lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 67 - Laberito de pasillos


                -No te me puedes resistir, Kay.
                Fui recuperando la respiración poco a poco. Miré su sonrisa, burlona ante mi azoramiento e intenté volver a la realidad. Podía oír retumbar mi corazón en mis oídos, mientras finos rayos de luz se filtraban sutilmente, entre él y yo, creando distancias.
                Mis ojos se fruncieron cuando caí en el momento. Apreté la mandíbula, sintiendo como caía hacía un abismo de vergüenza. Había vuelto a jugar conmigo, con tanta facilidad que no había tenido problema.
                -¿Crees que tú me resistirías? –Dije intentando tomar el control
                Danny arqueó una ceja, mientras situaba sus manos detrás de su espalda. Se tomaba mi debilidad como una broma.
                -Está claro que sí.
                Me mordí el labio para no hablar. Sonreí forzosamente, y apretando los puños contra su pecho, le empujé hasta la puerta. No opuso resistencia, sino que pequeños comentarios de mofa se escapaban de sus labios, enrojeciéndome de rabia.
                -¿Te ves incapaz, no? –Di un paso atrás, abandonando la habitación. El marco de la puerta era nuestra separación -. No puedes superar los encantos Jones, nena.
                Le lancé una mirada furibunda, a lo que me respondió con la misma pizca de mofa. Intenté sostenerla, pero sus ojos azules temblaban de la risa.
                -Si a encantos Jones te refieres a no poder hacer nada más que acorralarme y acercarte a mí, entonces todos poseen encantos Jones, muy superiores a los tuyos.
                -Me encanta cuando intentas contestarme –Me guiñó un ojo -. Malgastas palabras inútiles, pero por oírte, te dejo hacer un poco el ridículo.
                Y con la cara quemando de rabia, cerré la puerta en sus narices. Su risa se filtró de entre los huecos, y poco a poco, sus pasos se alejaron. Me mantuve callada hasta que no se le oía, y cuando su eco desapareció, apoyé mi espalda en la puerta. Era insostenible.



                Notaba como el corazón se me salía del pecho. Aquellos pasillos eran infernales, herméticos y clausurados. Podía oír la música sonar encima de mí, pero no encontraba la forma de salir al escenario.
                El estadio de Birmingham era enorme. Había prometido, tanto a los chicos como chicas acudir más tarde al concierto, pero un fallo de alarma me había retrasado una hora. Notaba como mi cabello sondeaba al aire, enmarañado mientras la chaqueta se me caía por los hombros. Estaba perdida, y no sabía por dónde salir.
                -¡Joder! –Grité hecha un saco de nervios. Me detuve en mitad de uno de los pasillos, e intenté guiarme por el sonido de la guitarra sobre mi cabeza.
                La guitarra se calló en aquel momento. Sostuve la respiración, oyendo la voz de la que debería pertenecer a Tom, y un piano empezó a sonar a lo lejos. Se me congeló el corazón. Conocía aquel principio.
                Mi promesa a los chicos de que oiría Take me there en directo se estaba empezando a romper en pedazos.
                -¡Kay! –Oí a mi espalda. Noté como si me echasen un cubo de agua en medio de un soleado desierto. Ladeé mi cabeza, y Charlie, a lo lejos, me agitaba una mano que sujetaba una coca-cola -. ¿¡Qué demonios haces aquí!?
                -¡Charlie! –Se me escapó un gemido de mis labios. Corrí a toda velocidad hacía él, mientras su cuerpo se tensaba -. ¡Llévame hasta dónde están las chicas, deprisa!
                -¿Por qué? –Frunció el ceño -. El concierto casi ha terminado y…
                -¡Calla y guía! –Le grité obligándole a girarse.
                Asintió mientras carcajeaba, y recorriendo pasillos gemelos terminó encontrando unas pequeñas escaleras. La música se filtraba a través de la puerta de plomo, y casi volando, subimos dichas escaleras.
                El ruido bombardeó nuestros sonidos. Los ojos café de Charlie me guiaron a través de la luz de los focos, señalándome a las chicas las cuales se ocultaban detrás de un pilar de hierro. Intenté gritarle un gracias, pero ni siquiera mis oídos apreciaron mi voz. Una sonrisa complaciente se dibujó en sus labios, y dando media vuelta, volvió a los pasillos.
                Mis pasos se acercaron a Mic, Lara, Gio e Izzy. Ésta primera pareció exclamar ante la sorpresa, mientras una mirada incrédula, decepcionada y sorprendida  me acusó de tardanza.
                Mis oídos intentaron mirarla arrepentida, oyendo sus palabras, pero entonces el único ruido audible acompañado del coro de fans llegó a mis oídos.
                -…I feel like you’re alive in me.
                Mis ojos ladearon hasta el escenario. Danny terminó de cantar en aquel momento. Bajó su mirada hasta su guitarra negra y desgastada por el uso, y tocando alguna nota, se alejó un poco de su micrófono. Tom tomó el suyo, y cantó el estribillo con tanta potencia que mi piel se erizó.
                -And you take me, and you take me, and you take me there.
                Los ojos de Danny subieron un segundo hasta nuestra posición. Pude diferenciar gracias al gran foco que caía sobre él sus ojos, semejantes a los de Micaela, observándome decepcionados. Noté como se me encogía el corazón y mis músculos se volvían a crispar.
                -I get anxious jut knowing that you’re the one I come to, come home to. Being without you makes me suffocate cause baby I breathe you, yeaah I breathe you. –Su cabeza ladeó un momento hacía nosotras, y su mirada me encontró entre la oscuridad. No supe descifrar exactamente lo que sentían en aquel momento.
                Suspiré y me centré en la canción. Oír nuestra letra resonar en todo el estadio, escuchada por cientos de fans que desconocían su significado, lograba alterarme entera. Era consciente de que nuestra letra era más que simples letras ordenadas que rimaban. Al fin y al cabo, era nuestra letra. La misma que había traído un beso de reencuentro.
                -Se ha percatado de que llevas todo el concierto ausente –Oí la voz de Lara en mi oído, rozando sus labios con éste -. ¿¡Dónde demonios estabas!?

