jueves, 29 de noviembre de 2012

Capítulo 23 - Cuestionario Jones:


            -Voy yo –Dijo entre el silencio Giovanna, levantándose del sofá impasible y dirigiéndose a la puerta.
            Mi mirada se mantuvo fija a la cabellera del batería. Fruncí el ceño levemente, azorado, y levanté la mirada hasta Tom. Este me captó enseguida, pero a diferencia de mí, su rostro parecía relajado. Me arqueó suavemente las cejas, y supe que él ya debía de haberlo sabido por su cuenta.
            Oí las suaves voces de las chicas detrás mía, acercándose al salón donde aún reinaba el silencio. Las piernas seguían ardiéndome y la cara parecía haberme aumentado de temperatura, pero no entendía el por qué. Imágenes comenzaron a meterse en mi pequeña burbuja de la cabeza, pero me obligué a cambiar de pensar, diciendo con supuesta tranquilidad.
            -Vaya… quien lo hubiera dicho –Sonreí tenuemente y mis ojos se fijaron en Tom, a pesar de hablarle a Harry -. ¿Y ahora que pasa… entre ambos?
            -¿Ahora? Nada. Ambos íbamos ebrios y no supimos lo que hicimos –Noté como mis músculos se relajaban un poco más.
            -Entonces… ¿no hay química, ni atracción ni nada? –Preguntó con una sonrisa pícara Dougie. Harry tardó en contestar, con el ceño fruncido como si meditara las palabras o tuviera duda -. Quiero decir, ¡algo debe de haber! ¿O al igual que te acostaste con Kay pudiste hacerlo con mi hermana?
            -Oh, Doug, ¿¡pero que preguntas me haces!? No lo sé, no me he parado a pensarlo. Ahora mismo todo es demasiado confuso –Su voz se había reducido a un suave susurro que nos obligaba ha acercarnos más a él –e incómodo. ¡Kay es una buena amiga mía, eso lo tengo claro!
            Las dudas y preguntas afloraron en mi mente, pero me mordí los labios para contenerlas y no soltarlas toda de carretilla y que se notara mi gran curiosidad. Justo en aquel momento, unos livianos saludos entraron a la sala y mi cuerpo, por impulsó, se giró para observar a las personas que había entrado, pero en especial a una en concreto.
           
                                                                                              POV KAY

Dejé que, lleno de ilusión, Mike apretara el timbre. Estrujados y sin espacio, nos mantuvimos subidos al felpudo del escalón mientras nos resguardábamos del frío. En aquel momento, una sonriente Giovanna nos abrió y con un gentil saludo nos dio paso.
            Su mirada se detuvo en mí, pero seguidamente miró a Mike. Con una exclamación, hice los honores.
            -Oh. Giovanna, te presento a Mike, es un amigo nuestro que, bueno, quería…
            -Quería traérmelo para que le conocierais –Añadió Charlie quien se había mantenido callado hasta el momento. Sonrió ampliamente a mi amigo, quien su tez se volvió rojiza, contrastando con su cabello y pecas.
            -Oh, encantada. Soy Giovanna. –Se presentó con una gran sonrisa la anfitriona mientras comenzaba a caminar por el vestíbulo, con nosotros pisando sus talones -. Están todos en el salón, venid.
            Justo en aquel momento, una puerta del pasillo se abrió y salió Georgia. Desconcertada, se detuvo al ver a los invitados pero pronto se unió a nosotros con una cálida sonrisa que no faltó en su rostro.
            Tal como había dicho la castaña, ya todos estaban en el salón. Mis ojos se dirigieron rápidamente a Harry, quien fue el último en girarse, y para mi horror, me encontré con sus ojos. Al unísono, saludamos todo y aquella vez Micaela se encargó de hacer las presentaciones de Mike.
            Me aferré a la manga de la rubia mientras nos dirigíamos en silencio a los sofás. Mike se mostraba ruborizado, como si hubiera sido separado de su madre y lo encerraran en un lugar reducido y encerrado. Se apegó a mi otro lado, y juntos nos sentamos al medio del largo sofá.
            -¿Quién es Harry? –Oí como me susurraba el pelirrojo a mi oído. Rodé los ojos para pedirle que se callara, pero indiferente, siguió: -¿Es el chico de ojos azules que no para de mirarte?
            Levanté la mirada hacia él, buscando una escusa mientras fruncía el ceño. Señalando a sus espaldas, mi amigo me señaló a un sitió en particular y seguí su mirada con atención, intentando hacerlo de forma disimulada. Bien sabía que no. Mi corazón se agitó por la emoción y nerviosismo, al pensar que tal vez Harry estuviera tan incómodo que yo, pero mi corazón se convulsionó de sorpresa cuando noté otros ojos azules claros observándome con detenimiento. Danny Jones.
            -Oh, mmm, no, ese es Danny –Dije desconcertada, obligándome a apartar los ojos de él rápidamente -. Es el de su lado.
            -El de músculos, ¿no? –Volvió a mirar enfrente, con una sonrisa pícara en los labios mientras rodaba los ojos. Carcajeé por lo bajo, pero pronto, un grito suyo me hizo dar un respingo a su lado -. ¡AH! NO ME LO PUEDO CREER.
            Volteé rápidamente mi cabeza a tiempo de ver que era lo que había llamado tanto la impresión a Mike. Todos se habían callado y miraba a Tom, quien de repente se había levantado. Su hoyuelo se asomó en su rostro, ruborizado, y nos dirigió una mirada rápida a todo el mundo.
            -¿He hecho algo?
            -Thomas Michael Fletcher –Dijo en voz alta Mike mientras se levantaba y corría hasta donde estaba el guitarrista. Sofocó un gritito ahogado pero mantuvo distancia -. ¡Estuviste en Busted una temporada! Pero luego te fuiste a McFly, sí. –Esta vez, un suspiro se le escapó, lo que delató su homosexualidad -. Esto es demasiada suerte ya.
            No pude evitar mofarme en compañía de Mic, a la que pronto se le unieron otras voces. En aquel momento Mike estaba actuando como una quinceañera alocada que ha tenido la oportunidad de conocer a sus ídolos, pero en aquella situación se trataba de un chico veinteañero.
            Pero mi risa se fue aflojando tan pronto noté como un peso hundía el sitio abandonado por mi amigo. Mi cabeza volteó, confusa, y para mayor azoramiento mis ojos se encontraron con los Danny, quien aún mantenía una amplia y peculiar sonrisa en la cara. Sus ojos me miraron firmemente, mientras poco a poco su sonrisa se convertía en una suave curva en sus labios. Acercó sus labios y a mi oído y susurró con apenas un hilo de voz.
            -Sé lo de Harry –Hice de nuevo distancias para observarle sorprendida, pero volvió a acercar su rostro a mi parte lateral del cabello -. Prácticamente todos.
            -Oh no –Susurré mientras escondía mi rostro en mis manos. Me froté la cara suavemente, y luego volví a mirarle. Danny arqueaba una ceja mientras me observaba desde arriba -. ¿Os lo ha contado él?
            -Le hemos insistido nosotros. Pero ese no es el tema –Frunció el entrecejo pero una sonrisa casi invisible se le dibujó en los labios -. ¿Te gusta?
            -¿A qué viene esto? –Carcajeé suavemente y miré a mi alrededor. Nadie parecía fijarse en nosotros, ni siquiera el mismo batería que parecía completamente centrado en el tema que conversaba con Dougie -. ¿No crees que esa respuesta debería ser asunto mío, Daniel Jones?
            -Danny –Me pidió él mientras abría la boca, sorprendido -. Entonces ¿es un sí? ¿Te gusta?
            -Yo no he dicho que me guste ni nada por el estilo.
            -Bueno –Frunció el ceño de nuevo, pero esta vez ninguna sonrisa apareció en su rostro. Pareció meditar sus palabras, y un poco azorado susurró aún más bajo -. Me atrevería a decir que Harry no te merece. Y no lo digo por mal suyo, sino que… no pegáis como pareja. No sé si me entiendes.
            -Claramente no, no lo hago –Admití rotundamente mientras volvía a reír -. ¿De dónde sacas esto, Danny? ¿Por qué lo dices?
            Una nueva sonrisa, pero sin ninguna carcajada como compañía se formo en su rostro. Sus ojos se achinaron y miraron sus propias manos, como si pensara algo con detenimiento, pero sin respuesta, se encogió de hombros y me miró de nuevo en aquel momento. Sus ojos parecían mirarme con cariño, un cariño que no sabía de donde debía de venir.
            Pero captando una nueva mirada, miré detrás suya. La figura de Harry que había parecido antaño completamente centrada en Dougie, se había apoyado sobre sus rodillas y me miraba detenidamente. Danny y todos los demás desaparecieron de mi alrededor, mientras fruncía el ceño al mismo tiempo Harry arqueaba las cejas y dirigía los ojos hacía un lado, señalando de nuevo el vestíbulo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, llena de vergüenza, y justo en ese momento su corpulenta figura se levantó del sofá y tal como sospechaba, se dirigió al lugar señalado.
            Miré a Danny, quien también se había girado para ver a Harry. Le susurré la primera escusa que pasó por mi cabeza a Mic, quien parecía centrada en lo que decía Giovanna en aquel momento y simplemente me asintió. Me levanté del sitio, y pasando el estrecho pasillo entre la mesa, el sofá y los pies que se interponían, me dirigí a grandes zanjadas al lóbrego pasillo donde Harry me esperaba ya, apoyado en el pomo de las escaleras.


