POV DANNY
Arrastré a Tom a la fuerza, lejos
de el pequeño campamento ya montado. Evité mirar a Georgia, quién había
insistido en que la acompañara a pescar. Pero aquel nudo en el estómago me
impedía actuar con prudencia. Una vez me aseguré de que estábamos fuera del
alcance de los demás, esperé a que Tom se respaldara sobre el tronco de un pino
mientras suspiraba. Su mirada café me hacía sospechar sin evitarlo.
-¿Quiénes son esas? –Pregunté
sonriendo, intentando parecer tranquilo.
-Ya las has oído: Micaela y Kay.
-¿Y de qué las conocéis?
-James nos invitó al bar donde
trabajan. Tenía cierto interés por presentárnoslas. Son bastante amables.
-Oh –Dije mientras me cruzaba de
brazos y apoyaba todo mi peso sobre una pierna -. Me extrañaba no conocerlas.
Me ha extrañado que la castaña no se enfadara por.. tirarla al agua.
-Kay –Me informó Tom -. Sí,
es bastante dócil, al parecer. Un carácter peculiar para una mujer.
Asentí, sin comentarios. Mis ojos
se desviaron un momento hacía un niño de alrededor siete años, que correteaba
por las hojas marrones caídas de los árboles. Cuando mi mirada volvió a
observar a Tom, su hoyuelo se descubrió y una sonrisa pícara intentó pasar
desapercibida.
-¿Qué ocurre?
-Oh, nada. –Dijo mientras se
apartaba del árbol -. ¿Volvemos?
-No –Le detuve del brazo,
frunciendo el ceño y sonriendo sin evitarlo -. Tom, habla.
-¿Para que me has traído
aquí?
-Preguntó sin dejar de embozar la sonrisa.
-Simplemente para saber quienes
eran esas chicas.
-Mentira –Dijo arqueando las cejas
-. Kay es de España. Tiene veinte años, y estará aquí hasta Invierno. Dice que
volverá para Navidades a su país.
Fruncí el ceño. El nudo que había
en mi estómago se apretó más. Intenté contestar deprisa, pero simplemente un
sonido intendible se escapó de mi garganta. Respiré hondo mientras volvía a
recordar a la curiosa chica de cabello castaño. Había algo en ella que me
removía el estómago, tal vez nada bueno, o quién sabía.
-Qué quieres decir.
-En realidad me has traído aquí
por el tema de ella y su amiga, ¿no? –Me encogí de hombros. Cansado, Tom
suspiro, y en un momento de descuido mío intentó volver a marcharse -. Déjalo
Danny, esto en realidad es una tontería.
No insistí. Una parte de mí se
obligó a creer que realmente era una tontería lo que quisiera que pasaba en su
cabeza. De modo qué, asintiendo sin creérmelo del todo, dejé libertad a mi
amigo mientras, en silencio, volvíamos hacía el pequeño campamento.
Mis ojos no evitaron desviarse
hacía la ondulada melena, de espaldas a mí que charlaba animadamente con Harry.
De nuevo, una curiosidad sobre sus tema de conversación, o su carácter, vida o
lo que sea se despertó, e insconcientemente mis pies se detuvieron, dejando que
Tom siguiera su reciente conversación sola, mientras andaba sin darse cuenta de
mi ausencia.
POV KAY
-..Y luego está Pudd. La alegría y
amor de McFly –Nos comentó Harry mientras ataba una cuerda al suelo.
-¿Pudd?
–Preguntó Mic.
-Poynter
y Judd. Dougie y yo –Nos avisó serio. A las fans les entusiasmamos cuando vamos
en plan “pareja”. Es ya uno de nuestros hobbies favoritos.
Sin
evitarlo, me eché a reír. Aquel nuevo conocido que me había traído hasta allí
había resultado ser increíblemente amable, además de gracioso. La dulce
Giovanna se había encargado de explicarme la historia del grupo de su novio,
formado por aquellos cuatro chicos.
-¿Y
Tom y Danny? –Me atreví a preguntar -. ¿No tienen nada destacable para las
fans?
-Me
he fijado que las fans adoran su hoyuelo, y su dulzura en la forma de ser
–Informó Giovanna con una radiante sonrisa, que sin duda me confirmaron sus
sentimientos hacía el rubio -. Después también saben el amor de Tom por sus
gatos, y Disney…
-¿Y
Danny? –Dijo Mic.
-Danny
tiene a sus pezones –Dijo sin pensárselo Harry. -. Después tiene sus
movimientos sexys en el escenario, y sus pecas. Él las odia, pero a las fans
les vuelven locas.
-Las
adulas más de lo que deberían –Pronunció una grave voz encima de mí. De forma
inmediata, alcé la cabeza y el cuerpo de aquel nuevo conocido que me había
hecho caer al agua se extendió enfrente mía -. ¿Ya están las tiendas?
Su
posición estaba a mi lado. Esperé, e incluso deseé que se sentara a mi lado,
pero sus pies caminaron y se situaron entre Harry y Giovanna. Micaela y yo
intercambiamos una mirada llena de preguntas sin responder.
-Hay
cuatro tiendas. Nosotros nos dividiremos en dos por tienda, y en las otras dos,
en alguna tendrán que apretarse un poco y caber tres.
-Nosotras
mismas –Dijo Giovanna, señalándonos -. Si no os importa, claro.
-En
absoluto –Dije con una sonrisa. Noté como mis mejillas ardieron, sin entender
por qué. Y como mi mirada hubiera captado la suya, subí los ojos hasta Danny,
que me miraba sereno. Apartó rápidamente la mirada de mí -. Me parece que
incluso estáis haciendo demasiado por nosotras.. ¡no nos conocéis la mitad!
-Ahora
ya todo el mundo os conoce, incluso Danny, que fue el que tuvo más retraso –Pronunció
Harry.
-Mientras
no nos hagáis nada ofensivo podréis dormir tranquilas con que vuestra tienda no
arda –Carcajeé, impresionada, mientras por otra parte Micaela explotó en risas
-. De quién tenéis que tener cuidado de verdad es de Dougie. Puede que
encontréis alguna lagartija cuando os despertéis.
-No
bromea –Nos advirtió Gio, seria -. El año pasado Frankie se despertó con una
rondando su pecho. La pobre casi muere del susto.
Fue
el único momento en que me acordé de la morena. Al parecer, no había venido, y
yo misma excusé su ausencia en mi mente con que, una chica tan repelente como
lo parecía ser ella, no quisiera venir a un sitio como aquel, lleno de
insectos. Imaginándome la escena que nos había dicho Gio, no pude evitar
unirme a las carcajadas de Micaela.
-¿Y
tú no le tienes fobia a nada? –Preguntó la ronca voz de Danny.
Cabizbaja, esperé a que contestara
a quien le había preguntado. Pero simplemente reinaba silencio. Noté un suave
codazo por parte de mi amiga, y de forma estúpida, levanté la cabeza para ver
las miradas que esperaban mi respuesta. Danny sonrió por mis despiste.
-Cucarachas
–Declaré entrecortadamente, ruborizada.
-Arañas
–Añadió por su parte Micaela, sufriendo un escalofrío al recordarlas -. De modo
que ni se te ocurra meter ninguna cucaracha ni araña en la tienda, Danny. Y
Dougie tampoco.
Instantáneamente, ambos castaños y Giovanna se echaron a reír. Por inercia, me
obligué a carcajear suavemente, llena de preocupación. Sabia que no iba a
dormir tranquila.
0 comentarios:
Publicar un comentario