viernes, 26 de abril de 2013

Capítulo 66 -Un simple roce


Un sinfín de sombras comenzaron a oscurecer todo el restaurante. Un chico de pecas pelirrojo nos dio el último aviso para que abandonar la estancia, dejando nuestras carcajadas halladas en la sala, nos apresuramos para entrar al vestíbulo. Detrás nuestra, el restaurante se cerró siendo nosotros sus últimos visitantes, y ni el más mínimo fulgor de las velas iluminaba la estancia.
                Los pasos de Dylan se detuvieron cerca de la escalera. Miré hacía la gente turista que desaparecía a los salones, mientras el encargado nos dedicaba una última mirada y desaparecía por el pasillo. Miré a Dylan, quién se mantenía ausente, frunciendo el ceño.
                -¿Ocurre algo? –Pregunté.
                Su mirada me encontró y una sonrisa torcida se embozó en sus labios, alejando sus pensamientos.
                -¿Te quedas un rato conmigo? –Susurró, acercándose a mi oído.
                Le miré, analizando la situación. Apenas murmullos a lo lejos se escuchaban, y el ruido de los coches ahogados en el exterior tensaban la situación. Carcajeé suavemente con ironía,, arqueando las cejas y tomándome aquellas palabras de broma. Ladeé la cabeza, e intentado dar media vuelta, mi mano se vio aferrada.
                Me estaba deteniendo. Miré su mano mientras la entrelazaba con la mía, y con cuidado, subí mi mirada hasta sus ojos, los cuales ya me observaban. Intenté pensar pero un nudo se formaba en mi vientre impidiéndome siquiera actuar con claridad. Temía lo que pudiese ocurrir después.
                Su brazo comenzó a arrastrarme hacía él. El aire gélido erizaba mi piel, y sin saber si se debía al frío o la gravedad de la situación, mi piel se equizó.
                Y como si me persiguiera acompañado de remordimientos, sus risas, su risa pecualiar se filtraron del exterior. Di un paso hacía atrás, creando distancias mientras la mirada de Dylan se ausentaba de la mía, visiblemente molesta por la interrupción.
                Quizás si hubiese sido él otra persona, quizás si hubiese sido el mismo que carcajeaba en aquel momento, las voces se hubiesen ahogado en mis oídos y no me hubiera alejado.
                No tardaron en llegar; la mirada de Danny fue la primera con la que me encontré. Seguido, Tom, Harry y Dougie captaron nuestra presencia nada más ladearon las cabezas hasta nosotros.
                Sus carcajadas se fueron ahogando poco a poco. Dougie lanzo un pequeño grito en señal de saludo, a lo que le respondí con una sonrisa, seca. Frunció el ceño, pero se aproximó un poco a nosotros.
                -¡Buenas noches, chicos! –Saludó Dougie saltando hacía nosotros. Un brazo suyo rodeó mi cuello, haciéndome tambalear con él -¿Qué tal la noche? ¿Sabéis dónde está Lara?
                -Ya ha subido con Micaela –Le contesté -. ¿Cómo ha ido el concierto?
                -Genial, A las fans les ha gustado vuestra canción.
                Sonreí. “Nuestra” canción era un término que conseguía hacerme vibrar los sentidos; me gustaba, pero al mismo tiempo me horrorizaba. Miré detrás suya, y los ojos de Danny volvieron a encontrarme rápidamente. Por otra parte, la presión de la situación con Dylan seguía golpeándome, y su misma mirada perforaba mi nuca.
                -Te acompaño a tu habitación –Dijo de pronto Dylan.
                Vi como Dan fruncía el ceño, desconcertándose. Le imité, igual de confusa viendo como el rubio se despedía y comenzaba a subir las escaleras. Una iniciativa de contradecirle me incitó, pero pensé mis palabras. Estaba sacándome de un momento incómodo, para meterme en otro. Suspiré y me limité a seguirle.
                -Ya nos vemos más tarde, chicos –Dije, alzando la mano para despedirme –Buenas noches.
                Los cuatro me respondieron, y les di la espalda mientras me apresuraba para alcanzar a Dylan. Creí que el silencio nos rodearía, cuando de repente, unos sonidos huecos producido por pisadas en las escaleras sonaron detrás de mí. Me giré, sorprendida para descubrir a Danny.
                -¿Dónde vas? –Pregunté. Una sonrisa se limitó a sonreírme.
                -¿No puedo subir a las habitaciones?
                Me encogí de hombros. Noté como mi estómago se comenzaba a estrujar con más malicia.  Rehuí de su mirada, a la derecha, y de la de Dylan, a mi izquierda. Ambos eran dos problemas, ambos me estaban estrujando juntos. Noté como la situación se me escapaba de entre las manos mientras avanzábamos el pasillo del tercer piso, yo cabizbaja y con Danny y Dylan a mis lados.
                -¿Qué tal ha ido la noche? –Preguntó Danny, rasgando el silencio. Le miré incrédula, como si aquella pregunta hubiese sido la más estúpida del mundo. Él se limitó a sonreírme con picardía.
                -Bastante bien. Ha sido agradable –Contestó el otro siguiendo su juego -. Kay y yo hemos cenado juntos; me las ingenié para tener privacidad.
                Bajé la mirada. Deseaba desmayarme en aquel momento, que la tierra me tragase.
                -Lo máximo que puedes aspirar, ¿no?
                -¿Cómo? –Se fue deteniendo Dylan, cerca ya de mi habitación. Su mirada se enfrontó a la de Danny, cómo si ambos se desafiaran -. Una parte de a dónde llegaré. Es agradable. Una lástima que no hayas podido disfrutar de la noche por tocar en el concierto.
                Los ojos se Danny se achinaron un poco, creando rendijas. Su azul grisáceo me encontró, airado mientras parecían encenderse poco a poco. Apreté el entre cejo, rogándole en silencio que se callara.
                Sus labios se tensaron. Suspiré aliviada. No iba a proseguir la disputa. Miré a Dylan, quién le sonreía con soberbia. Hasta comprendiendo la situación, aquella imagen del rubio me irritó. Ambos permanecieron callados, enfrente de mi habitación, esperando el abandono del otro.
                -¿Y bien? –Dije de pronto, alterada por la situación.
                -¿No tenía que ir a tu habitación, Daniel?
                -¿No tenías que acompañarla únicamente?
                El ceño de Dylan se frunció. Ambos estaban encendiéndose con pequeñas chicas, con pequeños ataques, y no tardarían en encender la llama de la disputa.
                -¿Qué haces? –Cuestionó de pronto Dylan, confuso y tal vez, decepcionado -. ¿Qué te estás tramando, Jones? Hace apenas unos días cortaste con Georgia. Me impresiona lo impasible que puedes llegar a resultar –El ceño del pecoso es frunció -. En serio, deberías centrar la cabeza e ir a arreglar tu relación con Geo lo antes posible. Sería lo más maduro, en vez de ir jugando por ahí.
                Y dicho esto, irritado, dio media vuelta y se fue a su habitación. Un suave portazo nos dejó en silencio.
                -Te juro que me han entrado ganas de cerrarle la boca de un puñetazo –Vociferó Danny removiéndose el cabello, furioso -. Le hubiese callado esa bocaza inútil.
                -¿Y por qué no lo haces? –Le desafié, enfadada.
                -Por ti, por qué va a ser –Dijo suavemente con una carcajada -. ¿Por qué has cenado con él?
                Le miré exasperada. Saqué mis llaves, y apresurándome para abrir la puerta, me callé e intenté dejarle fuera. Pero cuando fui a cerrar, su cuerpo se deslizó suavemente bloqueado mi portazo y quitándome el contacto con la puerta, se encargó de cerrarla con cuidado. Cogió mis manos antes de que le apartaran de un empujón, y situándolas sobre su torso, me echó hacía atrás, hacía la pared.
                La habitación estaba sumida en sombras y el suave parpadeo de las farolas encendidas de la noche alumbraba sutilmente su medio rostro.
                -Me debes, entonces, una cena.
                -No te debo nada, inútil –Le dije haciendo fuerza para alejarme. Sus manos apretaron las mías, inmovilizándomelas -. ¿Qué coño haces, Dan?
                Una sonrisa se limitó a exasperarme más. La cara me ardía de rabia, pero de nervios también. Una parte efusiva quería detenerle y dejar vivir el momento, pero la rabia me consumía, queriéndolo alejar. Lograba hacer de mí lo que yo misma no me permitía.
                Su sonrisa se acercó a mis labios. Noté su suave respiración en mi boca, a lo que callé y dejé de apretar los dientes. Me aturdió, sí, y sus labios se fueron aproximando poco a poco. Noté la rabia se consumía por el momento, el cual me estaba atrapando a medida que sus labios se aproximaban. Bastó un simple roce para evadir toda irritación, pero cuando dejé de hacer fuerza para evitarle, cuando dejé de resistirme esperando el momento, sus labios se apartaron triunfantes. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, y mi turbamiento se manifestó ostentosamente.
                -No te me puedes resistir, Kay.