Bueeenas. Soy consciente de que pueden mejorar y que les faltan chispa, yeah, pero entre tanto examen apenas me da tiempo ni a seguir leyendo otros fics que sigo. Estas navidades pienso ponerme las pilas y actualizar más seguidamente (les felicito ya por si se me olvida) y espero que esten ahí aún para esto.

PD: ONE DAAY. MAÑANA ES EL CUMPLEAÑOS DE NUESTRO CAPTAIN DOUGWASH. Ok, creo que algún discursillo ya lo dejaré para mañana, pero Dios, todos somos conscientes de que a Dougie no le pesan los años (yo le veo igual que cuando cumplió los 23) *-*
Oh yeah

martes, 27 de noviembre de 2012

Capítulo 22 - La noticia de Harry


Me despedí de Harry con una sonrisa y un gracias, mientras cerraba la puerta de su coche y le veía alejarse. Se había tomado la molestia de acercarme a casa de Lara, donde sabía que estaban todos por un mensaje que me había mandado Micaela horas atrás, sin añadir unas diez llamadas perdidas suyas.
        Entré al portal, saludando al viejo portero que siempre descansaba en una sillita de madera al lado de la gran puerta. Este me respondió con una sonrisa, pues nunca recordaba mi nombre, y con paso ligero subí las escaleras hasta llegar al piso de Lara. Allí, di unos suaves golpecitos a la puerta, y no tardé en oír la peculiar voz de Micaela gritando por toda la casa.
        La puerta se abrió de golpe, sin preguntar siquiera quien era. Los cabellos rubios de Mic estaban recogidos en una alta coleta, sin maquillaje en absoluto pero una amplia sonrisa en los labios. Me miró de arriba abajo, y como si hubiera desaparecido una semana entera, su sonrisa se borró y me agarró por la manga para estirarme hacía ella.
        -¡Kay, por el amor de Dios! ¿Dónde te metiste anoche? Estuve buscándote todo el rato, ¡y ni cogías el teléfono!
        -¿Kay? –Oí otra dulce voz a su espalda. En aquel momento, Lara salió de la cocina -. ¡Por fin! Ayer Mic me llamó para saber si estabas aquí. ¡Nos tenías preocupadas!
        -No pasó nada –Dije ruborizada, entrando a la casa. Me quité el abrigo en silencio, pero las severas miradas de mis amigas exigían una explicación -. ¿Qué?
        -¿Dónde estuviste anoche? –Preguntaron al unísono.
        -En ningún sitio. Simplemente perdí la noción del tiempo.
        -Sabes que es mentira –Exclamó de repente Mic, embozando una amplia sonrisa. Corrió hasta mí y me tiró al sofá, situándose delante mía en compañía de Lara -. ¡Cuéntanos que pasó!
        Me mordí la lengua, intentando pensar con claridad. Confiaba en Harry y sabía que no iba a ir contándolo por ahí, exceptuando a los chicos. De modo que yo también debía confiar en mis contactos más cercanos, pero sabía perfectamente que si se enteraban, iba a sufrir una masacre de preguntas. Aún así y escondiendo una sonrisa vergonzosa en la comisura de los labios, les conté todo lo sucedido la pasada noche.
        Sus caras eran todo un poema para cuando terminé. Lara parecía la más desconcertada, pues no conocía a Harry ni a nadie de quién hablaba, pero sabía que también se había quedado impresionada con mi relato.
        -Entonces… ¿tú y Harry…? –Intentó decir Micaela -. ¿Solamente ha sido una noche? ¿No hay nada más?
        -Claro que no –Dije con obviedad rompiendo a carcajadas -. Será incómodo pero simplemente ha ocurrido. No hay química ni nada.
        -Por Dios Kay, con Harry Judd todas tenemos química –Exclamó de repente Mic. -. Me muero por ver como actuáis hoy ambos.
        -¿Hoy? –Pregunté azorada.
        -Claro que sí. Es sábado, Kay. ¿Qué pretendes hacer? ¿Quedarte en casa viendo películas aburridas mientras comes palomitas? –Arqueé las cejas. Sabía que eso no era lo que quería -. Venga ya. Sabes que un sábado está hecho para salir. Y también le digo esto a Lara –Se giró para mirarla firmemente -. Te vienes con nosotras.
        -Pero si no conozco a nadie –Contradijo con una sonrisa -. Además, quería hablaros de algo que precisamente, me hace quedarme en casa hoy –Mic y yo nos cruzamos de brazos, decepcionadas -. ¡No miento! Han puesto ya las fechas para la próxima exposición, y es la semana que viene, ¡y aún me quedan muchas obras que terminar! No puedo perder el poco tiempo que me queda, chicas.
        -¿No habrá nada en lo que te pueda ayudar? –Dije con una mirada suplicante, pero ella me lo negó alegremente.
        -Oh, no, descuida –Sentenció con una sonrisa pícara Lara mientras me abrasaba con la mirada -. Tú será mejor que vayas y veas a Harry, te ruborices y pases un momento incómodo. Sí, será lo mejor. Y llegará un día en que estaré delante, les conoceré y recordaré el momento.
        -Entonces olvídate de conocerles –Amenacé con el ceño fruncido, pero una liviana sonrisa en mi rostro -. Creo que van a pasar años hasta que…
        -Ah, no. Me gusta la idea de Lara –Exclamó Micaela, soltando una carcajada mientras mutuamente chocaba palmas con mi amiga -. ¿Sabes? Hoy voy a pasármelo muy bien contigo, Kay.

