Un sinfín de sombras
comenzaron a oscurecer todo el restaurante. Un chico de pecas pelirrojo nos dio
el último aviso para que abandonar la estancia, dejando nuestras carcajadas
halladas en la sala, nos apresuramos para entrar al vestíbulo. Detrás nuestra,
el restaurante se cerró siendo nosotros sus últimos visitantes, y ni el más
mínimo fulgor de las velas iluminaba la estancia.
Los
pasos de Dylan se detuvieron cerca de la escalera. Miré hacía la gente turista
que desaparecía a los salones, mientras el encargado nos dedicaba una última
mirada y desaparecía por el pasillo. Miré a Dylan, quién se mantenía ausente,
frunciendo el ceño.
-¿Ocurre
algo? –Pregunté.
Su
mirada me encontró y una sonrisa torcida se embozó en sus labios, alejando sus
pensamientos.
-¿Te
quedas un rato conmigo? –Susurró, acercándose a mi oído.
Le
miré, analizando la situación. Apenas murmullos a lo lejos se escuchaban, y el
ruido de los coches ahogados en el exterior tensaban la situación. Carcajeé
suavemente con ironía,, arqueando las cejas y tomándome aquellas palabras de
broma. Ladeé la cabeza, e intentado dar media vuelta, mi mano se vio aferrada.
Me
estaba deteniendo. Miré su mano mientras la entrelazaba con la mía, y con
cuidado, subí mi mirada hasta sus ojos, los cuales ya me observaban. Intenté
pensar pero un nudo se formaba en mi vientre impidiéndome siquiera actuar con
claridad. Temía lo que pudiese ocurrir después.
Su
brazo comenzó a arrastrarme hacía él. El aire gélido erizaba mi piel, y sin
saber si se debía al frío o la gravedad de la situación, mi piel se equizó.
Y
como si me persiguiera acompañado de remordimientos, sus risas, su risa
pecualiar se filtraron del exterior. Di un paso hacía atrás, creando distancias
mientras la mirada de Dylan se ausentaba de la mía, visiblemente molesta por la
interrupción.
Quizás
si hubiese sido él otra persona, quizás si hubiese sido el mismo que carcajeaba
en aquel momento, las voces se hubiesen ahogado en mis oídos y no me hubiera
alejado.
No tardaron
en llegar; la mirada de Danny fue la primera con la que me encontré. Seguido,
Tom, Harry y Dougie captaron nuestra presencia nada más ladearon las cabezas
hasta nosotros.
Sus
carcajadas se fueron ahogando poco a poco. Dougie lanzo un pequeño grito en señal
de saludo, a lo que le respondí con una sonrisa, seca. Frunció el ceño, pero se
aproximó un poco a nosotros.
-¡Buenas
noches, chicos! –Saludó Dougie saltando hacía nosotros. Un brazo suyo rodeó mi
cuello, haciéndome tambalear con él -¿Qué tal la noche? ¿Sabéis dónde está
Lara?
-Ya
ha subido con Micaela –Le contesté -. ¿Cómo ha ido el concierto?
-Genial,
A las fans les ha gustado vuestra canción.
Sonreí.
“Nuestra” canción era un término que conseguía hacerme vibrar los sentidos; me
gustaba, pero al mismo tiempo me horrorizaba. Miré detrás suya, y los ojos de
Danny volvieron a encontrarme rápidamente. Por otra parte, la presión de la
situación con Dylan seguía golpeándome, y su misma mirada perforaba mi nuca.
-Te
acompaño a tu habitación –Dijo de pronto Dylan.
Vi
como Dan fruncía el ceño, desconcertándose. Le imité, igual de confusa viendo
como el rubio se despedía y comenzaba a subir las escaleras. Una iniciativa de
contradecirle me incitó, pero pensé mis palabras. Estaba sacándome de un
momento incómodo, para meterme en otro. Suspiré y me limité a seguirle.
-Ya
nos vemos más tarde, chicos –Dije, alzando la mano para despedirme –Buenas noches.
Los
cuatro me respondieron, y les di la espalda mientras me apresuraba para
alcanzar a Dylan. Creí que el silencio nos rodearía, cuando de repente, unos
sonidos huecos producido por pisadas en las escaleras sonaron detrás de mí. Me
giré, sorprendida para descubrir a Danny.
-¿Dónde
vas? –Pregunté. Una sonrisa se limitó a sonreírme.
-¿No
puedo subir a las habitaciones?
Me
encogí de hombros. Noté como mi estómago se comenzaba a estrujar con más malicia.
