martes, 23 de octubre de 2012

Capítulo 16 - Sus retratos


El corazón de Londres, con sus grandes edificios, fuentes y el big ben al final del cielo empezó a otearse cuando el sol caía para dar paso a la mañana. Despegué perezosamente mi frente del cristal, mientras dejaba de concentrarme únicamente en la emisora de radio que emitía canciones de los 90 apenas escuchadas, de las cuales embriagaron el coche muerto de silencio. Todos parecían demasiado cansados como para poder hablar, o siquiera tener ganas de hacerlo.
        -¿Y ahora? –Me preguntó con un hilo de voz Micaela, mientras se estiraba en su asiento -. ¿Vamos a ver a Mike?
        La mirada oscura pero fija de Carrie se fijó en mi, esperando mi respuesta. No sabía que contestar. Era demasiado temprano como para obligar a mi mente a pensar por la fuerza, de modo que me encogí de hombros sin apartar la mirada de la rubia de rizos que me sonreí tenuemente.
        -Seguro que Danny y Dougie ya habrán hecho algún plan para cuando lleguemos –Nos insinuó Carrie arqueando las cejas -. Podréis veniros, obviamente.
        Intercambié una mirada dubitativa con Micaela, quien no dudaba que pensaba lo mismo. Eran demasiadas invitaciones, demasiadas molestias por dos chicas a las que apenas conocían.
        -Otro día. Creo que ahora mismo lo único que pasa por nuestra mente es dormir. Mañana trabajamos –Dije con pesadumbre.
        -Otro día –Aceptó Carrie con una sonrisa, mientras se prometía a ella misma mis palabras.
El coche se detuvo, tal como supuse, enfrente del bar. Las puertas de este estaban cerradas, con una tranquilidad impropia de entre semana. Recogí mis cosas y con educación, Micaela y yo le agradecimos a Harry su hospitalidad.
        -No sé donde vivís, de modo que he parado aquí –Nos informó vacilando -. Si queréis os puedo acercar a casa, no es molestia.
        -Oh, no importa –Negó Mic echándome fuera del coche -. No vivimos lejos, además de que así nos despejamos un poco más del sueño.
        El batería aceptó sin reprochas. Nos despedimos de las chicas y él con una sonrisa, y bajamos del coche. Mis ojos se fijaron en el vehículo oscuro de delante nuestra, el coche de Danny, del cual nadie se podía divisar. De repente, la ventanilla trasera se bajó, y las cabecitas de Thomas y Giovanna se asomaron para despedirse.
        Y sin más despedidas, aparté de un gritito inaudible por parte de Dougie, comenzamos a recorrer la manzana que cotidianamente recorríamos. Por hablar de algo, Mic y yo intercambiábamos comentarios sobre el camping, positivos y agradeciendo la gratitud que habían mostrado todos hacía nosotras. Ambas nos sentíamos acopladas.
        -¿Te apetece ir a ver a Lara? Tal vez así veamos que les ha ocurrido a sus cuadros –Propuse cuando llegamos al límite, donde nos separamos.
        -¿Estará despierta?
        -No lo dudo. Le gusta madrugar. Dice que es cuando más inspiración le llega –Micaela asintió con inercia -. Creo que vive a tres manzanas más lejos de aquí.
        -Cinco –Corrigió con una dura sonrisa mi amiga, mientras iniciaba la marcha. A ninguna le apetecía caminar cinco manzanas, pero el dinero escaseaba para un taxi aquella mañana de domingo.



        La robusta puerta de madera se entreabrió, titubeando mientras dejaba ver unos oscuros, profundos y grandes ojos negros. Estos se achinaron al reconocernos, y volviendo a cerrar la puerta en nuestras narices y unos cuantos sonidos de cadenas y cerraduras deshacerse, dieron paso a Lara despeinada y con un pijama más grande que ella.
        -Chicas, -Dijo casi con un suspiro mientras se lanzaba a abrazarnos -. ¿qué hacéis aquí tan pronto?
        -Venimos de un camping y decidimos pasarnos para ver como estás –La saludé entrando a su casa -. ¿Qué tal las pinturas?
        El orden del pequeño piso me lo confirmaron. Entre los ventanales grandes, sofás y mesa se extendían grandes cuadros de los cuales ya había apreciado, pero estos habían sido modificados con grandes manchas decoloradas por encima, obviamente estropeando la pintura. Parecía que hubieran salpicado las obras de arte con un pincel lleno de lejía.
        -Me pasó el viernes –Dijo Lara con un suspiro mientras caminaba hacía la mesa, cogiendo un cuadro donde se podría apreciar a una mujer andando sola por un largo callejón, iluminado apenas por una débil farola -. Aparte de que la lavadora se estropeó, y cayó justamente cuando la ropa blanca se estaba limpiando con lejía, -Sonreí con sigilo al adivinarlo –la puertecilla reventó y recorrió toda la casa. Los cuadros ya estaban preparados para ser expuestos... –Dijo con una triste sonrisa.
        Sabía perfectamente lo importante que era la exposición en la que iba a participar Lara. Llevaba meses pintando aquellos magníficos cuadros, para nada al final,y por mucho que sonriera sabía que había llorado por la estropeación.
        Caminé hasta ella y le acaricié el hombro, mientras acariciaba la textura del cuadro.
        -Hay más exposiciones, además de que así podrás hacerlas mejor.
        -Gracias, Kay –Me agradeció con un suspiro y una sonrisa. Se revolvió su despeinada cabellera castaña antes de añadir: -, bueno, ¿dónde os metisteis ayer y el viernes?
        -Unos amigos nos invitaron a un camping –Dijo Micaela sentándose en el desgastado sofá, manchado de colores de pintura -. Unos amigos que hicimos en el bar, vamos. Te los presentaremos.
        -Oh, no hace falta –Sonrió con ternura -. Mike y yo lo supusimos, aunque me habló de un tal James.
        -Cómo no –Dije con una risita -. Conocimos al tal James y dos amigos suyos que resultaron tener en el pasado un grupo por el que Mike estaba enamorado –Rodé los ojos -. Y luego nos trajeron a unos amigos de otro grupo de música que…
        -McFly, ¿no? –Asentimos -. Me ha contado la historia. Harry, Danny, Dexter y Tom, ¿no?
        -Dougie –Le corregí con una carcajada -. ¿Sabes quienes son?
        -En absoluto. Simplemente me estuvo dando la tabarra todos los días mientras me los describía a todos –Caminó hacía la esquina donde se encontraba la televisión, y de la pared levantó un cuadro que no estaba salpicado por lejía -. Sus explicaciones me sirvieron como inspiración.
        Cuatro individuos pintados de forma ensombrecida sin que se les pudiera apreciar el rostro estaban dibujados. Pero en las cuatro siluetas, había perfectamente plasmado un carácter y forma que no dudé en diferenciarlos. Tom, con su cabello levantado por la gomina y la forma de su cara era el primero, seguido por una cara un poco más redonda y unos pequeños ricitos en el cabello: Danny. Luego, un pelo con forma un poco más de tazón y un flequillo más claro al tono de cabellos de los demás estaba plasmado, y la altura de este individuo era un poco inferior a las otras tres figuras. Y a su lado, con la espalda corpulenta que poseía Harry, un poco más llena de músculos que la realidad pero la cresta que este llevaba perfectamente diferenciada, estaba allí.
        -Dios mío Lara, los has plasmado –Me asombré con una mueca -. ¿De verdad que no sabes como son?
        -No, aún no –Frunció el ceño -. ¿Se parecen? La cara no está dibujada, no llego a tanto, pero más o menos por la forma en la que me los describió Mike pude hacerme una idea.
        -Tienes que enseñarles este cuadro –Comentó Mic con una sonrisa -. ¡Está genial! Seguro que les encantará.
        -Tal vez puedan venir a mi próxima exposición, y así saber si los he representado bien o mal –Propuso Lara alzando las cejas. Nosotras asentimos -. ¡Genial! 
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Espero que os vaya gustando :3 Agradezco mucho los comentarios, de veras, e intentaré animar en cuanto pueda el fic. Bueno, aquí ya se ve más a Lara, que irá incorporándose al fic cada vez más y más.
Mientras, sigan el fic. No lo abandonaré.

