos.
                Sus pecas adornaban su rostro con cierto aspecto lóbrego, resaltando el azul grisáceo.
                -¿Celosa? –Cuestionó. Una sonrisa de lado afloró con picardía.
                Sonreí superando la suya. Bien se equivocaba; bien acababa de revelar su aún atención por mí.

domingo, 5 de mayo de 2013

Capítulo 68 - Culpable


                Los chicos desaparecieron en compañía de la luz. La oscuridad reinó en todo el concierto, y el último solo de guitarra retumbó en el estadio. Un griterío emocionado e incontrolable desgarró el aire a su alrededor.
                Me mantuve cerca de Micaela. Ella ya parecía tener claro donde dirigirse, por lo que únicamente me dejé llevar. Los pasillos volvieron, y el griterío a lo lejos fue desapareciendo poco a poco. Podía notar las prisas en las voces de las chicas, las cuales parecían saber que ocurría.
                -¿Dónde vamos? –Me aventuré a preguntar.
                -Nos vamos antes de que todas las fans se amontonen y les resulte muy difícil salir –Me contestó Izzy -. Hay que ser rápidos. O si nos te quedas sin salir.
                Me aventuré a callar. Las luces del exterior me cegaron cuando abrieron una de las cientos de puertas, y de nuevo un griterío a lo lejos se extendió. Vislumbré a lo lejos como algunas fans ya esperaban el autobús en la puerta de salida, pero nada se había cargado.
                -Vamos chicas. Ahora hay pocas fans –Gritó Tom, empujándonos hacía uno de los dos autobuses.
                Miré a la puerta. Habrían al menos treinta chicas gritando como locas al observarles. Pocas fans…


                Me senté en uno de los asientos, observando la carretera pasar a gran velocidad a través del cristal. El vaho nublaba mi vista, y el frío parecía traspasar el cristal hasta filtrarse en mis huesos.
                A lo lejos, las  risas de Mic y James se perdían en el autobús. Les había dejado intimidad a ambos, y mirar a través de una ventana resultaba más tentador por el sosiego que unirme a los demás para ver la televisión.
                -Kay -Oí delante de mí.
                Aparté mis pensamientos para encontrarme con uno de mis miedos. Georgia se había acercado hasta mí, y una sonrisa tímida se perdía en su mejilla.
                -Geo –Le saludé.
                Su delgada y liviana figura se sentó delante de mí. Aparté mi pierna, observándola mientras ella parecía pensar en el tema de conversación. Había pasado la primera prueba; parecía que Georgia no sospechaba nada.
                -¿Ocurre algo? –Le pregunté con dulce voz.
                -Quería darte las gracias –Alzó su azulada mirada mientras mi cara adoptaba una mueca de miedo -. Me has tratado genial, y eres una buena persona. Has sido justa conmigo, y aunque no tengamos una gran amistad, quería darte las gracias por estar ahí, Kay.
                La miré horrorizada. No sabía a qué venía aquello, pero aquellas palabras de una gratitud que no me merecía ni en kilómetros me perforaban el pecho.    
                -No tienes por qué darme las gracias.
                -Sí, claro que debo –Insistió. Sus ojos se profundizaron, ruborizándose mientras apartaba la mirada de mí -. Pero es que quería pedirte un favor más. No sé a quién recurrir sin que me rechace.
                Fruncí el ceño. Lo que sea que fuese aquello, me erizó la piel de antelación.
                -¿El qué?
                -Habla con Danny –Dijo, casi de imploro -. Quiero recuperarle, despertarme de este mal sueño. No sé porqué cortó conmigo… estábamos bien. Si no puedo recuperarle, quiero saber que hice al menos mal.
                La garganta se me secó. Noté la cara arderme ante la situación, y las palabras no lograron fluirme con avidez.
                -¿No lo haría mejor Tom o Harry esto, antes que yo?
                -Tom o Harry me dirían que es asunto mío y de Danny. Ya se lo he propuesto a Tom, y su respuesta ha sido clara: “No puedo inmiscuirme en una relación ajena y sonsacarle algo a Danny que no me quiere decir”.
                -Pero, Georgia –Intenté escabullirme de aquel favor -. Si no se lo dice a Tom, ¿por qué ha de hacerme caso a mí?
                -Te llevas bien con él –Se encogió de hombros -. Siempre ha hablado muy bien de ti. Y si no se lo ha dicho a nadie, en el fondo, necesita a alguien que le escuche. Conozco a Danny; puede ser muy frívolo, pero necesita a alguien a su lado.
                Los ojos comenzaron a arderme. Aquel favor no lo quería hacer. Creía conocer la respuesta, y me veía incapaz de decirle la verdad o mentirle a Georgia. Confiaba en mí, y yo, de antaño, le había fallado. Podía oír a mi cabeza insultándome a gritos dentro de mí.
                -¿Entonces…? –Su labio tembló, nervioso -. ¿Podrás hacerlo?
                Intenté formular la palabra “no”. Pero era incapaz. Ya había sido demasiado egoísta, le había fallado cuando ella confiaba en mí. Un “sí” era un contestación egoísta y descarada, pero me daba tanto miedo y vergüenza fallarle en aquel mínimo favor, que no pude repelerme.
                -Está bien.

lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 67 - Laberito de pasillos


                -No te me puedes resistir, Kay.
                Fui recuperando la respiración poco a poco. Miré su sonrisa, burlona ante mi azoramiento e intenté volver a la realidad. Podía oír retumbar mi corazón en mis oídos, mientras finos rayos de luz se filtraban sutilmente, entre él y yo, creando distancias.
                Mis ojos se fruncieron cuando caí en el momento. Apreté la mandíbula, sintiendo como caía hacía un abismo de vergüenza. Había vuelto a jugar conmigo, con tanta facilidad que no había tenido problema.
                -¿Crees que tú me resistirías? –Dije intentando tomar el control
                Danny arqueó una ceja, mientras situaba sus manos detrás de su espalda. Se tomaba mi debilidad como una broma.
                -Está claro que sí.
                Me mordí el labio para no hablar. Sonreí forzosamente, y apretando los puños contra su pecho, le empujé hasta la puerta. No opuso resistencia, sino que pequeños comentarios de mofa se escapaban de sus labios, enrojeciéndome de rabia.
                -¿Te ves incapaz, no? –Di un paso atrás, abandonando la habitación. El marco de la puerta era nuestra separación -. No puedes superar los encantos Jones, nena.
                Le lancé una mirada furibunda, a lo que me respondió con la misma pizca de mofa. Intenté sostenerla, pero sus ojos azules temblaban de la risa.
                -Si a encantos Jones te refieres a no poder hacer nada más que acorralarme y acercarte a mí, entonces todos poseen encantos Jones, muy superiores a los tuyos.
                -Me encanta cuando intentas contestarme –Me guiñó un ojo -. Malgastas palabras inútiles, pero por oírte, te dejo hacer un poco el ridículo.
                Y con la cara quemando de rabia, cerré la puerta en sus narices. Su risa se filtró de entre los huecos, y poco a poco, sus pasos se alejaron. Me mantuve callada hasta que no se le oía, y cuando su eco desapareció, apoyé mi espalda en la puerta. Era insostenible.