Rehuí de su mirada, a la derecha, y de
la de Dylan, a mi izquierda. Ambos eran dos problemas, ambos me estaban
estrujando juntos. Noté como la situación se me escapaba de entre las manos
mientras avanzábamos el pasillo del tercer piso, yo cabizbaja y con Danny y Dylan
a mis lados.
-¿Qué
tal ha ido la noche? –Preguntó Danny, rasgando el silencio. Le miré incrédula,
como si aquella pregunta hubiese sido la más estúpida del mundo. Él se limitó a
sonreírme con picardía.
-Bastante
bien. Ha sido agradable –Contestó el otro siguiendo su juego -. Kay y yo hemos
cenado juntos; me las ingenié para tener privacidad.
Bajé
la mirada. Deseaba desmayarme en aquel momento, que la tierra me tragase.
-Lo
máximo que puedes aspirar, ¿no?
-¿Cómo?
–Se fue deteniendo Dylan, cerca ya de mi habitación. Su mirada se enfrontó a la
de Danny, cómo si ambos se desafiaran -. Una parte de a dónde llegaré. Es
agradable. Una lástima que no hayas podido disfrutar
de la noche por tocar en el concierto.
Los
ojos se Danny se achinaron un poco, creando rendijas. Su azul grisáceo me
encontró, airado mientras parecían encenderse poco a poco. Apreté el entre
cejo, rogándole en silencio que se callara.
Sus
labios se tensaron. Suspiré aliviada. No iba a proseguir la disputa. Miré a
Dylan, quién le sonreía con soberbia. Hasta comprendiendo la situación, aquella
imagen del rubio me irritó. Ambos permanecieron callados, enfrente de mi
habitación, esperando el abandono del otro.
-¿Y
bien? –Dije de pronto, alterada por la situación.
-¿No
tenía que ir a tu habitación, Daniel?
-¿No
tenías que acompañarla únicamente?
El
ceño de Dylan se frunció. Ambos estaban encendiéndose con pequeñas chicas, con
pequeños ataques, y no tardarían en encender la llama de la disputa.
-¿Qué
haces? –Cuestionó de pronto Dylan, confuso y tal vez, decepcionado -. ¿Qué te
estás tramando, Jones? Hace apenas unos días cortaste con Georgia. Me
impresiona lo impasible que puedes llegar a resultar –El ceño del pecoso es
frunció -. En serio, deberías centrar la cabeza e ir a arreglar tu relación con
Geo lo antes posible. Sería lo más maduro, en vez de ir jugando por ahí.
Y
dicho esto, irritado, dio media vuelta y se fue a su habitación. Un suave
portazo nos dejó en silencio.
-Te
juro que me han entrado ganas de cerrarle la boca de un puñetazo –Vociferó Danny
removiéndose el cabello, furioso -. Le hubiese callado esa bocaza inútil.
-¿Y
por qué no lo haces? –Le desafié, enfadada.
-Por
ti, por qué va a ser –Dijo suavemente con una carcajada -. ¿Por qué has cenado
con él?
Le
miré exasperada. Saqué mis llaves, y apresurándome para abrir la puerta, me
callé e intenté dejarle fuera. Pero cuando fui a cerrar, su cuerpo se deslizó
suavemente bloqueado mi portazo y quitándome el contacto con la puerta, se
encargó de cerrarla con cuidado. Cogió mis manos antes de que le apartaran de
un empujón, y situándolas sobre su torso, me echó hacía atrás, hacía la pared.
La
habitación estaba sumida en sombras y el suave parpadeo de las farolas
encendidas de la noche alumbraba sutilmente su medio rostro.
-Me
debes, entonces, una cena.
-No
te debo nada, inútil –Le dije haciendo fuerza para alejarme. Sus manos
apretaron las mías, inmovilizándomelas -. ¿Qué coño haces, Dan?
Una
sonrisa se limitó a exasperarme más. La cara me ardía de rabia, pero de nervios
también. Una parte efusiva quería detenerle y dejar vivir el momento, pero la
rabia me consumía, queriéndolo alejar. Lograba hacer de mí lo que yo misma no
me permitía.
Su
sonrisa se acercó a mis labios. Noté su suave respiración en mi boca, a lo que
callé y dejé de apretar los dientes. Me aturdió, sí, y sus labios se fueron
aproximando poco a poco. Noté la rabia se consumía por el momento, el cual me
estaba atrapando a medida que sus labios se aproximaban. Bastó un simple roce
para evadir toda irritación, pero cuando dejé de hacer fuerza para evitarle,
cuando dejé de resistirme esperando el momento, sus labios se apartaron
triunfantes. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, y mi turbamiento se
manifestó ostentosamente.
-No te
me puedes resistir, Kay.
1 comentarios:
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! continuá!
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