domingo, 21 de abril de 2013

Capítulo 65 - Sonrisas irrompibles.


                Cerca del anochecer, el autobús se detuvo en lo que debía de corresponder el hotel de Northampton. Un gran edificio de cuatro pisos y planta baja con un espacioso jardín y terraza nos daba paso al lugar dónde pasaríamos una única noche.
                Cuando las chicas bajamos del autobús acompañadas de James, Matt y Dylan, Lucy y Sam ahogaron gritos eufóricos al observar el hotel. Sus bolsas cargadas de Dios sepa qué amenazaron con caer al suelo cuando, entre brincos, se acercaron a la terraza inferior. Georgia, mohína, se dedicó a sonreír por su alegría y seguirlas.
                -Vaya –Susurré al ver a modelo rubia alejarse -. Si que está triste.
                -Es normal, Kay –Me susurró Mic a la oreja -. Pero no sientas conmiseración. No tienes nada que ver.
                Dude de sus palabras, pero enmudecí. Seguí arrastrando mi maleta con cierta aflicción que supe descubrir, mientras los comentarios de sorprendidos y satisfecho de las demás chicas y ambos hombres rondaban en nuestro grupo.
                Decoración rústica y perfectamente amueblada con salones formaban el hotel Northampton. Una luz proyectada por lámparas de puestas de sol le daba un toque cálido a aquel encantador moblaje. Un olor a café que perfumaba cada pasillo, salón y salas de estar contrastaban con la noche que se filtraba entre los amplios ventanales. Una mujer de cabello corto y pelirrojo nos atendió, y respondiendo a nuestras reservas, nos condujo hasta el tercer piso. Nuestras habitaciones estaban continuas.
                -¿Quieres que te ayude con las maletas? –Se propuso Dylan, robándomela antes de conocer mi respuesta.
                -Me parece que seré la que menos equipaje llevará –Dije con una carcajada y mirando a Micaela quién en aquel momento luchaba por arrastrar las maletas por los pequeños escalones -. Algunas no pueden con todo el peso del suyo.
                -No tardará en ser ayudada –Justo nada más calló, James se detuvo para ayudarla. Le sonreí a Dylan, quién se dedico a guiñarme un ojo y atravesar los escalones como si apenas lo hiciese -. ¿Irás al concierto de mañana de los chicos?
                -Sí, claro que sí. Todos irán.
                -Si, tienes razón. Además, creo que han dicho que hay una nueva canción escrita –Me sonrió, achinando sus ojos verdosos -. La que has hecho con Danny, ¿no?
                Apreté la mandíbula. No sabía cómo se había descubierto aquello, pero la idea y el tono en que la gente parecía pronunciar aquello no me gustaba.
                -Es extraño –Prosiguió Dylan sin esperar mi respuesta -. Quiero decir… No tienes ninguna carrera musical. No me malinterpretes; me parece algo nuevo y bueno para el grupo.
                -Bueno. Poder escribir una canción, todos podemos, ¿no?
                -Sí claro –Una sonrisa torcida se formó en sus labios. La chica guía desapareció, dejándonos delante de nuestras habitaciones. -. ¿Y cómo es que os pusisteis a escribir juntos?
                -Es una canción. Ni siquiera la letra merece la pena. Les ayudé, y ya está –Pronuncié tajante. No me gustaba aquel tema-. Será mejor que vayas a tu habitación a prepararte antes de cenar, ¿no Dylan?
                -Esa es la idea –Frunció el ceño, pero se apoyó en el marco de la puerta -. ¿Puedo invitarte a cenar, al menos?
                -¿Por qué tendría que decir que sí? –Pregunté impasible.
                -Porque llevo intentando profundizar y conocerte mejor desde el día de la exposición de arte, y no he logrado mucho con simples conversaciones de dos minutos. De modo que exijo una cena, para complacerme.
                Sonreí. Había conseguido apartarme la irritación de la cabeza.
                -Más motivos.
                -¿Más motivos? –Carcajeó -. ¿No puedo pedirle a una amiga una cena? Además, no te arrepentirás. Este sitio es agradable. Solo pido intimidad. Conversación más allá de temas que te hagan morder el labio o apretar la mandíbula con irritación –Me guiñó un ojo ante mi azoramiento -. ¿Qué me dices? ¿Puedo hacerte sonreír, al menos?
                -Ya lo estás haciendo, ¿no lo ves?
                -Pues déjame que perdure un poco más. Cuando cierres la puerta, en dos minutos, volverás a tu estado sereno. Permíteme hacerla durar un poco más.
                Mi sonrisa se amplió, Cabizbaja, asentí con cuidado. La sonrisa de Dylan se amplió, y separándome del marco de la puerta, me arqueó las cejas de forma aliciente.
                -A las nueve menos cuarto paso a por ti. No te olvides de esa sonrisa.
                Y dando media vuelta, me dejó aún confusa.
Dando media vuelta y recapacitando sobre lo ocurrido, cerré la puerta con mi espalda y miré a la ventana con la cortina corrida. La habitación estaba sumida en un tonó amarillo apagado, con sombras a cada esquina y un silencio que apenas lo rompían los coches del exterior. Unas hormigas subieron por mis piernas hasta mi estómago, y en aquel momento, un único pensamiento hizo romper mi sonrisa aún permaneciente.
Danny, sin saber por qué.