                                                                              POV DANNY

A golpecitos suaves y como si se tratara de una pelota de goma, levé el cartón de las palomitas hasta el cuenco. El vapor parecía desprenderse del paquete y solo con que me rozara la mano me abrasaba. Con suaves estirones, conseguí abrir el paquete y verter las palomitas dentro del cuenco, pero sin llevarme alguna que otra quemadura en la yema de los dedos.
        Con ambas manos, cogí las palomitas, y aprovechando mi soledad me llevé una gran cantidad  a la boca mientras salía de la cocina de Tom. Caminé hasta el salón, donde todos ya se había situado en los sofás y parecían hablar de algún tema que por intuición no me interesaba. Me dejé caer al lado de Georgia mientras fingía escucharles.
        Mis oídos no lograron aferrarse a la conversación hasta que terminaron el tema que parecía hablar de algún animal de documental.
        -Por cierto, ¿dónde están Kay y Mic? –Preguntó Dougie mientras intentaba alcanzar las palomitas con la mano. Me aparté de él, pero tan pronto como las distancias se hicieron entre nosotros dos, me apegué a Harry, quien cogió una gran cantidad y se la dio al bajista. Pudd -. Creía que vendrían.
        -Tal vez vengan con James. Últimamente se le ve más el pelo cuando vienen ellas –Musitó Tom con una sonrisa -. Aunque la verdad es que las conocemos por él.
        Todos asentimos silenciosamente. Fijé mi mirada en Georgia, quien de repente se había levantado de mi lado en dirección al vestíbulo.
        -Voy al baño, ahora vengo –Informó, y desapareció en la esquina.
Miré a Giovanna unos pocos segundos. Era raro que no le hubiera pedido que la acompañara, pues eran las dos únicas chicas que habían en aquel momento y siempre actuaban así. Carcajeé rompiendo el silencio, lo que pareció animar de nuevo la conversación.
        -Harry –Dijo de pronto Dougie mirando a su amigo -. ¿Dónde te metiste anoche? Te busqué con Tom pero no te encontré.
        -Oh, em… -Tartamudeó el batería, desviando la mirada -. Creo que anoche nadie sabía donde se encontraba precisamente –Añadió con una carcajada mientras me miraba.
        -Venga ya, Harry –Exclamó Tom rompiendo a carcajadas -. ¿De verdad lo dices?
        -Pues claro –Dijo elevando la voz el castaño. Noté como le dirigía una mirada de alerta al rubio, quien se encogió de hombros y calló. Miré de reojo a Dougie, quien sabía que pensaba igual que yo: ocultaban algo.
        -¿Qué ocurre? –Pregunté con una suave risita.
        -¿Cómo? No ocurre nada –Mintió Tom. Una sonrisa se le escapaba de los labios, lo que le delataba.
        -¡Tom, no nos dejes con la duda! –Exclamó Giovanna agitando el brazo de su novio -. Terminad lo que empezad.
        -Yo no tengo nada que decir sobre el tema –Su ceja se arqueó y miró de nuevo a Harry, divertido -. ¿Y tú, Harold?
        -¡No hay nada que decir, entrometidos! –Siseó exasperado. Aquella acción solo sirvió como autoconvercernos más. Al mismo tiempo, Dougie y yo nos levantamos y nos echamos encima de él -. Chicos, ¡parad! Me hacéis daño.
        -Habla, mi amor –Pidió Dougie mientras explotaba a risas. No tardé en unirme, pero tan pronto como empezamos los fuertes brazos de Harry nos echaron hacía atrás -. ¿Por qué no nos lo cuentas? ¡Oh, vamos Harry, siempre nos lo confesamos todo!
        -¡Está bien, está bien! –Exclamó finalmente, estirando los brazos y recuperando el aliento y tranquilidad. Estaba nervioso, tanto que la frente le sudaba y no paraba de frotarse las manos -. Pero debéis cerrar la boca ante todo. ¡No se os debe ni de escapar, porque si nos la he cagado! –Miró fijamente a Dougie, quien asintió energéticamente, curioso -. Está bien… anoche… me acosté con Kay.
        El silencio reinó. Mi mente se quedó en blanco, sin pensar absolutamente nada. Luego, analicé sus palabras y noté como mis brazos y piernas comenzaban a temblar. Miré fijamente a Harry, quien se mantenía cabizbajo, sin decir nada por la presión en el entorno.
        Y justo en aquel momento, un maullido proveniente de Marvin que estaba debajo de la mesa nos llegó y seguidamente el timbre sonó.

martes, 20 de noviembre de 2012

Capítulo 21 - Rubor:


Podía notar la piel erizada acompañada de cada escalofrío a cada roce. Mis piernas temblaban inconciente y mi cabeza parecía estar desconectada, sin importarle que hacía. Noté como mis pies se me separaron del suelo, mientras que de pronto me encontraba en brazos de Harry. De nuevo, otro beso nos acompañó, y sin saber que pasaría después, decidí poner todo de mi parte. Agarré con firmeza su cuello, segura, y nos fundimos en otro beso sin apenas aire. Con suma delicadeza, noté como me apoyaba sobre el blando colchón, y sin ser apenas conciente mi blusa comenzó a desbrocharse. Y con un ataque de frenesí, ambos nos dejamos llevar por la situación.