sábado, 20 de octubre de 2012

Capítulo 15 - Carácter Sandford

 El domingo amaneció con una fría y espesa niebla rodeando varios milimetros del suelo. Giovanna, la mas responsable de todas nosotras, fue la que se encargó de despertarnos a primera hora de la mañana. Los chicos se despertaron cuando el alba comenzó a asomarse a lo lejos. Con los ojos un poco hinchados y con una pésima fuerza de voluntad, empezaron a deshacer las tiendas de campaña.
 Mirė con melancolía como todos recogían sus cosas. Yo apenas tenía que recoger mi ropa, y por órdenes de Izzy, quedarme sentada esperando, pero tenía que ayudar. Me dirigí hacia Georgia con paso ligero, quien intentaba hacer caber todos los utensilios de cocina y demás en una mochila con apenas espacio libre.
          -¿Puedo ayudarte? -Le pregunté, sorprendiéndola.
           -Oh. No, no hace falta, gracias. Ya está todo hecho -Dijo con una sonrisa volviendo a levantarse. Su mirada me recorrió de arriba abajo, en un momento en que no pude evitar ruborizarme. Yo, a su lado, era como un dibujo pintado por un niño de cuatro años al lado de la mona lisa -. Eres camarera, ¿no?
           -Si -Dije con media sonrisa. Por rumores, sabía perfectamente que Georgia tenía no se que carrera sacada pero trabajaba como modelo, de modo que intenté subir un poco más mi reputación, ya sabiendo que no la iba a igualar. -Pero tengo estudios de periodismo en España. Pero estoy de vacaciones aquí, de modo que no puedo aspirar por ahora a nada mejor.
           -¿Entonces te irás? -dijo serena de pronto.
           -Si, obvio. Tendré que volver a España -Dije con una carcajada -. Pero de momento, entre que no hay trabajo allí y aquí he hecho algunas cuantas amistades más y tengo un puesto de camarera mediocremente mal pagado, me quedaré un tiempo bastante largo.
           -Oh, genial -Dijo sonriendo. Una de las sonrisas más perfectas que jamás había visto me hizo sorprenderme de ella -. Seguro que nos haremos más amigas.
 Asentí, callada, mientras daba por terminada mi conversación. Con una ligera sonrisa, la rubia y yo nos despedimos y acudí de nuevo al reencuentro con Micaela. La modelo había resultado ser más amable de lo que hubiera supuesto, y mi idea de la Barbie orgullosa y minuciosa cambió por completo.
           -Mañana es lunes -Dijo con amargura. Al momento adopté cara de repugnancia mientras cogía odio a sus palabras -. Mike volverá a estar obsesionado con James, seguro. -La frente de Mic se frunció mientras me miraba confusa -. Hablando de James, ¿cómo será que no ha venido?
          -Tal vez estuviera ocupado -Dije encogiéndome de hombros -. Pero apuesto lo que sea a que esta semana le veremos.
          -No lo dudo -Exclamó rodando los ojos.
Justo en aquel momento, cuatro figuras arrastrando los pies pasaron cerca de nosotras. En silencio, nos quedamos observando como los chicos terminaban de recoger la acampada.
 De ellos, el más despierto y con ganas de moverse parecía ser Tom. El rubio sonreía tenuemente mientras hablaba con el pequeño Dougie, de quien dudaba escuchar. Los ojos del bajista eran apenas dos rendijas que luchaban por no cerrarse y dormirse.
 Y con diferencia, nuestros ojos captaron a la figura más cansada y perezosa de todos. Danny, con la espalda encorbada y sus zapatillas desatadas caminaba a duras penas, siguiendo el paso de Harry que era el que más peso sujetaba.
 Trás la pasarela de estos, la firme figura de GIovanna apareció entre la oscuridad, directamente hacía nosotras. Aquella mañana su cabello de rulos estaba bastante revuelto, y su faceta se mantenía sería, como si le preocupase algo.
          -¿Habéis visto a Georgia e Izzy? -Nos preguntó un poco alterada. Mutuamente, Mic y yo fruncimos el ceño.
          -Georgia estaba... -DIje, pero en el momento en que señalé hacía las mochilas, la modelo ya no se encontraba allí. La busqué por el alrededor pero no había rastro suyo -. Estaba allí, pero ya se ha ido.
          -¿Qué ocurre, Gio? -preguntó curiosa Micaela pero manteniendo la madurez.
          -Tenemos un problema con Frankie -Susurró fuera de oídos curiosos -. Vuelve ha hacer un cuento de los suyos, por Dios. Ahora sin motivo alguno, se ha enfadado con Dougie.
          -¿Por qué?
          -¡Ella sabrá! Pero últimamente está más alarmada que nunca... -Suspiró mientras volvía a caminar -. Pobre Doug, de verdad. Mejor voy a buscar a estas para contárselo.
 Y dicho esto, la castaña desapareció de nuevo. Miré a mi amiga, preocupada por Dougie pero sin decir nada. No conocía lo suficiente a FRankie como para juzgarla, pero lo poco que lograba saber de ella era mas que suficiente para no confiar en ella, ni siquiera que me llegase a caer bien.
         -Desde que vi a Frankie su "humor"no me inspiró mucha confianza -DIjo Mic de parte de ambas -. Me parece que el pobre Dougie tendrá que soportar mucho de ella.
          -Tal vez Frankie tenga motivos para alarmarse -Dije no muy convencida de mis propias palabras -. Las relaciones nunca son fáciles.
           -Nno digas algo que no creas, Kay -Sonrió altivamente mientras comenzaba a caminar hasta los coches -. Tu misma acabas de oír lo que ha dicho Giovanna. Frankie debe de dramatizar mucho y buscar problemas.. y eso es así y no nos equivocamos, no creo que les quede mucho tiempo de relación a la pareja.
 No le contradije las palabras. Micaela había dicho en voz alta lo que yo realmente pensaba, y a pesar de que no me había mucha gracia las palabras de Mic sobre la relación de estos, era la verdad.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Capítulo 14 -El tiempo da la solución