                Notaba como el corazón se me salía del pecho. Aquellos pasillos eran infernales, herméticos y clausurados. Podía oír la música sonar encima de mí, pero no encontraba la forma de salir al escenario.
                El estadio de Birmingham era enorme. Había prometido, tanto a los chicos como chicas acudir más tarde al concierto, pero un fallo de alarma me había retrasado una hora. Notaba como mi cabello sondeaba al aire, enmarañado mientras la chaqueta se me caía por los hombros. Estaba perdida, y no sabía por dónde salir.
                -¡Joder! –Grité hecha un saco de nervios. Me detuve en mitad de uno de los pasillos, e intenté guiarme por el sonido de la guitarra sobre mi cabeza.
                La guitarra se calló en aquel momento. Sostuve la respiración, oyendo la voz de la que debería pertenecer a Tom, y un piano empezó a sonar a lo lejos. Se me congeló el corazón. Conocía aquel principio.
                Mi promesa a los chicos de que oiría Take me there en directo se estaba empezando a romper en pedazos.
                -¡Kay! –Oí a mi espalda. Noté como si me echasen un cubo de agua en medio de un soleado desierto. Ladeé mi cabeza, y Charlie, a lo lejos, me agitaba una mano que sujetaba una coca-cola -. ¿¡Qué demonios haces aquí!?
                -¡Charlie! –Se me escapó un gemido de mis labios. Corrí a toda velocidad hacía él, mientras su cuerpo se tensaba -. ¡Llévame hasta dónde están las chicas, deprisa!
                -¿Por qué? –Frunció el ceño -. El concierto casi ha terminado y…
                -¡Calla y guía! –Le grité obligándole a girarse.
                Asintió mientras carcajeaba, y recorriendo pasillos gemelos terminó encontrando unas pequeñas escaleras. La música se filtraba a través de la puerta de plomo, y casi volando, subimos dichas escaleras.
                El ruido bombardeó nuestros sonidos. Los ojos café de Charlie me guiaron a través de la luz de los focos, señalándome a las chicas las cuales se ocultaban detrás de un pilar de hierro. Intenté gritarle un gracias, pero ni siquiera mis oídos apreciaron mi voz. Una sonrisa complaciente se dibujó en sus labios, y dando media vuelta, volvió a los pasillos.
                Mis pasos se acercaron a Mic, Lara, Gio e Izzy. Ésta primera pareció exclamar ante la sorpresa, mientras una mirada incrédula, decepcionada y sorprendida  me acusó de tardanza.
                Mis oídos intentaron mirarla arrepentida, oyendo sus palabras, pero entonces el único ruido audible acompañado del coro de fans llegó a mis oídos.
                -…I feel like you’re alive in me.
                Mis ojos ladearon hasta el escenario. Danny terminó de cantar en aquel momento. Bajó su mirada hasta su guitarra negra y desgastada por el uso, y tocando alguna nota, se alejó un poco de su micrófono. Tom tomó el suyo, y cantó el estribillo con tanta potencia que mi piel se erizó.
                -And you take me, and you take me, and you take me there.
                Los ojos de Danny subieron un segundo hasta nuestra posición. Pude diferenciar gracias al gran foco que caía sobre él sus ojos, semejantes a los de Micaela, observándome decepcionados. Noté como se me encogía el corazón y mis músculos se volvían a crispar.
                -I get anxious jut knowing that you’re the one I come to, come home to. Being without you makes me suffocate cause baby I breathe you, yeaah I breathe you. –Su cabeza ladeó un momento hacía nosotras, y su mirada me encontró entre la oscuridad. No supe descifrar exactamente lo que sentían en aquel momento.
                Suspiré y me centré en la canción. Oír nuestra letra resonar en todo el estadio, escuchada por cientos de fans que desconocían su significado, lograba alterarme entera. Era consciente de que nuestra letra era más que simples letras ordenadas que rimaban. Al fin y al cabo, era nuestra letra. La misma que había traído un beso de reencuentro.
                -Se ha percatado de que llevas todo el concierto ausente –Oí la voz de Lara en mi oído, rozando sus labios con éste -. ¿¡Dónde demonios estabas!?