Nada más mi cabeza volvió a conectar con la realidad, instintivamente levanté mi mano hasta mi frente. Abrí con suavidad los ojos, pero no tardé en cerrarlos cuando estos parecieron pesarme un quintal. Pasaron varios segundos de tiempo muerto hasta que empecé a apreciar la situación. Con mucho cuidado ya que parecía que mi peso había aumentado el doble, abrí los ojos e intenté girarme de lado. Pero no tardé en darme cuenta que aquella no era mi cama. Obligándome a utilizar el cerebro, miré la suave sábana que me tapaba hasta el pecho y con horror, descubrí que estaba desnuda. Miré hacía el techo, blanco y lleno de luz, y una vez me reincorporé, ladeé la cabeza hacía mis lados, pero allí no había nadie.
        -Qué he hecho… -Me dije sentándome en la cama mientras me cogía la cabeza con varias manos.
Obligándome a recordar, me acurruqué todo cuanto pude deseando que fuera un mal sueño pero apenas sirvió de nada. Sabía que había tenido una buena fiesta la noche pasada, pero no sabía ni de quién era la casa ni con quién me había acostado. El miedo se apoderó de mi y con la piel erizada por los nervios, salí inofensiva de la cama en busca de mi ropa esparcida por la habitación.
        Cuando mi pie se hubo hundido en mi zapato, caí en la cuenta. Mis ojos se fijaron con sutileza en una bolsa caída enfrente de un armario empotrado, que parecía haberse abierto para dejarla caer. Pequeños trozos de vidrio estaban esparcidos alrededor, y entonces la bombilla se me encendió.
        Estaba en casa de Harry. Mi corazón dio un revuelco al pensar de nuevo quien podría ser. Harry no, él tenía novia y… recordé con mayor aspereza. Algo en mi cabeza me lo negaba, pero abarqué la idea que no. Casi al mismo tiempo, la posibilidad de que fuera Danny apareció, pero con zarandeó volví a la lógica. Era imposible. Dougie surcó por mi mente, pero no me hacía falta hacer un esfuerzo para saber si podría ser él, porque perfectamente era consciente de la situación que pasaba por la ruptura, de modo que lo taché también. Y Tom era la última persona a la que me vería junto a él, ya que si imaginaba al rubio, su novia a la que tanto quería aparecía al lado. Y sin caer en la cuenta, mi cabeza pensó en James.
        -Mierda –Dije en voz alta al no encontrar ningún contra a su favor.
No podía haber sido James, ya que ambos estábamos en casa del batería y era raro que Harry no hubiera aparecido por su habitación. Intenté recordar con mayor esfuerzo, pero fue imposible. Casi me convencí de la posibilidad de que pudiera haber sido el ex miembro de Busted cuando de repente, mis ojos divisaron una mancha roja en la alfombra, con un frasco de licor al lado.
        Todo encajó. Me levanté del azoramiento y el sobresalto mientras me tapaba la boca con asombro. No podía ser. Mis ojos se fijaron en la ropa masculina de la que había ignorado, y entonces caí en la cuenta de quien podría ser el propietario. Caminé hasta allí, y aferrando la sudadera que descansaba revuelta en el suelo, me la llevé a la nariz para olerla.
        No hubiera podido negar aquella fragancia ni confundirla. Mis ojos se me humedecieron y mi piel se erizó al pensar en lo que había hecho y un arrepentimiento y vergüenza se apoderó de mí. Dejé caer de nuevo la sudadera a mis pies, y sin detenerme a pensar en como podría actuar, caminé hasta la puerta y salí de la habitación.
        Bajé con paso ligero las escaleras y me encontré en el vestíbulo de la casa. Bolsas de basuras estaban arrinconadas a los lados, con botellas y desperdicios dentro y sabía que alguien había ordenado ya la casa. Intenté orientarme, pero los pocos recuerdos de anoche y la cantidad de gente que había, me hacía dudar mucho de mi posición. Entré al salón, atravesé otro pequeño comedor y finalmente, oí el golpecito de una chuchara chocar contra vidrio, como si removieran un vaso. Oteé las encimeras, y con las piernas temblándome y notando como la voz se me ponía tensa, caminé muy vacilante hasta el marco de la puerta de la cocina.
        Allí, tal como me esperaba y detrás de una mesa con taburetes para desayunar, estaba Harry, cabizbajo y removiendo un vaso de lo que parecía café. Llevaba puesto únicamente un largo albornoz azul que solamente dejaba ver parte de su pecho, que empeoró mi rumor. Di un paso hacía dentro, al tiempo en que el cogía su vaso el cual estaba al lado de otro y se lo  llevaba a la boca. Parecía lo bastante ensimismado como para que le atracaran y él ni se percatara.
        -Buenos días –Dije con apenas un susurro, pero que fue suficiente.
Rápidamente y sin darme tiempo ni a pensar, sus ojos se levantaron al igual que su cabeza hasta mi posición, justo cuando sus labios rozaron el vaso. Con una rapidez increíble, bajó tan rápido el vaso de nuevo hasta la mesa que chocó contra el otro vaso, el cual se vertió mientras todo el café sin remover se escapaba por encima. Harry soltó un bufido azorado.
        -Oh, mierda –Dijo mientras dejaba a bastante distancia su vaso -. Te lo había preparado, pero… bueno, ya ves –Su mirada se levantó medio segundo, pero dio media vuelta para coger un paño mojado y empezar a limpiar el estropicio -. Buenos días, Kay.
        Su voz, a pesar de ser firme, tenía un rasgo de vergüenza en ella. Su frente estaba arqueada, como si cada movimiento que intentara hacer estuviera calculado y no quisiera hacer nada inapropiado. Me acerqué en silencio hasta uno de los taburetes, delante suya y callé sin atreverme a hablar.
        -Ahora te preparo otro –Dijo mientras sonreí por algún motivo y me daba la espalda.
        -No, tranquilo Harry. No tengo hambre y desayuno muy pocos días.
        -En mi casa siempre se desayuna –Informó volteándome para guiñarme un ojo.
Me ruboricé de pies a cabeza. Sus movimientos anteriores habían conseguido tranquilizarme un poco al hacerme sentirme un poco comprendida y confusa, pero aquel guiñó y naturalidad después de lo sucedido me habían vuelto a desconcertar completamente. Respiré profundamente, clavando mi mirada en su espalda y con el corazón a punto de salirme del pecho de la vergüenza, me atreví a preguntar:
        -¿Qué pasó anoche?
Como si no me hubiera oído, terminó de verter la leche en el vaso y lo metió en el microondas. Estuve a punto de volverle a repetir la pregunta a pesar de estar casi convencida de que me había escuchado, cuando, dándose la vuelta sin mirarme y un extraño colorete en las mejillas, dijo:
        -¿Cuándo exactamente?
        -Después de manchar tu alfombra de vino –Dije con una sonrisa a lo que él respondió con una mueca al recordar el manchurrón -. Después de eso.
        Su mirada azul clara se fijó en la mía, firme y constante asegurándome en silencio mis pensamientos. Intenté leer su expresión, pero apenas sabía que pensar sobre aquello. Me mordí el labio mientras intentaba pensar con claridad.
        -No sabía lo que hacía –Dije entrecortadamente apartando la mirada de él -. Quiero decir, no me malinterpretes, que no soy así –Noté como el ardor de mi cara aumentaba y una sonrisa en los labios de Harry me confirmó que sabía que me había ruborizado.
        -Y obviamente yo tampoco. Nos pasamos con la bebida, como dijiste y… bueno, ya has visto –Se removió su cabello castaño con una mano, mientras soltaba una bocanada de aire mientras me miraba -. No sabía que iba a pasar cuando me he despertado.
        -Ni yo cuando he bajado –Declaré con una carcajada. El pitido del microondas sonó y pronto me encontré mi taza de café delante mía -. ¿Alguien lo sabe?
        -Apuesto mi batería a que Tom lo ha sospechado –Susurró con una risita, pero mi tez se ruborizó aún más -. No te preocupes, Kay. Tom no dirá nada.
        Suspiré, más tranquilizada mientras pensaba en lo dicho. Le creía, y confía en Tom. La presión de la situación se ablandó en mi pecho. Harry había conseguido ablandar aquel momento, y para mi sorpresa las piernas habían recuperado su circulación normal.

martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulo 20 -La mancha de vino..