                                                                              POV KAY

Noté que parte de la gran tensión que había acumulado desapareció cuando, una vez todos reunidos dieron comienzo a la cena, sus caras no adoptaron una mueca de asquerosidad al notar la carne cruda. Y ciertamente, aquella vez me habían salido raramente sabrosas.
        Levanté con gratitud la mirada hacía Danny. Sus ojos me observaron de reojo, pero cuando embocé mi sonrisa en señal de darle las gracias, su cabeza se volteó hacía el lado contrario de donde yo estaba y su mirada se apartó por completo de mi, totalmente indiferente.
        Intenté no inmutarme y seguir cenando, mientas el crepitar del fuego se unía a una conversación de todo el grupo pero de la cual no estaba unida. Pero inevitablemente, mi mirada siguió buscando cada cuán la mirada de mi nuevo amigo, pero este parecía no saber que yo existía en aquel grupo.
        -Por cierto Kay –Me llamó casi al final de la cena Micaela -. Hoy Lara me ha enviado un mensaje de que su próxima exposición no será hasta dentro de mucho –Fruncí el ceño pero no hizo falta que preguntara por qué. Mic se me adelantó: -Dice que ha tenido un accidente con los cuadros y que no va a poder presentar nada.
        -Vaya, que lástima –Dije terminándome mi último trozo de carne -. Parecía bastante emocionada en presentarlos.
        -Emocionada es poco. ¡Llevaba meses pintándolos! Si se les ha estropeado hasta el punto de tener que tirarlos a la basura, me temo que volverá a tardar meses en tener alguna oportunidad de exposición.
        -Lara no se redirá, Mic. La conoces y la conozco.
Micaela asintió la cabeza mientras su suave cabellera rubia contoneó en el aire. El silencio se hizo en el grupo, y bastó la sugerencia mía y de Giovanna para ponernos a limpiar los utensilios utilizados. Los demás decidieron disfrutar de las últimas horas de luz en las pocas farolas situadas del camping.
        -Yo me encargo de mojar los platos, Gi –Le sugerí, quitándole la gran pila de platos sucios de los brazos. Ella asintió mientras me dedicaba una sonrisa peculiar.
        Con lentitud, caminé con delicadeza hasta el río. A aquello no se le podía llamar limpiar platos, porque claramente el agua del río llegaba a estar más sucia que nuestras propias bocas juntas, pero el entorno estaba demasiado oscuro como para ir a buscar el agua corriente. Mis pisadas crujían en compañía de las hojas, mientras el bullicio lejano de las demás personas resonaba entre los altos troncos. Aún así, con aquella señal de vida y voces en el alrededor, me sentí sola entre el frío.
        Me senté con las piernas cruzadas cerca de la orilla, lo bastante cerca como para lavar los platos pero lejos de mancharme. Con inercia, me puse ha hacer mi tarea, hasta que de pronto y con las ramas y hojas que habían por todos sitios, crujieron y me alertaron de la presencia de alguien. Instantáneamente y asustada, giré mi cuerpo para observar quién se acercaba.
        Noté más ligereza en mi cuerpo cuando la tensión desapareció al ver que se trataba de Dougie. Su pequeño cuerpo delgado estaba con las piernas cruzadas, las manos en los bolsillos de los pitillos y una chaqueta fina como único abrigo. Su suave flequillo rubio apenas dejaba ver unas pequeñas rendijas como ojos. Con amabilidad, sonreí mientras me volvía hacía el río.
        -Doug, me has dado un susto de muerte.
        -Lo siento –Se disculpó. No me inmuté cuando oí sus pasos acercarse un poco más -. Venía a… pasar el tiempo –Dijo. Me volví hacía el mientras dejaba el plato en la gran pila -. Todos están con sus asuntos y ahora mismo estoy un poco melancólico.
        -Oh, conozco perfectamente la sensación –Dije con una suave sonrisa, mientras cogía la pila de platos al mismo tiempo que me levantaba -. ¿Amor, puede ser?
        -Sí, es sobre Frankie.
        -¿Qué ocurre con ella? –Le pregunté mientras no evitaba que Dougie cogiera la mitad de platos para ayudarme.
        Su respiración se pausó un poco antes de hablar. Podía notar un pequeño desespero por desahogarse o tal vez por encontrar alguna solución al problema que debía tener.
        -Últimamente está muy hostil y malhumorada. No le apetece hacer nada, ni salir, ni siquiera estar conmigo –Su aspecto de niño pequeño me pareció más madura que nunca cuando perdió su mirada en la espesura de los árboles -. ¿Ves la crisis que están pasando Harry e Izzy? No es nada comparado con como estamos nosotros. Frankie se enfada enseguida, yo intento solucionarlo pero no tengo mucha paciencia que digamos. Y la situación se me está yendo de las manos.
        -¿Problemas de qué, Dougie? –Pregunté con un hilo de voz preocupante -. Tal vez debáis hablarlo… todas las parejas pasan crisis.
        -No es la primera. Hace tiempo también lo pasamos mal, y corté con ella. No pensé, no se por qué lo hice, pero tuve suerte y ella no fue orgullosa en pedirme volver. Pero ahora todo ese orgullo y mal carácter ha salido ante la más mínima rozadura.
        -Deberíais hablarlo. Nosotras tenemos muchos calentamientos de cabeza y a veces simplemente queremos que…
        -Lo hemos hablado, pero es imposible mantener una conversación civilizada –Su rostro se crispó con una mueca de enfado, apretando la mandíbula -. Somos personas demasiado diferentes…
        No pude contestar rápidamente. Me planteé la situación. La arisca y seca Frankie que apenas conocía discutiendo con el niño bueno de Dougie. No conocía bien a ninguno, pero sabía la situación por la que pasaban, y lo peor era que no podía dar una solución objetiva.
        Respiré profundamente antes de decir con impotencia:
        -El tiempo dará solución a la cosa. Tal vez ahora sea inevitable pasarlo mal, pero al final habrá el mejor resultado.
        Doug frunció suavemente el ceño, midiendo mis palabras, y finalmente sonrió mientras me miraba. Intentaba parecer feliz, se notaba, pero inconscientemente le acaricié el hombro con mi mano libre.
        -Me alegro de haberte invitado, Kay –Susurró achinando sus ojos, y con un poco más de confianza regresamos a nuestras tiendas.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Capítulo 13 -Es ella


