lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 67 - Laberito de pasillos


                -No te me puedes resistir, Kay.
                Fui recuperando la respiración poco a poco. Miré su sonrisa, burlona ante mi azoramiento e intenté volver a la realidad. Podía oír retumbar mi corazón en mis oídos, mientras finos rayos de luz se filtraban sutilmente, entre él y yo, creando distancias.
                Mis ojos se fruncieron cuando caí en el momento. Apreté la mandíbula, sintiendo como caía hacía un abismo de vergüenza. Había vuelto a jugar conmigo, con tanta facilidad que no había tenido problema.
                -¿Crees que tú me resistirías? –Dije intentando tomar el control
                Danny arqueó una ceja, mientras situaba sus manos detrás de su espalda. Se tomaba mi debilidad como una broma.
                -Está claro que sí.
                Me mordí el labio para no hablar. Sonreí forzosamente, y apretando los puños contra su pecho, le empujé hasta la puerta. No opuso resistencia, sino que pequeños comentarios de mofa se escapaban de sus labios, enrojeciéndome de rabia.
                -¿Te ves incapaz, no? –Di un paso atrás, abandonando la habitación. El marco de la puerta era nuestra separación -. No puedes superar los encantos Jones, nena.
                Le lancé una mirada furibunda, a lo que me respondió con la misma pizca de mofa. Intenté sostenerla, pero sus ojos azules temblaban de la risa.
                -Si a encantos Jones te refieres a no poder hacer nada más que acorralarme y acercarte a mí, entonces todos poseen encantos Jones, muy superiores a los tuyos.
                -Me encanta cuando intentas contestarme –Me guiñó un ojo -. Malgastas palabras inútiles, pero por oírte, te dejo hacer un poco el ridículo.
                Y con la cara quemando de rabia, cerré la puerta en sus narices. Su risa se filtró de entre los huecos, y poco a poco, sus pasos se alejaron. Me mantuve callada hasta que no se le oía, y cuando su eco desapareció, apoyé mi espalda en la puerta. Era insostenible.



                Notaba como el corazón se me salía del pecho. Aquellos pasillos eran infernales, herméticos y clausurados. Podía oír la música sonar encima de mí, pero no encontraba la forma de salir al escenario.
                El estadio de Birmingham era enorme. Había prometido, tanto a los chicos como chicas acudir más tarde al concierto, pero un fallo de alarma me había retrasado una hora. Notaba como mi cabello sondeaba al aire, enmarañado mientras la chaqueta se me caía por los hombros. Estaba perdida, y no sabía por dónde salir.
                -¡Joder! –Grité hecha un saco de nervios. Me detuve en mitad de uno de los pasillos, e intenté guiarme por el sonido de la guitarra sobre mi cabeza.
                La guitarra se calló en aquel momento. Sostuve la respiración, oyendo la voz de la que debería pertenecer a Tom, y un piano empezó a sonar a lo lejos. Se me congeló el corazón. Conocía aquel principio.
                Mi promesa a los chicos de que oiría Take me there en directo se estaba empezando a romper en pedazos.
                -¡Kay! –Oí a mi espalda. Noté como si me echasen un cubo de agua en medio de un soleado desierto. Ladeé mi cabeza, y Charlie, a lo lejos, me agitaba una mano que sujetaba una coca-cola -. ¿¡Qué demonios haces aquí!?
                -¡Charlie! –Se me escapó un gemido de mis labios. Corrí a toda velocidad hacía él, mientras su cuerpo se tensaba -. ¡Llévame hasta dónde están las chicas, deprisa!
                -¿Por qué? –Frunció el ceño -. El concierto casi ha terminado y…
                -¡Calla y guía! –Le grité obligándole a girarse.
                Asintió mientras carcajeaba, y recorriendo pasillos gemelos terminó encontrando unas pequeñas escaleras. La música se filtraba a través de la puerta de plomo, y casi volando, subimos dichas escaleras.
                El ruido bombardeó nuestros sonidos. Los ojos café de Charlie me guiaron a través de la luz de los focos, señalándome a las chicas las cuales se ocultaban detrás de un pilar de hierro. Intenté gritarle un gracias, pero ni siquiera mis oídos apreciaron mi voz. Una sonrisa complaciente se dibujó en sus labios, y dando media vuelta, volvió a los pasillos.
                Mis pasos se acercaron a Mic, Lara, Gio e Izzy. Ésta primera pareció exclamar ante la sorpresa, mientras una mirada incrédula, decepcionada y sorprendida  me acusó de tardanza.
                Mis oídos intentaron mirarla arrepentida, oyendo sus palabras, pero entonces el único ruido audible acompañado del coro de fans llegó a mis oídos.
                -…I feel like you’re alive in me.
                Mis ojos ladearon hasta el escenario. Danny terminó de cantar en aquel momento. Bajó su mirada hasta su guitarra negra y desgastada por el uso, y tocando alguna nota, se alejó un poco de su micrófono. Tom tomó el suyo, y cantó el estribillo con tanta potencia que mi piel se erizó.
                -And you take me, and you take me, and you take me there.
                Los ojos de Danny subieron un segundo hasta nuestra posición. Pude diferenciar gracias al gran foco que caía sobre él sus ojos, semejantes a los de Micaela, observándome decepcionados. Noté como se me encogía el corazón y mis músculos se volvían a crispar.
                -I get anxious jut knowing that you’re the one I come to, come home to. Being without you makes me suffocate cause baby I breathe you, yeaah I breathe you. –Su cabeza ladeó un momento hacía nosotras, y su mirada me encontró entre la oscuridad. No supe descifrar exactamente lo que sentían en aquel momento.
                Suspiré y me centré en la canción. Oír nuestra letra resonar en todo el estadio, escuchada por cientos de fans que desconocían su significado, lograba alterarme entera. Era consciente de que nuestra letra era más que simples letras ordenadas que rimaban. Al fin y al cabo, era nuestra letra. La misma que había traído un beso de reencuentro.
                -Se ha percatado de que llevas todo el concierto ausente –Oí la voz de Lara en mi oído, rozando sus labios con éste -. ¿¡Dónde demonios estabas!?

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