Con cuidado, observé la última foto que quedaba en la cómoda. Harry e Izzy se daban un tierno beso, ambos sonriendo y felices. La foto habría sido tomada años atrás, con diferencia. Con un suspiro confuso, la dejé en la mochila que me había prestado Harry para dejar todos los recuerdos. El amor era tan maravilloso pero terrorífico al mismo tiempo.
        Con un golpe seco y casi sin divisarlo, vi como el batería soltaba collares i más fotos en la bolsa. La cerró de forma vehemente, y se quedó observándola con cuidado. Fijando mi mirada aún borrosa en él, pude ver como sus ojos consumidos por el alcohol de aquella noche se resistían a llorar de nuevo.
        -¿Puedes ayudarme a dejarla encima del armario? –Me pidió con una suave sonrisa y en silencio, asentí.
        Agarré por un extremo la bolsa, y para mi sorpresa descubrí más kilos de los que creía. Sujetándola firmemente entre los dos, la extendimos por encima de nuestras cabezas, y encargándome de abrir el armario empotrado con malabares, tiramos de un empujón la mochila a la estantería de arriba. Al parecer y extrañamente, aquella vez la mochila no resbaló y volvió a caer.
        Suspiré, recuperando fuerzas mientras me apoyaba en la madera del armario. Habrían pasado veinte minutos desde que habíamos subido pero la música y el bullicio se oía a lo lejos, y diferencié como la llama fiestera se iba apagando. Harry se removió el cabello con paso tambaleante, y me convencí más de que el alcohol aún no nos había bajado.
        -No tardarán en apagar la música e irse. Cuando Tom saque su vena madura, se encargará de todo –Rió mientras ladeaba la cabeza con obviedad -. Es Tom Fletcher.
        -Si dependiera de Danny, creo que la mejor idea sería no bajar abajo nunca más –Dije entre una carcajada y Harry no tardó en unirse a mí -. Él ya iba bastante borrachito a principio de la fiesta.
        -Danny siempre va. Pero suerte que tiene a Georgia para tensarlo, porque si no, no quiero ni imaginar de que es capaz de hacer en mi casa –Rodó los ojos mientras caminaba lentamente hasta la mitad de la espaciosa habitación -. Allí abajo me siento… acorralado –Abrió el cajón de cómoda y escarbó entre las camisas -. No me preguntes cuanto tiempo lleva esto aquí, ni porque lo tengo guardado pero bueno…
        Deshizo todas las camisas, pero finalmente extrajo de ellas una botellita de metal; una cantimplora de alcohol. Desenroscó el frasco mientras me lo acercaba a la nariz para oler, y a duros esfuerzos diferencié el olor a vino. Cerró como pudo la cómoda y dio un largo trago, para luego tendérmelo hacía mí.
        -Aún queda noche por delante –Dijo teniendo una arcada.
Por primera vez en toda la noche, pensé con claridad. La idea me tentaba y una parte de mi quería seguir bebiendo, pero sabía mis límites, de modo que aferré la botella de Harry con fuerza para arrebatársela pero su fuerza superó la mía. Se libró de mi fuerza con suma facilidad mientras me miraba con el ceño fruncido.
        -Ya has bebido bastante –Le dije acercándome a él para intentar cogerle el frasco, pero su brazo me esquivó con demasiada facilidad.
        -¿Y tú no? –Dijo escondiendo  sus manos detrás de su espaldas. Por un momento, me apegué a su pecho para intentar hallar sus manos, pero tan pronto como caí en la cuenta que se escondían detrás suyas volvió a torearme -. No seas tan lista.
        -¡Yo no quiero beber más! –Dije con voz grave mientras sonreía. Él carcajeó sin creérselo, y sin yo darme cuenta, dio otro trago -. Harry, te sentará mal…
        -Bah, bebe –Me incitó, y con suave movimiento me encontré el frasco rozando mis labios.
Hice ademán de beber, pero tan pronto noté como mis manos agarraban con firmeza el hierro, se lo arrebaté de las manos. Harry hizo algún tipo de quejido, y con lentitud intentó volver a quitarme su botella. Lo escondí detrás mía, y caminando un par de pasos hacía atrás, me negué rotundamente a dárselo.
        -Te sentará mal, Harold –Le dije con una carcajada, pero apenas tuve tiempo de escapar.
Con un movimiento rápido, me vi atrapada por los brazos de Harry rodeándome la cintura impidiéndome escaparme. Forcejeé como pude, agarrando con mayor fuerza el frasco mientras rompía a carcajadas. Entre tambaleos y mientras la habitación parecía dar vueltas, mis pies tropezaron con los suyos y con un golpe secos caímos encima de la alfombra.
        Cuando mis risas cesaron un poco y empecé a volver a oír la música en el piso inferior, me percaté de que mis manos estaban libres. Me senté en el suelo y miré a Harry rápidamente, quien se aferraba el estómago y soltaba carcajadas de vez en cuando. Comprobando que no tenía su frasco, miré a mi otro lado, y para horror mío una mancha rojo oscuro se había vertido en el parquet.
        -Harry… -Dije mientras me tapaba la boca soltando una bocanada de aire acompañada de una carcajada.
        Al oír mi voz, pareció darse cuenta del porque de nuestro pequeño enfrentamiento. Se sentó en el suelo, a mi lado, mientras su mirada divisaba fácilmente el vino caído. Me miró con una sonrisa en los ojos mientras me acusaba con sus ojos claros.
        -Lo vas a limpiar tú.
        -¿Yo? ¡Es culpa tuya! Si no hubieras tenido el recelo de beber ahora ano habría mancha –Dije con una carcajada, pero el solamente se dedicó a alcanzar con el brazo el papel de rollo de encima de la mesa -. No pienso limpiarlo.
        -¿Qué no? –Me desafió arqueando una ceja, y con mirada pícara, untó un trozo de papel en el vino vertido y me lo lanzó a la cara.
        Para mi pala suerte, noté como el pegajoso papel golpeaba mi cara y me salpicaba, y sin caer, el olor a vino llegó a mi olfato. El estómago se me removió al oler más alcohol, y con una mueca de asco me quité rápidamente el pegote. Miré a Harry con mirada asesina e intentando apuntar con la mayor puntería posible, le lancé de nuevo el pegote, que golpeó su cabellera castaña.
        Con un quejido y un suave zarandeó de cabeza que bastó para deshacerse del papel, el cuerpo del batería se lanzó hacía mi y volvió a rodearme por la cintura para impedirme moverme. Forcejeé para escapar, pero sus brazos había atrapado los míos y apenas podía moverme con su peso encima. Reí mientras el estómago me dolía por la presión, pero ignorándolo, seguí intentando escapar de los músculos del batería.
        Pero pronto me di cuenta de que era inútil. La fuerza de Harry no era ni comparable con la mía, de modo que dejé de desperdiciar fuerzas y paré. El corazón se me aceleró medio segundo cuando noté la cercanía de su cara, y mis risas cesaron. Él pareció no darse cuenta de que apenas nuestras narices se rozaban, nuestro aliento se juntaba y ambos estábamos demasiado apegados hasta que su sonrisa se borró por completo. Miré fijamente sus ojos, hundiéndome en el océano que representaban intentando descifrarlos, pero me resultó imposible. Sabía perfectamente que también era una situación incómoda para él, porque a pesar de notar aún la tristeza en sus ojos, algo había en ellos que parecía dudar.
        Y mi corazón dio un revuelco cuando de repente y sin darme cuenta de que había dejado de intentar retenerme, su mano rozó mi mentón. Mi respiración se me entrecortó y notaba como el alcohol me provocaba impulsos que jamás habría tenido al estar sobria. Con suavidad e incluso cariño, sus dedos acariciaron mis mejillas, y antes de que siquiera mis pensamientos se ordenaran, su cara cortó distancias y me besó, despertando una explosión en mi estómago mientras mis manos rodeaban su cuello automáticamente.  