Con inercia, aferré la olla hasta el fuego que se había encargado Dougie de encender a duros intentos y dejé que la carne se cocinara. Me había ofrecido voluntaria para preparar la cena aquel día, pero ni yo misma sabía hacer grandes maravillas culinarias. Simplemente quería ayudar para agradecer aquella improvisada acampada.
        La carne comenzó a adoptar aquel color rojizo que tanto conocía. Cocinar no era lo mío: podía salirme bien hecha por fuera, y cruda por dentro, y nunca había logrado preparar algo decente si Mike no estaba a mi lado. Y aquel día, me faltaba él.
        -Te van a salir mal –Oí a mis espaldas.
Con tranquilidad, giré la cabeza hasta encontrar a la persona que me había hablado. Danny Jones se acercaba a la pequeña hoguera que iba iluminando la estancia confirme caía la noche. Apenas media hora más, y la oscuridad volvería a inundarnos, pero las suaves facciones de Danny y sus incontables pecas lograban verse aún. Sonreí mientras me encogía de hombros y me volvía a girar hacía la hoguera.
        -Siempre me salen crudas.
No te sus pasos pisar las hojas secas caídas de las altas copas de aquellos árboles, y antes de que me diera cuenta, su figura se estaba sentando a mi lado, sobre el tronco que se había encargado de llevar Harry para que nos pudiéramos sentar. Mi mirada evitó observarle, y cuando me di cuenta, mis manos habían comenzado a temblar, sujetando aún con las pinzas los trozos de carne. Dejé descansar el hierro para evitar que aquel pecoso se diera cuenta.
        -Prueba ha hacerle un corté a la carne, así se cocinará por dentro –Dijo aferrando esta vez las pinzas. Miré con detalle como, con ayuda de uno de los cuchillos que había dejado limpios Tom, abría la carne y la volvía a dejar en el fuego. Mi piel se erizó cuando noté el silencio del momento -. Cocinar no es tu fuerte, ¿verdad?
        -Oh, para nada. Puede que sea una de las peores cosas que se me den –Dije con una media sonrisa.
        -¿Y entonces que se te da bien? –Fruncí el ceño. Pocas cosas se me daban bien, muy pocas por no decir ninguna. Levanté la mirada hasta él para descubrir que sus ojos me observaba atentamente. Incapaz de contestar, me encogí de hombros -. Algo se te debe de dar bien.
        -A los quince años tocaba el piano. Mi tío me dio clases particulares, y bueno, no tocaba mal. Pero el piano estaba en casa de mi abuela, y bueno… antes de hacer los diez y siete, ella falleció y vendieron la casa. Desde entonces he tocado muy pocas veces más el piano.
        -Cuando vayas a casa de Tom, prepárate para oírle tocar el piano. Y seguro que te lo dejará –Sonreí en silencio ante su sugerencia mientras evocaba inevitablemente aquellos viejos recuerdos. -. ¿Nada más?
        -No tengo casi ninguna habilidad. –Danny me arqueó una ceja, pero antes de que me negará lo contrario, me apresuré a seguir. No era modestia, si no realidad: - ¿Y tú, Danny Jones?
        -La guitarra, diría yo –Dijo apartando la mirada mientras sonreía orgulloso -. La toco desde pequeño y siempre ha sido como mi más fiel objeto. Si no hubiera empezado a tocarla, Mcfly puede que no hubiera existido, lo que quiere decir que no hubiera conocido a Tom, Dougie y Harry.
        -¿Cuánto tiempo lleva Mcfly? –Pregunté con curiosidad. Apenas hacía unos días que me había enterado de su grupo de música y no sabía nada de ellos .
        -Nos juntamos en 2003, hace ya tiempo. Llevamos 8 años juntos, pero se han pasando volando –Su mirada se reflejó en el fuego, perdida en pensamientos -. Juntarnos fue la mejor decisión que creo haber tomado jamás.  Y eso que acudí a la audición de Tom por error.
        -Será el destino –Dije con una carcajada. El ceño de Danny se frunció, y su mirada pareció a travesarme. Mi risa desapareció, ruborizada -. ¿Qué ocurre?
        -¿Crees en el destino? –Me preguntó. Aquella pregunta me hizo imitarle, y apartando la mirada de él, pensé varias veces mi respuesta.
        -No. He dudado tantas veces de este que ya me niego a creer. ¿Tú crees en él?
        -A veces, depende de en que sentido… pero tal vez sea verdad, quién sabe –Me encogí de hombros mientras alejaba los trozos de carne del fuego, casi ya cocinados -. Kay, ¿has visto a Tom?
        -Se había ido a dar una vuelta con Giovanna –Dije evocando. La mirada de Danny se apartó de mi mientras se dedicaba a buscar entre la espesura de los árboles, pero la oscuridad ya casi reinaba en todo el camping -. Creo que iré a llamar a los otros.
        -Yo me encargo de Tom –Dijo de carrerilla, y sin ninguna acción más, se levantó rápidamente del tronco y echó a andar a grandes zancadas hacía la oscuridad. La confusión reinó en mi y cierta curiosidad sobre lo que le había pasado se asomó en mí.