domingo, 14 de abril de 2013

Capítulo 64 -Partida a Northampton.


                                                                              POV KAY

                Mi mirada se centró en los dos autobuses que empezaban a cargar maletas. Podía sentir mi corazón bombardear mi pecho, y tal vez si se hubiese callado todo el bullicio y la contaminación acústica de la ciudad, los latidos habrían retumbado por los edificios, audibles para todo el mundo.
                Capté a Tom, quién ayudaba a su novio a cargar la maleta en sus respectivos autobuses. Él había sido quién había hecho los honores de informarme del tour un día antes de aquel, y el mismo que me había insistido en convencerme hasta que aceptase. Pero en aquel momento, mis piernas amenazaban en echar marchar atrás y salir corriendo.
                En el primer autobús, viajarían los chicos y sus novias: Tom, Danny, Dougie, Harry, Giovanna, Lara, Izzy, Dylan y tal vez algún que otro que no conociera. Y en el segundo, nos habíamos amontonado Micaela, Georgia y sus dos compañeras de trabajo, James, Matt y yo. La idea de compartir alojo al lado de la ex novia de Danny que seguía sin entender porque tenía que venir me alteraba, obligándome a dormir con un ojo abierto por seguridad. A pesar de ello, sabía que no había motivos para aquella actitud.
                -¿Te ayudo con la maleta? –Se ofreció una voz lado, apartándome de mi pequeña burbuja ensimismada. Di un brinco a su lado para encontrarme la amplia sonrisa de James, cordial y amable.
                -Oh, está bien –Acepté. Le devolví la sonrisa mientras le dejaba hacerse cargo de mi maleta -. Me alegro de que vayas en mi autobús. No es… precisamente cómodo, que digamos.
                El ceño de James se frunció con una pizca de gracia. Pareció intentar entender más allá mis palabras.
                -Sí, yo también. No entiendo por qué Georgia, Sam y Lucy –Nombró. Intenté memorizar aquellos nombres a pesar de que no tenía intención de hablar a las imitaciones de Barbie – han venido. Después de la ruptura con Danny… bueno, no es lo más normal.
                -No creo que la idea de traerla haya sido de ellos –Intenté pensar, sin convicción -. Quiero decir. Danny no es impasible, ni tan violento a la hora de tomar una decisión.
                Una sonrisa torcida y dubitativa se embozó en James. Sus ojos bajaron hasta sus pies, ladeando su cabeza espaldas al sol y oscureciendo su rostro. Sabía que él podía pensar, o incluso saber lo contrario, pero fuese lo que fuese no le pregunté. Preferí bastarme de mi teoría.
                James terminó de ayudarme, y entre algunos comentarios sobre el tour, subimos al autobús. Micaela ya se encontraba sentada al otro extremo del auto. Nos levantó la cabeza con curiosidad, a lo que una sonrisa nos saludó. Le devolví esta, mientras que James se aproximó a ella.
                Mi mirada se distrajo por aquella voz. Ronca y acompañada de una carcajada, una espalda esbelta y un cabello con algún rizo roto conversaba con los conductores. Quise llamarle, que supiera de mi presencia pero mis labios se apretaron evitando las palabras. Caminé impasible hasta Mic, quién no tardó en advertir mi estado más ausente de lo normal. Una mirada severa y orgullosa me fulminó.
                -¿De verdad hay que viajar con este autobús? ¿Y encima compartido?
                La voz desconocida pareció irritarme los oídos como si hubiesen usado una taladradora a mi lado. Me giré, al igual que James y Micaela buscando al propietario de aquella voz. Una chica, alta, rigurosa y de un cabello ocre que caía sin ningún imperfecto subió como si evitara tocar cualquier mueble. Unas gafas que tapaban su cara sin ningún poro ni arruga analizó el entorno con suma atención.
                -¿De verdad, Geo, que tenemos que ir aquí?
                -No seas tan quisquillosa –Sonó la más aterciopelada voz de la rubia detrás suya.
                Georgia apareció por su espalda. Vestía normal, más casual que de normal. Aquella mañana sus ojos no estaban decorados, y su cabello se perdía en un peinado simple. Aquel look, para mí hubiera sido normal, incluso más formal que de costumbre. Para ella, dejaba claro su carácter mohíno y herido aún bien abierta.
                Seguí con cuidado cada acción suya, compadeciéndome pero exasperándome. Sus ojos, al igual que los míos encontraron a Danny nada más subir. Respiró una bocanada de aire mientras un gimoteo se escapaba enmudecido, y sus ojos se cargaron de dolor. A pesar de no llevar el vestido blanco y arrugado, y el maquillaje esparcido, aquella faceta lograba revolverme todo mi interior.
                -¿Algún problema con el autobús? –Preguntó la atrevida voz de Matt. Apareciendo al lado de Danny, y obligando a este a voltearse, miró con cierto descaro a la chica de cabello ocre -. Tú debes de ser Lucy.
                Una ceja se alzó en el rostro perfilado de ella. Miré a Danny, quién únicamente se fijó en Georgia mientras sus miradas se encontraron. Sus músculos se contrajeron, sus labios enmudecieron y su rostro se endureció. Georgia, simplemente, dejó escapar su melancolía visiblemente. Aquella escena pareció azotarme más que mil latigazos.
                Noté la suave mano de Mic acariciar la mía con disimulo. Intenté dejar de mirar, pero justo en aquel momento, un Danny cabizbajo apartó la mirada de su ex prometida y pareció notar la mía. Sus ojos dejaron ver la presión de la escena, y su indescriptible rostro pareció hablarme intentando parecer frívola.
                -Vaya, mira a quién tenemos aquí –Sonó una voz más rasgada. Una chica de cabello negro y liso apareció detrás de las dos modelos. Ella debía ser Sam -. ¿Qué haces aquí, Daniel?
                -¿No puedo siquiera subirme al autobús? –Una sonrisa torcida y formada intentó parecer alegre.
                -Claramente no. Ahora, si no es mucha molestia –El dedo largó y blanco de Sam señaló a la puerta -, vete.
                Fruncí el ceño. Mis ojos analizaron a Danny, quién frunció el ceño dolido y calló tragándose sus palabras. Podía notar como la situación se cargaba en su espalda, dolorosa y pesada, y él resistía intentando parecer capaz de cargar con ella. Georgia había bajado la cabeza y caminado hasta un asiendo más apartado, rehuyendo de la presión de la escena.
                -Si ha subido no es únicamente para perder el tiempo –Contradijo Micaela, mintiendo en realidad.
                -Exacto –Le seguí yo. No pensé mis palabras; únicamente se escaparon de mi garganta como defensa-. Tenía que ver unas cosas del autobús –La mirada de las dos modelos desconocidas pareció mirarme con despecho –Además de que le habíamos preguntado dónde sería nuestro siguiente destino.
                La mirada de Danny volteó orgullosa hacía las modelos. Les arqueó las cejas con cierta arrogancia, y dándoles la espalda anduvo hasta nosotros. Presioné mi mandíbula al notar sus pasos más cerca de nosotros.
                -Gracias –Dijo con voz hosca -. Si soy sincero, ya me esperaba esta actitud.
                -Al menos no te han lanzado bolas de maquillaje ni clavado en el pecho espadas de ralla de ojos –Bromeé rehuyendo de su mirada y observándolas a hurtadillas -. Eso es mortífero.
                -Probablemente. Aunque ya será duro de por si solo tener que ir con ellas a los conciertos –Frunció el ceño y para cuando levanté la mirada, sus ojos ya me observaban con espero -. ¿Cómo estás?
                Sin contestar, mis ojos miraron a Micaela quien nos observaba atentamente. A través de nosotros y de forma ostentosa se asomó para observar a las modelos, y un carraspeo inundó su garganta. Me miró con ojos alertas que podía decir más que mil palabras.
                -¿A parte de ser consciente de cómo ya son las Barbies humanizadas? Bien, diría yo. Aunque mi pregunta de a dónde nos dirigíamos sigue esperando respuesta.
                -Oh –Una sonrisa dulce se formó en sus labios. -. A Northampton. El concierto es esta noche.
                -Creo que nosotras nos quedaremos en el hotel. Ya iremos al siguiente, ¿no Mic? –Busqué su presencia en la conversación. No quería hablar únicamente con él. Solo lograba que el pecho me ardiera ambiguo.
                -Sí. Prefiero saludar a mi nueva cama.
                -Tenía pensado tocar Take me there –Dijo de pronto. Le miré intentando descubrir más allá de sus ojos -. Quería que vieras como suena en directo.
                -Bueno –Balbuceé, trabada -. ¿podrás tocarla al próximo día?
                Una sonrisa vacilona se formó en sus labios. Sus ojos se achinaron, con gracia sobre la situación y sin más que decir asintió.
                -Claro. Luego nos vemos, chicos –Se dio media vuelta, y cómo último gesto, me guiñó un ojo.
                Noté las hormigas recorrer mis piernas. Miré a Micaela, quién no dudaba que había visto aquel gesto. Sus músculos estaban crispados, sufriendo conmigo y su mirada fija en las modelos. James, por otra parte, pareció ni siquiera darse cuenta de lo que había ocurrido.

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jueves, 11 de abril de 2013

Capítulo 63 - Dos problemas como un gran problema.