________________________________________________________________________________

Ok, noto que los capítulos están más sosos, les faltan algo, oh right, pero bueno, a la marcha intentaré animarlos más. Como veis, este capítulo está un poco más movidito ê.ê no tardaré en subir el siguiente, marmotas.

http://evamcgirls.tumblr.com/post/35661898431/down-down-mcfly-new-song

domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 19 -Ruptura


Con precaución, me acerqué junto a James a los sofás. Justo en aquel momento, Dougie se levantó con el vaso vacío, pero se detuvo cuando le cerré el paso. Él me miró callado, al igual que yo, y no tuve dificultad al ver el dolor en sus ojos, hinchados y rojos que delataban que hacía poco que había llorado.
        Por impulso y dejándome llevar, avancé un paso hacía él y le abracé fuerte. Doug no tardó en responderme al abrazo, apretándome a él mientras oía cerca de mi hombro como su respiración empezaba a entrecortarse por las ganas de llorar.    
        -Lo siento mucho Dougie –Las palabras se me atragantaron en la garganta, pero me obligué a seguir hablando -. Sé por lo que estás pasando, sé perfectamente que ahora te encuentras perdido y que te falta una parte de ti. Pero no estás solo, y la vida sigue, a pesar de que ahora lo veas todo negro. Si algo se va de tu presente  es porque no debe estar en tu futuro, y a pesar de que al principio duela, te aseguró que es lo mejor. No te pido que me creas ni que digas nada, pero quiero que lo sepas. A pesar que no nos conocemos muy bien, me tienes y tendrás aquí para cuando sea, y no dudo de que a Micaela y los demás también. Porque te mereces todo el cariño del mundo, y no a quién no sabe apreciarlo.
        Un corto silencio, impenetrable por ninguna palabra se formó. Me ruboricé aún contra su hombro, creyendo que me había pasado de cursi, pero de pronto noté como sus manos se hundían más en mi espalda y, contra mi pelo, oí su llanto.
        -Muchísimas gracias, Kay. De verdad.
Nos mantuvimos unos pocos segundos más así, hasta que finalmente Dougie decidió separarse. No le eché prisa, sino que le sonreí tenuemente cuando me miró con sus ojillos, escondiendo una pequeña sonrisa satisfactoria. Su color azul de ojos brillaban con más intensidad.
        Me senté junto a Micaela mientras James le daba una palmada en el hombro a Dougie y le abrazaba, al igual que yo. Intercambié una mirada con Micaela, y noté en ellos que sentía de verdad la situación de Dougie. No iba a dejarle solo, la conocía muy bien.
        -Está muy mal –Dijo con un suave susurro Micaela, sin apartar la mirada de Dougie -. Realmente quería a Frankie, lo he notado, y bueno… no creo que ella sea mala persona, pero Dougie no se merece lo que le ha hecho.
        -Es normal que sufra al final de una relación –Dije mirando al bajista, quien se había sentado cerca de nosotras. Minoricé mi voz -. Además, Dougie es una grandísima persona y siendo así no creo que le cueste conquistar a quien quiera.
        -Pero si él está enamorado, no puede desenamorarse en un plazo corto. Debes de saberlo, Kay –Rodó los ojos con obviedad -. Pero bueno, no pienso dejarle solo esta noche. Supongo que cada uno irá a su rollo y no quiero que se quede solo.
        Asentí, sin objeciones y me levanté de mi sitio. La música sonaba con fuerza y el ambiente era bastante apropiado para divertirse, pero aquella noche la situación de Dougie me había ensimismado. Realmente lo sentía por él, pero por ahora, no podía hacer nada.

Había perdido la cuenta. Dejé tambaleante el vaso de plástico en la mesa mientras las voces retumbaban en mis oídos. Ladeé la cabeza, y un alegre Harry que vertía más bebida en su copa sonreía. Fruncí el ceño. Sus ojos estaban rojos y un poco hinchados, como los de Dougie y parecían a ver llorado un buen rato. Este, tras segundos de mi mirada fija, levantó su cabeza y me observó, su sonrisa se borró pero no tardó en echarse a reír.
        -¿Qué miras? –Dijo intentando hacerse oír por encima del griterío. Su voz retumbó en mi cabeza y me costó hablar. Caí en la cuenta de que ambos nos habíamos sobrepasado con la bebida.
        -¿Has… llorando? –Dije sin sonreír.
El batería embozó una sonrisa medio segundo, pero tan pronto como fijó su azul mirada en la copa, la sonrisa perdió en el líquido. Impetuosamente, dio un gran trago a aquel alcohol y volvió a mirarme. Noté como sus ojos se cristalizaban y su voz tembló un poco al hablar.
        -Ya te lo he contado, Kay –Su ceño se frunció, pero soltó una carcajada forzada -. Izzy me ha pedido un tiempo.
        Su voz retumbó en mi cabeza, y el bullicio de la fiesta pareció callar. Reflexioné en lo que decía, y caí en la cuenta de que ya parecía haberlo oído antes. Intenté pensar con claridad, pero era consciente de que el alcohol me lo impedía y me arrepentí de haberme pegado la fiesta. Quería ayudar en aquel momento a Harry, como amigo, pero era inútil en aquel momento.
        -Oh, Harry –Dije intentando que mi voz no sonara tosca por la borrachera -. Yo.. yo lo siento mucho. No pensaba que ocurriría, quien lo hubiera dicho.
        -No te preocupes. Puede que volvamos –Musitó dando vueltas al vaso mientras se levantaba del taburete -. Dijo un tiempo, de modo que quien sabe. Si hubiera querido cortar para siempre, lo hubiera dicho. Conozco a Izzy… ¿verdad?
        Insconcientemente, se me escapó una risita por la comisura de los labios pero Harry no se percató de ello. Conocía esa frase y muy pocas significaban lo que realmente quería que fuera el batería, pero asentí sin cuestionarlo y por instinto me levanté junto a él.
        Sus pasos tambaleantes al igual que los míos, pisándole los talones me llevaron hasta el pie de la escalera. Allí, únicamente se concentraba las personas que iban y venían del comedor al salón, y con un suspiró, Harry se recostó en la barandilla. Se frotó la cara con ambas manos, y mirándome fijamente dijo:
        -Pero sí, hemos cortado. ¿Me ayudas a deshacerme de las fotos, Kay?
Asentí con delicadeza y en silencio, y mutuamente nos ayudamos a subir las escaleras para no caer.