                                                                               POV DANNY

        Eché a andar lo más rápido que pude en busca de Tom. Un revuelco de emociones se agitaba en mi interior, y mi estómago parecía sofocarse al pensar en lo que pasaba. Emoción, sorpresa, miedo tal vez, y furia hacía Tom me bombardeaba. Él sabía lo que había ocurrido desde el principio, él sabía aquello vivido hace un año había sido verdad pero se lo había mantenido en secreto, sin necesidad de contármelo. Y aquello no me resultaba realmente justo hacía mí.
        De soslayo, diferencié su risa cerca de una farola que extrañamente residía cerca de la carretera. Cambié el rumbo de mis pasos, y diferenciando entre la luz su rubia cabellera y los rizos de Giovanna, no me detuve hasta llegar a él.
        -Danny, ¿qué haces aquí? –Dijo con una de sus cotidianas sonrisas, pero apreté mi mandíbula con fuerza. La sonrisa de Tom desapareció y por seguridad, su cuerpo se separó un poco de Giovanna, quién me miraba fijamente -. ¿Qué te ocurre, Dan?
        -Tú lo sabías desde el principio, ¿Verdad? –El ceño del rubio se frunció -. Sabes perfectamente de lo que hablo, Thomas. ¿Giovanna también lo sabe? Antes se lo hubieras contado a ella que a mí. ¡A mí, a quien realmente le afecta este tema! ¿No sabes las consecuencias que puede traer esto? ¡Se supone que no eran más que pamplinas!
        -¿De qué estas hablando? –Dijo con voz pausada.
        -De Kay, Tom, de Kay –Dije con un susurro, evitando oídos curiosos. El rostro de mi amigo se ensombreció cuando comprendió la gravedad de la situación -. Sabías que era ella de quién habló aquella pitonisa hace año, pero no me lo dijiste. Te lo mantuviste callado como si fuera un juego, ¿verdad? –Su mandíbula se tensó, sin hablar -. ¿Sabes lo que puede ocurrir, no? ¡Y encima te la traes al campamento, para que la conozco!
        -Fue Dougie quién la invitó. –Dijo secamente. Sus ojos cafés me miraban de forma madura, y arrepentida al mismo tiempo -. Sí, puede que sospechara de quién era ella desde el día en que la conocí en el bar, pero ¿no se supone que no creías en estas cosas? ¿Entonces a que viene este carácter, Daniel?
        -Estoy así porque ahora mismo, todo lo que dijo aquella pitonisa del diablo puede ocurrir, ¡y no quiero que así sea! Además de que deberías haberme avisado desde el principio de que era ella… ¡desde el principio!
        -Se supone que si era ella, tú te darías cuenta, ¿no es así? –Una ceja se arqueó en su rostro, pícaro -. Las cosas no ocurren si tú no quieres, es cosa tuya, pero ahora no debes culpar a una chica de apenas veinte años de algo que ella no puede ni sospechar. A esto se le llama des…
        -¿Destino? –Bufé mientras soltaba una carcajada y posaba mis manos en mi cadera -. No me digas.
        -¿Qué ocurre aquí, chicos? –Preguntó suave Giovanna, mirándonos confusa. Había olvidado que ella estaba delante, y por lo que al parecer, ella no tenía ni idea de quién era Kay.
        -Gio, ¿te acuerdas aquel día en que acompañé a Danny a ver a la vidente esta de la que le hablaron Douge y Harry? –La castaña asintió, atenta -. ¿Y de lo que le predijo sobre la chica que… bueno, llegaría?
        -Venga ya, se supone que eso son palabrerías necias –Exclamó la chica de rizos. Yo arqueé las cejas, con obviedad, pero ella simplemente se dedicó a mirarnos sorprendida -. ¿Es Kay? ¿Cómo os basáis en eso?
        -Camarera, más joven que él, una peculiar personalidad algo extraña de la que habló aquella mujer, y según dijo, de una forma de ser que atraería a…
        -¿He dicho yo que me haya atraído? –Exclamé en defensa propia -. Simplemente me he dado cuenta de que… es ella.
        Fruncí el ceño, reflexionando de sus palabras. Era verdad, por mucho que negara que aquella chica no me había llegado a llamar la atención. Aquel mismo día, había aprovechado su soledad en la hoguera para tener una oportunidad en la que hablar, por conocerla un poco más. No me había parado a medir la gravedad de esto hasta que el tema del destino había salido. Y todo había ocurrido sin que yo me diera cuenta, y delante de mis narices.
                -¿Entonces que vas a hacer, Danny? –Me preguntó Giovanna con una de sus cordiales sonrisas. Encogiéndome de hombros, intenté sonar razonable.
        -Evitarla. Yo a Georgia la quiero ante todo.
La delicada cabeza de la castaña asintió, mientras Tom sonreí a escondidas. Le dediqué una mirada severa, pero finalmente le sonreí sin evitarlo. Me era imposible enfadarme con Tom.
        -La cena está lista.
Y fui el primero en volver hacía la hoguera.