                                                                              POV DANNY

                Miré una vez más las teclas del piano como si se encontrasen a metros de distancia, inalcanzables de alguna forma para mí. A cambio, allí estaban, con la partitura delante y los garabatos de que habíamos escrito Kay y yo. Pero una parte de mí parecía negarse en los últimos días a cantar y tocar.
                La profundidad en mi pecho aún persistía. Desde aquel mismo día en la sala de estar de Tom, podía notar que todo mi entorno me ahogaba. El más mínimo tema de la discográfica que antaño había afrontado con parsimonia, en aquellos días resultaban una cuerda apretando mi vientre en presión. Estaba ahogado, insostenible conmigo mismo.
                La casa se mantenía vacía. Había evitado encontrarme con Georgia ante toda costa mientras recogía sus cosas, y únicamente el salón de casa estaba bañado por unos rayos vespertinos que ahogaban sombras mohínas en cada rincón. Un suave tic tac en alguna parte del mobiliario hacía que el suspense del entorno me llegase a irritar.
                El timbre retumbó por toda la casa. Me mantuve callado varios segundos, agudizando los oídos antes de arriesgarme a abrir la puerta. Suspiré. La voz chillona de Dougie parecía hablar a gritos.
                Me levanté y fui hasta la puerta. Dos días atrás, cuando efectué la ruptura de Georgia, Harry había intentado hablar conmigo. Indiferente le había ignorado, y desde entonces sabía que Tom, él y Dougie me había permitido un tiempo de demora  y tranquilidad. Pero no dudaba de que finalmente habían decidido visitarme.
                De modo que con cierta resignación, abrí la puerta.
                -Chicos –Saludé forzando una sonrisa. Los rostros serenos de los tres parecieron asimilar cada detalle de mi cara.
                -Danny, aféitate –Pidió Dougie sonriendo tenuemente. Entró a la casa mientras me cubría de un abrazo inesperado -. ¿Cómo te encuentras?
                -Estoy intentando tocar las canciones del nuevo álbum para tenerla más practicadas antes de que saquemos el nuevo disco.
                -No te preocupes por ello –Dijo con sosiego Tom. Su hoyuelo me saludó con tanta dulzura y cuidado, y de nuevo un abrazo más cálido me embriagó -. Ya tendremos tiempo para ensayarlas.
                -No puedo tocarlas. Estoy bloqueado.
                -E idiota también –Contrarrestó Harry con una sonrisa. Una palmada en la espalda hizo que se me escapara una carcajada retenida -. Sabes lo que te espera hoy, ¿no?
                Rodé los ojos. El iba a ser el menos cuidadoso respecto a lo ocurrido.
                -¿No puedo descansar ni en estos cuatro días antes del tour por Inglaterra? –Pedí siguiendo a Harry hasta el salón. Allí, Tom había hecho desaparecer las sombras con la lámpara.
                -Dos días –Corrigió Tom, dejándose caer en el piano -. Estos días que te has mantenido clausurado en casa, el tiempo ha transcurrido en el exterior –Me sonrió con cuidado. Su ojos ladearon hasta las partitura, y tocó las primeras notas -. ¿Te la sabes?
                -Más que ninguna –Dije secamente. Zarandeé la cabeza suavemente y me dejé caer al lado de Dougie, quien había encendido la televisión y puesto sus pies sobre las mesas. El silencio pareció azotarme en la cara, y como si estuviese obligado a tener el más mínimo detalle de cortesía, lo pregunté -. ¿Cómo está Georgia?
                -¿De verdad quieres saberlo? –Me contestó el bajista de soslayo. Negué con sinceridad -. ¿Cómo estás tú?
                -Confuso.
                Harry se cruzó de hombros delante de mí mientras dejaba escapar una suave carcajada irónica. Sabía que respetaba mi acción y opinión, pero él quería llegar al fondo del asunto aquel día, y a pesar de que me resignara, lo conseguiría.
                Detrás, Tom dejó de tocar para voltearse y observarnos.
                -Tal vez es porque no sepas realmente lo has hecho –Dijo Harry.
                -Puede ser. Pero creo que es lo correcto.
                -¿Y esto que te va a conllevar?
                Bajé la mirada, inconsciente de que contestar. No creía que fuese lo correcto, pero tampoco lo incorrecto. Había actuado interiormente, dejándome llevar por mis impulsos como no había querido hacer hasta ahora.
                -¿Tú te querías casar, Danny? –Preguntó suavemente Tom.
                Levanté la mirada hasta él. Él hubiese sabido contestar aquella pregunta incluso más consciente que yo.
                -Creo que aún es pronto para hacerlo.
                -¿Y por qué le pediste matrimonio hace unos meses, entonces? –Exclamó Harry. Él no me entendía, lo que irritaba la situación y lo exasperaba a él.