viernes, 26 de abril de 2013

Capítulo 66 -Un simple roce


Un sinfín de sombras comenzaron a oscurecer todo el restaurante. Un chico de pecas pelirrojo nos dio el último aviso para que abandonar la estancia, dejando nuestras carcajadas halladas en la sala, nos apresuramos para entrar al vestíbulo. Detrás nuestra, el restaurante se cerró siendo nosotros sus últimos visitantes, y ni el más mínimo fulgor de las velas iluminaba la estancia.
                Los pasos de Dylan se detuvieron cerca de la escalera. Miré hacía la gente turista que desaparecía a los salones, mientras el encargado nos dedicaba una última mirada y desaparecía por el pasillo. Miré a Dylan, quién se mantenía ausente, frunciendo el ceño.
                -¿Ocurre algo? –Pregunté.
                Su mirada me encontró y una sonrisa torcida se embozó en sus labios, alejando sus pensamientos.
                -¿Te quedas un rato conmigo? –Susurró, acercándose a mi oído.
                Le miré, analizando la situación. Apenas murmullos a lo lejos se escuchaban, y el ruido de los coches ahogados en el exterior tensaban la situación. Carcajeé suavemente con ironía,, arqueando las cejas y tomándome aquellas palabras de broma. Ladeé la cabeza, e intentado dar media vuelta, mi mano se vio aferrada.
                Me estaba deteniendo. Miré su mano mientras la entrelazaba con la mía, y con cuidado, subí mi mirada hasta sus ojos, los cuales ya me observaban. Intenté pensar pero un nudo se formaba en mi vientre impidiéndome siquiera actuar con claridad. Temía lo que pudiese ocurrir después.
                Su brazo comenzó a arrastrarme hacía él. El aire gélido erizaba mi piel, y sin saber si se debía al frío o la gravedad de la situación, mi piel se equizó.
                Y como si me persiguiera acompañado de remordimientos, sus risas, su risa pecualiar se filtraron del exterior. Di un paso hacía atrás, creando distancias mientras la mirada de Dylan se ausentaba de la mía, visiblemente molesta por la interrupción.
                Quizás si hubiese sido él otra persona, quizás si hubiese sido el mismo que carcajeaba en aquel momento, las voces se hubiesen ahogado en mis oídos y no me hubiera alejado.
                No tardaron en llegar; la mirada de Danny fue la primera con la que me encontré. Seguido, Tom, Harry y Dougie captaron nuestra presencia nada más ladearon las cabezas hasta nosotros.
                Sus carcajadas se fueron ahogando poco a poco. Dougie lanzo un pequeño grito en señal de saludo, a lo que le respondí con una sonrisa, seca. Frunció el ceño, pero se aproximó un poco a nosotros.
                -¡Buenas noches, chicos! –Saludó Dougie saltando hacía nosotros. Un brazo suyo rodeó mi cuello, haciéndome tambalear con él -¿Qué tal la noche? ¿Sabéis dónde está Lara?
                -Ya ha subido con Micaela –Le contesté -. ¿Cómo ha ido el concierto?
                -Genial, A las fans les ha gustado vuestra canción.
                Sonreí. “Nuestra” canción era un término que conseguía hacerme vibrar los sentidos; me gustaba, pero al mismo tiempo me horrorizaba. Miré detrás suya, y los ojos de Danny volvieron a encontrarme rápidamente. Por otra parte, la presión de la situación con Dylan seguía golpeándome, y su misma mirada perforaba mi nuca.
                -Te acompaño a tu habitación –Dijo de pronto Dylan.
                Vi como Dan fruncía el ceño, desconcertándose. Le imité, igual de confusa viendo como el rubio se despedía y comenzaba a subir las escaleras. Una iniciativa de contradecirle me incitó, pero pensé mis palabras. Estaba sacándome de un momento incómodo, para meterme en otro. Suspiré y me limité a seguirle.
                -Ya nos vemos más tarde, chicos –Dije, alzando la mano para despedirme –Buenas noches.
                Los cuatro me respondieron, y les di la espalda mientras me apresuraba para alcanzar a Dylan. Creí que el silencio nos rodearía, cuando de repente, unos sonidos huecos producido por pisadas en las escaleras sonaron detrás de mí. Me giré, sorprendida para descubrir a Danny.
                -¿Dónde vas? –Pregunté. Una sonrisa se limitó a sonreírme.
                -¿No puedo subir a las habitaciones?