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viernes, 5 de octubre de 2012

Capítulo 12:


Toqué con delicadeza la fría piedra que me separaba de la ducha continua. Una niña de tal vez unos cuatro años se metió dentro, con un bikini, acompañada de su madre. Evoqué viejos recuerdos, y con un suspiró, pisé descalza el suelo. Miré hacía el exterior, donde me esperaba Micaela, con la mirada perdida y esperándome. Mi camiseta con olor a acequia era lo único que cubría mi cuerpo, además de la roba interior. Una camiseta grande y arrugada que me venía por las piernas, mientras la ropa de Giovanna descansaba sobre el antebrazo de Micaela, esperando ser vestidas.
        -¿De verdad piensas ducharte con la fuente del mal olor sobre ti? –Cuestionó Micaela cuando encendí el grifo. La fría agua cayó sobre la piedra, salpicando y obligándome a alejarme lo poco que había avanzado -. Quítate la camisa, Kay.
        -No pienso hacerlo –Sentencié perseverante -. Me niego a ponerme en ropa interior sin que haya al menos una cortina que me pueda tapar.
        -Kay, los chicos están en sus duchas, y lo demás son mujeres o niños pequeños –Me dijo con un suspiro. Su mirada se apartó hacía las demás cabinas -. Será un momento y…
        Su frase se quedó en el aire. Con el ceño fruncido, avanzando poco a poco hacía el agua pero sin quitarle la vista de encima, su reacción fue tan rápida que no me pude escapar. Su mano aferró mi brazo con fuerza y estiró hacía ella, haciéndome salir de la ducha, y obligando a mi cabeza a seguir la dirección de su vista, mis ojos encontraron tres duchas más lejos, lo que le había llamado la atención a mi amiga.
        Era Harry, pero un Harry totalmente diferente a como había llegado a imaginarme. En aquel momento, el castaño entraba a una de las duchas despacio. Su camisa descansaba en el suelo, y un torso completamente corpulento y musculoso llamó nuestra atención. Mientras, su faceta seguía serena, lo que aumentó aquella imagen aliciente.
        Carcajeé  por lo bajo mientras me separaba de Micaela y me obligaba a entrar rápidamente a la ducha. La piel se me puso de gallina, pero a aparte de la crispación mi cuerpo frente al frío, noté como mi cuerpo se libraba de la suciedad.
        -¿Pero que tenía oculto Harry ahí abajo? –Comentó Micaela. Levanté la vista hacía ella, con aire gracioso, pero su boca seguía abierta y sus ojos completamente fijados en el batería. -. Madre de Dios…
        -Está bastante bien –Fue lo único que dije. La rubia me fulminó con su mirada, como siempre, juzgándome por mi poco interés hacía los cuerpos corpulentos -. ¿Qué?
        Micaela negó suavemente con la cabeza mientras yo simplemente me dedicaba a reír por lo bajo. Quería una ducha rápida, y salir de allí antes de que nadie me viera empapada.
        -Ahora vengo –Dijo de golpe a rubia, y antes si quiera de que levantara la mirada, su figura desapareció.
        Me mordí el labio, y de pronto me sentí indefensa. Me negué a llamarla, pues la conocía bastante y sabía que por mucho que gritara, ella no suspendería su búsqueda de cuerpos esbeltos. Así era. Sabía que había ido a observar con más atención, de modo que tenía que vestirme rápido y…
Mi ropa. Mis manos dejaron de frotar mi cabello y busqué por el suelo la ropa de Giovanna. Pero ni rastro; Micaela se la había llevado con ella. ¡Mierda! Terminé de frotarme como pude y, sin saber como actuar, apagué la ducha.
        Allí me encontraba, mojada de cabeza a pies, con una simple camisa grande apegada a mi cuerpo completamente y que resultaba ser un poco trasparente. Me ruboricé, mientras estrujaba mi pelo con fuerza para desahogar nervios, y con cautela, asomé mi cabeza hacía el exterior.
        No había rastro de Micaela. El agua caer sobre la piedra era el único ruido apreciable, además del lejano bullicio más allá, en el camping. Salí de mi ducha con miedo, y sin saber lo que hacía, no pensé dos veces el situarme a la vista de la ducha de Harry.