                -Porqué creí hacer lo correcto entonces.
                -¿Y ahora porque crees lo contrario?
                Me encogí de hombros, apretando los labios. Estaba demasiado confuso, y ellos no me ayudaban.
                -¿Quieres que te conteste yo? –Susurró Tom con una sonrisa torcida de lado. Le miré dubitativo, temiendo  de sus palabras -. ¿Sabes que te hace dudar, no?
                -¿Aún está con eso? –Exclamó a mi lado Dougie, obligando a situarse a mi vista -. Venga ya, Danny. Tus encaprichamientos por las mujeres no llegan más allá de dos meses, si llega.
                -¿Encaprichamiento? –Pregunté, captando la palabra.
                Doug frunció el ceño. Me había tomado aquella palabra como una ofensa en cierta parte, como si realmente no se tratase de aquello. Era cierto que antes de Georgia había tenido ciertos encaprichamientos, pero nunca me había planteado si aquella vez se trataba de lo mismo con la ex camarera. No me lo había preguntado, porque ya sabía la respuesta: no.
                -Danny… Estás muy ambiguo en este tema –Murmuró Harry inclinándose sobre la silla que se había sentado -. Deberías haberte aclarado antes.
                -Pues no me he aclarado, tío –Suspiré exasperado y dejando caer mi peso en el sofá -. Sigo tan confuso como hace ya meses. Sigo alterándome cuando la veo, sigo comiéndome la cabeza con ella, pero a cambio, lo hago también con Georgia. Tal vez lo único que pasa es que me gusta Kay, al igual que Georgia.
                -Perfecto –Exclamó Dougie estupefacto -. Dan, eso es peor aún. No puedes ni quedarte con las dos, ni con ninguna. Elige al menos. Aún no es tarde para arreglarlo con Georgia.
                -Pero ten en cuenta, tío –Añadió Tom señalándome con determinación -, que si eligieras a Geo, a Kay tendrías que quitarla de tu vida. Y lo mismo pasa al revés; si eliges a Kay, Georgia se irá completamente de tu vida. Nada de escoger ambos platos.
                Enmudecí. Sabía, en el fondo, que esto se trataba de aquello. Pero ambas opciones resultaban dolorosas mirase por donde mirase. Bien era cierto que, a pesar de mis roces con Kay, una parte de mí dudaba si ella sería lo suficiente estable como Georgia. En caso de que no lo fuera, sólo dificultaba la elección.
                -Tíos, si me lo planteáis así, no puedo elegir.
                -Pues no elijas, Dan –Se encogió de hombros Harry, sereno -. Haz lo que te pida el cuerpo. Si quieres ir con una, ve,  y si nos, con otra. Haz lo que creas mejor para ti. No hay vuelta.
                Escondí mi cara en mis manos como si pretendiera salir de toda aquella situación. Una sopa de problemas enmarañada se había formado en cabeza, impidiéndome avanzar. Quería desaparecer de todo aquello por días, despejarme y relajarme, pero éstos me seguían como perros falderos.
                -A ver –Volvió a hablar Tom. Abrí mis dedos en rendijas para observarle a través de ellos -. Para el tour de Inglaterra, quiero que Gio se venga conmigo. Si queréis, para que no se sienta sola, podemos traer a las demás.
                -¿Kay?
                -Y Georgia, si quieres.
                -¿Estás loco? –Exclamó Harry -. ¿Piensas que se querrá venir con todos nosotros, después de la ruptura?
                -No soy tan estúpido, Harry –Dijo con sosiego Tom, carcajeando -. Para promocionar ropa o cualquier rollo de esos. Seguro que si se le plantea la propuesta a su jefe, no lo negará.
                Resoplé, demasiado agobiado. Aquello entremezclama todos mis problemas aumentándolos.
                -¿Y tener a las dos cada día? ¿Tener que verlas y someterme a ellos? Ignoradlo.
                -¿Y cómo lo vas a hacer si no? –Tom suspiró -. Así, tal vez averiguarás con quién te encuentras más cómodo.
                Negué suavemente, pero sin convencerme a mi mismo. Ellos lo veían fácil. Yo lo veía como un mar de la muerte, en que si me metía, iba a terminar ahogándome entre las mareas. Estaba tirándome a una piscina llena de tiburones.
                La melodía de Take me there volvió a inundar el salón. Miré a Tom, concentrado en el piano y tocando la primera estrofa. Sus labios estaban callados, al igual que los míos, pero mi mente recordó sin remedio.
“I don’t ever wanna spend another day without you, without you. I don’t think that I’d be stading here if I never found youm never found you”.
                Suspiré derrotado. La música paró, y una sonrisa torcida me miró desde el rostro de Tom. Sabía manipularme.
                -Está bien –Suspiré sometiéndome -. Que se vengan.