                Me encogí de hombros. Noté como mi estómago se comenzaba a estrujar con más malicia.  Rehuí de su mirada, a la derecha, y de la de Dylan, a mi izquierda. Ambos eran dos problemas, ambos me estaban estrujando juntos. Noté como la situación se me escapaba de entre las manos mientras avanzábamos el pasillo del tercer piso, yo cabizbaja y con Danny y Dylan a mis lados.
                -¿Qué tal ha ido la noche? –Preguntó Danny, rasgando el silencio. Le miré incrédula, como si aquella pregunta hubiese sido la más estúpida del mundo. Él se limitó a sonreírme con picardía.
                -Bastante bien. Ha sido agradable –Contestó el otro siguiendo su juego -. Kay y yo hemos cenado juntos; me las ingenié para tener privacidad.
                Bajé la mirada. Deseaba desmayarme en aquel momento, que la tierra me tragase.
                -Lo máximo que puedes aspirar, ¿no?
                -¿Cómo? –Se fue deteniendo Dylan, cerca ya de mi habitación. Su mirada se enfrontó a la de Danny, cómo si ambos se desafiaran -. Una parte de a dónde llegaré. Es agradable. Una lástima que no hayas podido disfrutar de la noche por tocar en el concierto.
                Los ojos se Danny se achinaron un poco, creando rendijas. Su azul grisáceo me encontró, airado mientras parecían encenderse poco a poco. Apreté el entre cejo, rogándole en silencio que se callara.
                Sus labios se tensaron. Suspiré aliviada. No iba a proseguir la disputa. Miré a Dylan, quién le sonreía con soberbia. Hasta comprendiendo la situación, aquella imagen del rubio me irritó. Ambos permanecieron callados, enfrente de mi habitación, esperando el abandono del otro.
                -¿Y bien? –Dije de pronto, alterada por la situación.
                -¿No tenía que ir a tu habitación, Daniel?
                -¿No tenías que acompañarla únicamente?
                El ceño de Dylan se frunció. Ambos estaban encendiéndose con pequeñas chicas, con pequeños ataques, y no tardarían en encender la llama de la disputa.
                -¿Qué haces? –Cuestionó de pronto Dylan, confuso y tal vez, decepcionado -. ¿Qué te estás tramando, Jones? Hace apenas unos días cortaste con Georgia. Me impresiona lo impasible que puedes llegar a resultar –El ceño del pecoso es frunció -. En serio, deberías centrar la cabeza e ir a arreglar tu relación con Geo lo antes posible. Sería lo más maduro, en vez de ir jugando por ahí.
                Y dicho esto, irritado, dio media vuelta y se fue a su habitación. Un suave portazo nos dejó en silencio.
                -Te juro que me han entrado ganas de cerrarle la boca de un puñetazo –Vociferó Danny removiéndose el cabello, furioso -. Le hubiese callado esa bocaza inútil.
                -¿Y por qué no lo haces? –Le desafié, enfadada.
                -Por ti, por qué va a ser –Dijo suavemente con una carcajada -. ¿Por qué has cenado con él?
                Le miré exasperada. Saqué mis llaves, y apresurándome para abrir la puerta, me callé e intenté dejarle fuera. Pero cuando fui a cerrar, su cuerpo se deslizó suavemente bloqueado mi portazo y quitándome el contacto con la puerta, se encargó de cerrarla con cuidado. Cogió mis manos antes de que le apartaran de un empujón, y situándolas sobre su torso, me echó hacía atrás, hacía la pared.
                La habitación estaba sumida en sombras y el suave parpadeo de las farolas encendidas de la noche alumbraba sutilmente su medio rostro.
                -Me debes, entonces, una cena.
                -No te debo nada, inútil –Le dije haciendo fuerza para alejarme. Sus manos apretaron las mías, inmovilizándomelas -. ¿Qué coño haces, Dan?
                Una sonrisa se limitó a exasperarme más. La cara me ardía de rabia, pero de nervios también. Una parte efusiva quería detenerle y dejar vivir el momento, pero la rabia me consumía, queriéndolo alejar. Lograba hacer de mí lo que yo misma no me permitía.
                Su sonrisa se acercó a mis labios. Noté su suave respiración en mi boca, a lo que callé y dejé de apretar los dientes. Me aturdió, sí, y sus labios se fueron aproximando poco a poco. Noté la rabia se consumía por el momento, el cual me estaba atrapando a medida que sus labios se aproximaban. Bastó un simple roce para evadir toda irritación, pero cuando dejé de hacer fuerza para evitarle, cuando dejé de resistirme esperando el momento, sus labios se apartaron triunfantes. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, y mi turbamiento se manifestó ostentosamente.
                -No te me puedes resistir, Kay.