        Pero de nuevo, me volví a encontrar la espalda musculosa de Harry. La analicé con cautela, a escondidas, descubriendo huesos que ni sabían que estaban. ¿Cuántas horas se había pasado el batería encerrado en el gimnasio? Zarandeé la cabeza, recordando mi poca vestimenta y obligándome a seguir buscando. Micaela no tenía que estar lejos, ya que no habrían más de diez duchas en las que ella se asomaría a mirar…
        -¿Kay? –Oí llamarme a mi lado.
Con un respingo a mi lado, me giré de lado. El corazón se me aceleró vehementemente cuando, para mayor vergüenza mía, vi unos ojos azules observarme unas cuantas duchas apartadas. Intenté decir algo, alguna excusa, pero un sonido como de perro maltratado fue lo único que se escapó de mi garganta. Noté como la sangre se subía a la cabeza cuando los ojos de Danny me observaron, y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.
        -¿Qué estás haciendo? –Pronunció con una carcajada mientras pasaba la mano por su mojado pelo, algo ensortijado.
        Azorada, le chisté como única señal y comencé a zarandear los brazos, intentando obligarle a girarse. El ceño del pecoso se frunció, y aprovechando su confusión, mis ojos respondieron a su llamada de bajar la vista.
        Danny Jones acababa de salir de su ducha. En aquel momento, comprobé que su cuerpo no estaba tan trabajado como el de su amigo, pero unos delicados abdominales podían observarse en su torso. A pesar de la distancia, mis adentros sonrieron cuando observé las vivas pecas que cubrían todo su cuerpo. Además, un largo tatuaje negro cubría su brazo izquierdo y unas pequeñas letras en su cintura.
        Pero una nueva carcajada de su parte me hizo desaparecer de mis movimientos de demente y mi mirada analizadora, y con un chisteo, dibujé un circulo en el aire mientras susurraba con fuerza.
        -¡Gírate, gírate! –Danny frunció el ceño, mientras se mantenía quieto -. No me mires, no así, ¡date la vuelta!
        -¿Qué…?
        -¡Qué te gires! –Le chiste, sin evitar lanzar una carcajada. Este me la respondió, mientas, extendiendo sus brazos, dio media vuelta lentamente.
        Caminé hasta su posición, y sorprendiéndole por la espalda, le empujé suavemente hacía su ducha. Él intento preguntar de nuevo, pero le chisté una vez más, justo cuando, como si una luz celestial cayera del cielo para avisarme de su presencia, apareció Micaela por mi lado, obligándome a convulsionarme.
        -¿Kay, te ocurre algo? –Dijo mirando a Danny. Me había separado de él tan pronto como lo obligué a meterse de nuevo en la ducha, fuera de mi vista, y Mic parecía intentar encontrarle sentido -. ¿Qué le haces a Danny?
        -¡A buenas horas! ¿Dónde te habías metido? –Le dije, suspirando aliviada. Le robé la ropa de Giovanna impulsivamente, y metiéndome en la ducha libre de al lado, me despojé de la mojada camisa que ya me molestaba.
        -Había ido a ver que personal se escondía por las duchas –Me titubeó con una sonrisa pícara. Sus ojos se desviaron de mi, y miraron al otro lado de la columna de piedra que separaba las duchas -. ¿Danny?
        -¿Puedo salir ya? –Oí la ronca voz del pecoso mientras mis oídos se aislaban perdidos por dentro de la sudadera. -. ¿Kay?
        -¡Sí! –Grité, una vez vestida del todo, y sonreí para mis adentros. Me coloqué rápidamente mis zapatillas, y salí al mismo tiempo de la ducha que Danny. Él aún seguía semidesnudo -. Ya.. ya está. –Anuncié con una ceja levantada. Miré a Micaela, ruborizada, comprobando el ridículo que había hecho al obligar a Danny a no verme con la camisa, y con una señal, obligué a Mic a caminar -. Bueno, ya… hasta luego.
        Una sonrisa confusa pero divertida se dibujó en los labios del castaño mientras levantaba una mano para despedirse. Le di la espalda tan rápido como pude, y con grandes zancadas, abandoné las duchas con mi labio inferior sufriendo por la vergüenza.
        Había hecho el ridículo de forma considerada.