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Hi hi hi! En fin, aquí tenéis otro capítulo.
He borrado el cuestionario que hbía dejado. No por nada, sino porque cada día me llevaba una decepción más. Las respuestas, en vez de subir, bajaban. De modo que, cambiando un poco, quiero saber que se acoplaría más a los gustos de los lectores; qué tipo de final querríais.
Enserio, os agradecería vuestra opinión. No digo que al final, la respuesta con más votos será la que escogeré, sino que quiero tener una idea clara para decidir yo. Así que por favor, arriba a la derecha, votad vuestra preferencia. Muuuuuuuuuuuuuuuuuuchas gracias!!

domingo, 7 de abril de 2013

Capítulo 62 - "No puedes quedarte a medio camino"


                El corazón me dio un revuelco a verla. Casi creí no vivir el momento, a Georgia con el maquillaje esparcido por las lágrimas y pequeñas gotas negras cayendo de sus ojos. Noté entonces como se me encogía el corazón de conmiseración, queriendo ayudar pero sin poder hacerlo.
                La mirada dolorida de Georgia subió hasta nosotros. Un par de chicas habían salido con ella de la tienda, intentando calmarla, pero en aquel momento en que nos encontró pareció tomarse un respiro. Sus pasos se acercaron a nosotros, alterándonos, pero sus brazos se abrieron desconsolados.
                -¡Chicos! –Gritó mientras su voz se ahogaba de nuevo en su llanto, y sus brazos me hicieron chocar con el hombro de Dylan mientras nos abrazaban.
                Me desconcerté en aquel momento. Mi cuerpo únicamente respondió para abrazar por la espalda a Georgia, mientras mis ojos se encontraron con los de Dylan, cerca. Bajé la mirada hacía Georgia, que había escondido su rostro húmedo entre nuestros hombros. Podía notarse incluso su dolor en su presencia.
                -Georgia… -Susurró Dylan, ambiguo y sin encontrar palabras -. Tranquilízate.
                -No puedo… Ha sido todo muy rápido. Esto no puede estar pasándome.
                Me mordí la lengua, evitando hablar. Notaba que cualquier palabra podría ser lo suficiente impertinente como para meter la pata. Quería preguntarle sobre ocurrido, pero no podía ser tan indiferente con ella.
                -Lo sé, pero cálmate. Este no es el lugar ni momento para desahogarte.
                Miré a Dylan como si realmente pudiese leer mi mente. Aquellas palabras eran inútiles; la herida que tenía Georgia era demasiado reciente y grande como para impedir no llorar en aquel momento. No podía pedirle que no llorara.
                -Georgia –Dije mientras intentaba entender el momento -. Vete a casa. Que alguien te acompañe, que alguien te escuche, pero vete allí. Desahógate y no estés sola.
                Su mirada subió para verme. Asintió, forzando una sonrisa mientras que con la yema de los dedos se limpiaba las lágrimas que se deslizaban en aquel momento por su ensombrecida mejilla.
                -¿Puedes llevarme tú, Dylan?
                Los ojos de éste me encontraron, con un no dibujado en ellos. Asentí suave y disimuladamente, pidiéndole que le acompañara. Sabía que una parte de él se hacía cargo de llevarme a casa, pero Georgia necesitaba transporte mucho antes que yo.
                -Claro –Susurró empujando el liviano cuerpo de la rubia para separarse de ella. Sus ojos me dedicaron una mirada mohína antes de separarse, fingiendo una sonrisa -. Pero vístete con tu ropa antes.
                Ladeé mi cuerpo cuando Dylan y Georgia comenzaron a andar con paso lento de nuevo a la tienda. Ésta se apoyaba en el, mientras parecía buscar un punto de apoyo en el que poder sujetarse.
                Miré a Harry. Se hacía acercado a la farola más cercana, dejándose caer en ella mientras dejaba claro su estado nervioso bien activo. Se revolvió el cabello enmarañado, que ya parecía haber sido revuelto más de una vez.
                -Perfecto. Tenía que hablar contigo. –Dijo mientras su mirada se volvió una vez más hacía la puerta. En aquel momento, todos desaparecían de nuevo, siguiendo a la ex novia -. Y así de paso te acerco a casa.
                -Puedo coger un taxi, si te molesta –Dije sonriendo con rubor -. ¿Hablar?
                Harry arqueó una ceja mientras una sonrisa torcida se embozó en su rostro. Negó con la cabeza, con gracia mientras se giraba y comenzaba a caminar calle arriba.
                -¿Crees que te voy a dejar coger un taxi? Venga.
                No le insistí dos veces. En silencio, algún que otro comentario por medio, anduvimos hasta su coche. No tardó en encender el motor, y con ello, volvió a asomarse la primera sonrisa que rompió el silencio.
                -Danny ha venido hará veinte minutos. Había acompañado a Georgia a la tienda, porque él me lo había pedido. No sabía porque, pero cuando ha aparecido, ha sido rápido –Su mirada me miró de reojo -. Así, sin más. Fríamente y sin explicación.
                -¿No sabía nada nadie?
                -Supongo que habrá actuado sin pensar. Nunca antes lo había hecho con Georgia, pero ha sido… desastroso. Está a punto de casarse, por Dios.