_______________________________________________________________________________
Me odio a mi misma por no subir antes, pero últimamente estoy muy ensimismada. Pero el próximo prometo no tardar, ya que este no sabía que hacer y creo que ya tengo decidido lo siguiente, de modo que os digo que el próximo capítulo no será tan soso y os gustará más.
Mientras, muchas gracias a las personitas que están durante la demora y que siguen leyendo. Mushos besos pa ti (?)
Buen lunes a____a 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Capítulo 18 -La fiesta de Harry


Salí del bar con el alma pisándome los talones. Tan amable como siempre, James me abrió la puerta antes de que sacara mis manos de los bolsillos de la chaqueta, y juntos y siendo casi los últimos en abandonar la estancia, caminamos por las frías calles de Londres.
        -Dime que no tienes el coche muy lejos –Le pedí casi como un ruego.
        -No, tranquila. Está ahí delante –Dijo escondiendo su boca en la bufanda mientras soltaba el vaho -. ¿De verdad que Micaela acudirá sola?
        -Sí, Danny se ha encargado de llevarla. Como no, soy la última –Rodé los ojos -. Siento hacerte llegar con retraso, James.
        -No pasa nada, Kay –Quitó importancia con una media sonrisa.
Aquel viernes, la noche había caído en picado al igual que la temperatura. Harry había organizado una fiesta en su casa, confesándonos que el principal motivo era para hacer desconectar un poco de la rutina a Dougie. Micaela se había marchado una hora antes, justo a la finalización de nuestro turno en compañía de la agradable pareja Jones y Georgia, que se había ofrecido voluntarios para llevarnos a nosotras y Mike, a quién también habían invitado.
        Desgraciadamente, Evan, mi jefe, había tenido un día lóbrego y había pagado su mal humor conmigo haciéndome quedar hasta no haber terminado de fregar todos los platos. Obviamente, me había negado al principio lo que había empeorado la situación, pero a regañadientes había cedido antes de perder mi puesto de trabajo.
        James se había encargado de salir de nuevo de la fiesta para venir a recogerme, lo que me sentaba como un tiro en el estómago. Iba a estar todo el camino agradeciéndoselo.
        -¿Cómo está Dougie? `-Pregunté entrando deprisa al coche. James no tardó un solo segundo en encender la calefacción mientras arrancaba -. Tengo ganas de verle y comprobarlo por mi misma.
        -Bueno –Frunció el ceño -, puede controlarse ya las lágrimas, pero sigue bastante mal. Lo ve todo mal últimamente, y bueno, él intentará sonreírte para hacértelo creer, con tal de que no te preocupes por él.
        -Oh, Dios –Dije con voz lastimera -. ¿No habrán invitado a Frankie, no?
        -¿Estás loca? –James soltó una carcajada al aire -. ¿Qué persona con neuronas la invitaría a una fiesta donde estuviera Dougie también?
        Era lógico. Con una sonrisa inocente, callé la mayor parte del camino sin muchas ganas de hablar. El coche de James aparcó con dificultad en una larga calle Londinense, donde se extendían ya bastantes coches aparcados, que, en compañía de una casa un poco más lejos de donde salía la música y luces, daban las pruebas suficientes de que había una fiesta.
        A duras penas, salí del vehículo, y junto a mi amigo caminamos todo cuanto pudimos de deprisa a la casa. El frío afloraba aquella noche en la ciudad, y unas punzadas en la nariz, la única parte no protegida del exterior, me hacían poner muecas de dolor. El frío inglés era peor de lo que me había imaginado.
        Con unos ojos caídos y un movimiento confuso, fue Carrie la que nos abrió los ojos. Su larga melena contoneó, y a primera vista, adiviné a su borrachera. Increíble. La fiesta había comenzado una hora atrás y apostaría lo que fuera a que ya irían la mayoría volcados por el suelo.
        -¡Kay! ¡James! –Nos gritó mientras se tiraba a mis brazos. Con suaves empujoncitos, entramos a la cálida casa -. Ya decía yo que no os veíaaa. Os estaban buscando, ¿sabéeeis? Creeo que a ti, James.
        -¿Quién? –Dijo desprendiéndose de su abrigo al igual que yo lo hacía del mío. Con cuidado, lo colocamos en la larga montaña de chaquetas que se acomodaban en la mesa de entrada.
        -Emmm… -Carrie frunció el ceño mientras comenzaba a dar vueltas -. Mic.
        -Oh, Mic. Tengo que encontrarla –Dije con una sonrisa. Acaricié suavemente el brazo de la rubia mientras decía -. James, vamos a buscarla.
        Y sin más chismorreos, nos adentramos en la multitud de música, gente y luces. Estuve bien atenta de no perder a mi amiga de vista, hasta que de pronto, diferencié como si resaltase de la nada, un suave movimiento de baile acompañada de una risa estruendosa. Intercambié una mirada con James antes de convencernos de acercarnos a aquel tipo, y por la espalda, le llamamos a suaves golpecitos.
        Con una sonrisa y un vaso de algún tipo de alcohol en la mano, Danny Jones se giró hacía nosotros. Su ceño se frunció suavemente al vernos, pero su aliento ya nos delató que iba casi igual que Carrie.
        -¡Danny! –Le llamó James chocándole la mano -. ¿Has visto a Micaela?
        -Sí, sí –Dijo sonriendo de nuevo. Señaló al fondo de la sala con su dedo índice -. Estaba en los sofás con Dougie, la última vez que la vi.
        -Gracias –Dije saludándole con la mirada, pero antes de que nos fuéramos, su brazo se interpuso en nuestros tórax.
        -¿Sabéis lo que ha ocurrido? –Dijo con un tambaleo de equilibrio. Suavemente, se acercó a mi oído, y como si James tuviera super poderes de oída, me susurró -. Izzy le ha pedido un tiempo a Harry… ¡Justamente en su fiesta! –Se separó bruscamente de mi mientras extendía los brazos hacía arriba -. ¡Soy el siguiente!
        -¿Cómo? –No pude evitar carcajear por su acción, pero mi rostro se serenó seguidamente -. ¿Ellos también lo han dejado?
        -Eh, no. Se dejan un tiempo –Me corrigió mirándome como si hubiera cometido una falta grave.
        -Eso es cortar, Danny –Dije sombría.
        -¿Qué ocurre? –Se interpuso James, sin tener ni idea.
        -James y Izzy, se han dado un tiempo –Dijo Danny en voz alta -. ¿Verdad que darse un tiempo es diferente que cortar, James?
        -Sí, claro –Dijo mientras unía su clara mirada con la de Danny y me observaban -. Entonces… ¿van a estar un tiempo separados?
        -Eso parece –Dijo encogiéndose de hombros -. Ya tendré tiempo de preocuparme mañana, chicos. Me voy a buscar a Georgia que esta noche promete –Su ojo derecho nos guiñó un ojo.
        James carcajeó como si hubiera sido normal la cosa, mientras yo abría los ojos mas de lo normal. Aquello era ser claro, sin duda. Danny nos sonrió pícaramente, pero para mi sorpresa y casi sobresalto del corazón, su mano dio una palmada en mi trasera, y como si temiera mi ataque, se escabulló entre la multitud. Azorada, miré hacía el lugar donde se había ido boquiabierta, y seguidamente miré a James quien sonreía maliciosamente. Danny era idiota.
        -¿Qué hace? –Dije alarmada -. Sabía rumores de que era mujeriego, pero no sabía que estando con Georgia lo era.
        -Créeme que eso no lo suele hacer cuando tiene novia, por extraño que parezca –Carcajeó mientas comenzábamos a caminar hasta el final de la sala -. Es extraño que lo haya hecho, ¡hasta ahora, desde que le he visto con Georgia ha parecido más maduro respecto al tema de mujeres y lujurias!
        Arqueé las cejas, aún indignada y malpensando de Danny. No soportaba tanta libertad, y menos conmigo. Zarandeé la cabeza levemente, apartándome las críticas del pecoso de la cabeza, y captando mi atención, diferencié ambas cabelleras rubias que estaban sentados en el sofá vacío del salón. Micaela y Dougie.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Capítulo 17 -El nuevo mohíno Dougie