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æ, creo que empiezo a recuperar la habilidad, digo yo Ü hoy nos han comunicado que las preciadas tables que me ayudaría a escribir a todas horas, nos la traen EN DOS SEMANAS, osea, que intentaré sacar imaginación de las piedras y actualizar frecuentemente... mientras tanto, MUCHAS GRACIAS POR VUESTROS COMENTARIOS :)

@EvTenons (twitter donde pongo cosillas del fic, o de historias. Sigo de vuelta).

jueves, 4 de octubre de 2012

Capítulo 11:


Los chicos planearon ir a las duchas lo antes posible. Presa del pánico, me vi en la idea de que estaba en aquel camping por sorpresa, y no poseía ropa limpia. Por suerte, Giovanna se comportó cordialmente y me prestó una sudadera andrajosa que elegí yo por modestia y nos vaqueros desgarrados, de los cuales me enamoré sin saber por qué. Por suerte, Micaela no se pensó dos veces mi propuesta de que me acompañara hasta las duchas para no dejarme sola ante los machos del grupo.
        Nuestros pasos se pusieron en marcha cuando el mediodía comenzó a caer. Las chicas, claramente Giovanna, se presentó voluntaria para cocinar. Harry fue quién aseguró que la comida estaría en buenas manos viniendo de la novia de Fletcher, aunque Giovanna no podía compararse con la grandiosa habilidad culinaria de la que tanto hablaban, sobre todo Dougie.
        -Con Giovanna en la sartén no tenemos porque temer por nuestra salud –Comentó Danny, caminando de espaldas a nosotros como adalid del grupo -. Pero te aseguro, enano, que si hubieras sido tu el que hubiera cocinado, solamente las novatas hubieran comido tu peligrosa comida –Dijo de forma denigrante, lanzando una carcajada al aire.
        -¡Oye! ¡Aquel día en casa de Frankie me salió cruda la carne porque no conocía la cocina! –Se defendió con voz aguda mientras zarandeaba los brazos, achinando sus ojos con sus grititos.
        -¿Y qué dices de tus “yogures” caseros, Doug? –Habló Tom mientras hacía aparecer un hoyuelo suyo, acompañado de una sonrisa encantadora -. Fueron la cosa más asquerosa que comí en mi vida.
        El pequeño rubio intentó hablar, pero sus excusas se había agotado. Gimoteó rindiéndose, y entre una risa más, caminó rápidamente hasta el lado de Harry. Este, le abrazó con sus fuertes brazos como si se tratasen de una pareja.
        Silencio.
        Las hojas caídas del otoño resonaban a cada pisada, rompiéndolas mientras el ruido desgarrados se juntaba con algún crepitar de los troncos arder o el bullicio de voces de familias y amigos. Aquel día, el agua chapoteaba resonando entre la naturaleza, lo suficiente como para que mi piel se pusiera de gallina al recordar mi tonta caída al agua.
        -Entonces –Dije intentando apartar de la mente todo aquello y reanimar la conversación -. ¿Debo sacar de todo esto que jamás debo probar algo de Dougie?
        -No si no quieres acabar en el hospital –Comentó Harry con una risa. Desde su brazo, Dougie le miró con el ceño fruncido, simulando un enfado -. Luego, ya puedes fiarte alguna vez de comidas simples de Danny.
        -Cocinar no es difícil. Difícil es planchar la ropa. ¡No entiendo como las mujeres y Tom lo hacéis con tanta facilidad! –Dijo, más que nada para si mismo. Luego, su cabeza volteó y de nuevo pude ver como aquellos destellantes ojos azules nos analizaban a cada uno. Bajé la mirada para no tener que encontrarme con la suya, de forma muy cobarde… -. A ti te lo hacen todo, eso es lo bueno.
        -Sí, supongo –Dijo con un suave suspiro Harry. Con inercia, su brazo cayó del hombro de Dougie, y el rubio se adelantó unos cuantos pasos de él. El batería colocó sus brazos en la sudadera mientras su mirada se perdía en las montañas de hojas marrones.
        Conocía aquel tipo de miradas. Una vez más, le añadí un punto a mi confirmación de que algo le ocurría con Izzy, y sin poder evitar intentar ayudar, dejé a Micaela en manos de Tom mientras avanzaba hacía el castaño vacilante. Este levantó sus ojos un segundo hacía mí, y abandonando su burbuja, sus ojos abandonaron el suelo y sonrieron sin ganas.
        -¿Estás bien, Harry? –Fue lo más inteligente que mi mente logró pensar. Me mordí el labio inferior, queriendo añadir algo más alentador, pero esperé a que el silencio del batería terminara.
        -¿Sabes? Eres la primera chica que me pregunta que me ocurre. Los chicos ya lo han hecho, pero de mis amigas, ninguna. Y llegas tú, una recién conocida y se preocupa –Sus ojos me observaron medio instante. Después, me sonrió agradecido -. Prefería hablarlo con una mujer. Creo que entendería más el tema… -Su ceño se frunció antes de carraspear con voz ronca --. Izzy lleva semanas enfadada conmigo.
        -¿Por qué?
        -Se enfada a la más mínima palabra –Dijo con un suspiro. Sus ojos se situaron hacía el frente, mientras se humedecían. –Está muy extraña conmigo, pero solamente conmigo. Como si la hubiera dañado o… -Un gimoteó se escapó de su garganta. Disimuladamente, se situó la mano enfrente de la boca y carraspeó, intentando evitar los rápidos ojos cafés de Tom que había oído aquella fuga -. O como si ya no me quisiera.
        -No digas tonterías, te debe de querer –Dije. Reflexioné un poco antes de añadir: -¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
        El rostro del batería se ruborizó un poco, antes de decir con tono orgulloso.
        -Seis años. Y nunca se había comportado tan… distante conmigo, que digamos.
        -Sé le pasará –Fue lo único que logré decir antes de que se formara el silencio. Quería animarle más, darle algún consejo, pero si yo misma no podría encontrar muchas veces significado a los problemas de pareja, no podía aconsejar a otra -.A veces… nuestro estado de ánimo sufre de bipolaridad. Es normal en mujeres.
        Una media sonrisa se dibujó por inercia en sus labios, y asintiendo sin ánimo, añadió por último:
        -Lo sé.
        Y más silencio. Por suerte, Dougie no tardó en volver a nuestra posición, y robándome mi sitio con la lengua sacada, me dio motivos para abandonar al batería. Sin lentitud, anduve hasta Micaela, quién había comenzado una batallita con Tom de cuales eran los platos más sabrosos que podrían existir.
        Mientras ,mis ojos no se separaron del batería, quien decía pocas palabras a los intentos de Dougie de tener una conversación con él. Una simple sonrisa, completamente falsa se dibujaba en sus labios.
        Pero una exclamación proveniente de Mic me hizo alejar el tema y toda preocupación por Harry. Mis ojos se detuvieron en las pequeñas cabinas de piedras, y negándome a afirmar lo que creía aquellos, mis ojos observaron con horror aquellos.
        -¿Esas son las duchas? –Exclamó Dougie, situándose a mi lado. Seguidamente, su vocecilla estalló a carcajadas -. ¿Y las cortinas?
        Una fila de cabinas separadas de columnas de piedra y sin privacidad alguna, se extendían atravesando una planura de césped antes de que el río se extendiera. Miré impresionada a Micaela, quién sonreía pícaramente ante el deterioro de aquellas duchas. Se suponía que tendría que ducharme en aquellas “cosas”.


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Ok, se que son capítulos muuuy sosos, no me gustan, para nada, pero intentaré animarlos un poco :) La tablet con teclado aún no me ha entregado el instituto, así que no puedo escribir a todas horas, i'm sorry, pero hay rumores que me la entregarán el lunes :) Mientras, intentaré inspirarme en esta cueva a la que suelen llamar mi habitación, mientras tanto, 
MUCHÍSIMAS GRACIAS A LAS PERSONAS QUE ME COMENTAN Y ME LEEN, me dan ánimos para seguir :)
Eva-