Con el cansancio en los músculos, me apoyé finalmente en la barra del bar. Suspiré, observando las pocas mesas que estaban ocupadas. Era plena hora de la tarde, justamente cuando más vacío se encontraba el bar; una hora de descanso para nosotros. Aquel miércoles, apenas tres mesas estaban ocupadas, y por sus pedidos y hechos nos iban a dejar descansar hasta que la multitud volviera a entrar a una hora determinada y el trabajo se acumulase sin reparos.
        Micaela no tardó en venir hasta mi posición. Se dejó caer en uno de los taburetes, y apoyando sus brazos y la cabeza en ellos, dejó escapar el aire que forma escandalosa.
        -Aún nos quedan dos días de trabajo –Asentí con pesadumbre -. ¿No sabes nada de Mike?
        -Vendrá más tarde. Esta semana los pedidos se le están acumulando. La gente parece estar celebrando con semanas adelantadas la víspera de Navidad.
        -Navidad… -Repitió la rubia, pensativa -. ¿Qué piensas hacer? Queda menos de un mes.
        -No lo sé. Existe la posibilidad de que me quede, ya que ahora tengo más amistades aquí, y bueno, tengo un trabajo decente –Me encogí de hombros -. Pero la idea de pasar un invierno más frío que los demás en Londres no es que me de muchos ánimos.
        -El frío ignóralo –Murmuró Micaela, emocionada -. Además, si te quedas podrás asistir a la exposición de Lara, ¡y créeme que le hace una gran ilusión que vengas!
        -No lo dudo –Dije con una carcajada -. Además de que las cosas me están yendo bastante bien aquí por ahora.
        Micaela asintió con una sonrisa, mientras las campanitas de la puerta resonaron en el casi sepulcral silencio del bar, si no fuera por las finas vocecillas de cuchicheos de las pocas personas que aún quedaban en el establecimiento. Con inercia, volteé la cabeza hasta la puerta, y una sonrisa se me dibujó en compañía de Mic cuando un extrovertido Mike entró con paso decidido al bar.
        -¡Buenas tardes! –Nos dijo llegando a nosotras, exultante -. ¿Me esperabais?
        -Un poco más tarde –Confesó Micaela revolviéndole su pelirrojo cabello -. ¿Cómo estás?
        -¡Oh! –Dio un gritito de alegría mientras ponía los ojos en blanco. Mic y yo intercambiamos miradas inseguras -. ¡En ese momento genial! Mis ojos acaban de ver lo más agradable del mundo.
        Miré azorada a Micaela. Por experiencia, sabíamos perfectamente que Mike no hablaba de nosotras. Él nunca podría alabar a una mujer de tal forma. Antes de preguntar, nuestras miradas detallaron el bar en busca de vistas agradables, pero no pudimos encontrar a nadie que no superara mínimamente los treinta y cinco años. Le miramos con el ceño fruncido antes de añadir:
        -¿A quién te refieres?
        -Fuera. –Señaló con la mirada a la puerta, mientras su cuerpo se giraba para facilitarnos las vistas.
Y justo en aquel momento, la puerta se abrió. Unas risas estruendosas llegaron hasta nosotras, y seguidamente tres figuras esbeltas entraron al bar.
        -James –Dije antes de reconocer su figura. Ya sabía perfectamente como era su peculiar voz y risa, y no me equivocaba.
        -¡Chicas! ¡Mike! –Dijo con un grito y una amplia sonrisa, levantando una mano en señal de saludos.
        -¡¡James!! –Le saludó con una vocecilla aguda Mike, mientras comenzaba a agitar su mano en el aire. Nosotras apenas movimos las manos para responder mientras comenzamos a mofarnos de nuestro amigo.
        Las otras dos personas que le acompañaban nos saludaron nada más llegaron. Matt y Harry siguieron al castaño más liviano, y con una sonrisa, nos saludaron mientras se acoplaban en los taburetes de al lado.
        -Que sorpresa veros por aquí –Dije con una carcajada mientras les observaba con curiosidad -. ¿Cómo que os habéis pasado?
        -¿No puedo venir a veros? –Dijo James encogiéndose de hombros mientras sonreí tenuemente -. Además, no vamos a poder quedarnos mucho rato. Tenemos que ir a casa de Tom, a ver como está Dougie.
        -¿Doug? –Preguntó Micaela frunciendo el ceño -. ¿Qué le ha ocurrido?
Los tres chicos intercambiaron miradas indecisas antes de confesarlo.
        -El lunes, Frankie rompió con él.
        -¿Cómo? –Me indigné mientras elevaba la voz -. Vais de broma, venga ya… -Me negaron con la cabeza -. ¿Por qué?
        -No ha dado explicaciones.
        -Entonces… Dougie debe de estar fatal –Se me encogió el corazón al pensarlo siquiera -. Pero si yo a Dougie lo veía feliz con ella, amable, cariñoso... No tiene sentido.
        -Desde hace tiempo ya se les veía mal –Añadió Matt -. Además, yo pienso que Frankie no se ha llegado a tomar la relación muy a fondo, o al menos en comparación a Dougie.
        -¿Y Dougie? ¿Cómo está?
        -Lleva estos dos días llorando, sin parar –Dijo Harry mientras se le dibujaba una mueca de tristeza en el rostro -. Hemos intentado animarle, pero no hay manera… Él ya se veía un largo futuro con ella, tenedlo en cuenta.
        -Además, Tom y Giovanna están pensando en que se vaya un tiempo a vivir con ellos. En nada es Navidad, y es muy melancólico verse sólo en esa fecha, además de que Doug va a pasarlo muy, pero que muy mal.
        -Sería lo conveniente –Mic se levantó impetuosamente del taburete mientras se metía dentro de la barra. Su cara parecía nerviosa e impotente -. ¡Quiero ir a verle! No puedo creer que yo esté aquí, sin hacer nada mientras él está ahí pasándolo mal.
        -Ya le verás. Por ahora déjanoslo a nosotros, puede estar un poco violento –Nos recomendó Harry con una sonrisa -. Déjale respirar.
        Micaela se mordió el labio, impotente. Sabía lo mucho que se preocupaba ella por sus amigos, y sabía lo que sentía, pues una parte de mi también deseaba darle un abrazo reconfortante a Dougie, pero no podíamos sacar tiempo ni oportunidades de debajo de las piedras.
______________________________________________________________________________

Ok, podéis pegarme un tiro. Tardo muchisimo en actualizar, pero entre tantos exámenes y que necesito mi tiempo para desconectar un poco de todo, escribo muy poquito al día y por eso tardo más D: pero intentaré darme un poquito más de prisa, no vaya a ser de que pierda lectores.
muchas gracias a los que me leen <3 je t'aime.