                No dije nada. No tenía nada que decir. ¿Qué debía de decir yo acerca de ello? ¿Qué lo sentía por Georgia? Estaba claro que sí, pero para palabras inútiles, labios callados.
                -¿Y bien? –Su voz volvió a retomar el tema -. ¿Qué piensas sobre esto?
                -¿Qué debo pensar?
                Las cejas de Harry se arquearon. Tal vez el sospechara algo, tal vez incluso lo supiese. Pero yo estaba tan sorprendida como los demás sobre aquello.
                -¿Has hablado con Danny? –Me preguntó.
                -Bueno –Dije, sin estar muy titubeando -. Sobre este tema no.
                -¿Qué sigue ocurriendo entre tú y él, Kay? –Me preguntó. Le fruncí el ceño, a lo que él profundizó una carcajada -. Todo lo que pasó. Todo el revuelo que dejaste aquí cuando te fuiste. ¿Qué ha pasado ahora?
                Me mordí la lengua. No sabía hasta cuánto sabía él, de modo que tenía que ser precisa. No sabía ni siquiera la contestación que debía darle, pero confiaba en Harry, de modo que debía ser sincera con él, al menos, para poder tener su opinión.
                -Nada. No ha pasado nada, en realidad. La cosa está igual, sin cambios. O tal vez ni siquiera esté tanto.
                Su ceño se frunció, confuso. Tardó en contestar, como si aquello con fuera ni cercano a lo que él creía conocer, algo lejano a lo que debía de saber yo.
                -Yo creo que esa es tu situación. La cosa no ha seguido para ti, no ha pasado nada. Pero ten en cuenta el calvario que debe de ser para Danny. Si la cosa seguía igual entre ambos cuando regresaste, ahora él, con dos pasos del altar, ¿cómo debe sentirse?
                No supe que decirle. No creía que él debiera calentarse la cabeza. A fin de cuentas, es Danny Jones. Pasivo, indiferente, sin dos segundos en los que pensar nunca… Yo no podía llegar a donde el llegaba. Ni siquiera le conocía tanto en realidad.
                -Pero yo no tengo nada que ver. Quiero decir… yo no estoy haciendo nada –Exclamé, confusa y adusta -. No he puesto las manos sobre este tema, no he querido moverlo. ¡Sabía que estaba a punto de casarse! Así que, ¿para que molestarse? Georgia era alguien fundamental para Danny, y yo ahí no tengo que ver.
                -Pero es que para él si que tienes que ver. Ú no has actuado, sino que lo ha hecho él –Harry suspiró, queriendo llegar al fondo del asunto -. Él ama a Georgia, Kay. Eso lo sé yo, como lo sabes tú, como lo saben todos. Pero mira lo que ha ocurrido ahora. ¿Qué creeías? ¿Qué aunque la amase, iba a ignorarte y casarse con ella como si nada? Sí has llegado hasta Danny, no puedes ir y dar media vuelta. Esta ruptura debe ser por todo este tema.
                No supe como sentirme. Notaba una presión en el pecho, como si la culpabilidad se centrara como centro en mí. Sabía que Harry quería abrirme solo los ojos, o alentarme o guiarme, pero estaba consiguiendo hacerme sentir culpable.
                -¿Y qué he hecho yo? ¿O qué debo hacer?
                -Primero que nada, decidirte. No puedes quedarte aquí parada, a medio camino. Eres importante para él, pero también lo es Georgia. Si alguna vez has querido actuar, actúa ahora.
                No dije nada. No quería hacerle caso. Yo no quería actuar, no quería volver a mover las cosas sin saber. El beso había sido una estupidez por mi parte, por inclinarme, y había decidido ignorar el tema. A pesar de la ruptura de Danny, deducía que si me movía como me decía Harry, no haría nada. Sentía que Danny estaba inclinado únicamente hacía Georgia, sin nada que hacer conmigo.
                No iba a actuar para nada.

miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo 61 - Fuera de invitaciones


                El coche de Dylan se detuvo finalmente en uno de los semáforos. La amplia calle estaba abarrotada de vehículos, con el motor rugiendo, preparados para que en cualquier momento el color verde les diera paso.
                Entre el silencio, Dylan aprovechó los segundos de tiempo libre para registrar el cajón que tenía delante de mí. Algunos CDs grabados y pirateados estaban esparcidos de por allí, algunos que otros documentos y papeles arrugados que dudaba que sirvieran para algo. Justo en aquel momento, extrajo de lo más profundo un sobre rosa.
                -¿Qué es? –Pregunté mientras comenzaba a abrirlo. Una sonrisa se escapaba en la comisura de los labios de Dylan.
                -Las invitaciones para la boda de Geo y Danny. Ella me pidió que las hiciera, pero las terminé la semana pasada y aún no se las he dado.
                -¿Se las vas a dar ahora?
                -Antes me ha llamado preguntando por ellas, y me ha dicho que está en la tienda probándose el vestido. Cómo nos viene casi de paso, se las doy ahora y ya está.
                En aquel momento, extrajo de él unas decenas de pequeñas cartas también rosadas. Un liviano enmarcado de flores amarillas y verdes se difuminaban a los bordes, mientras que en el medio se oscurecía con la sombra de una pareja de espaldas sentadas, vislumbrando una puesta de sol.
                -Idea de Georgia –Informó Dylan.
                Suspiré. Casi me había acostumbrado a la idea de una boda, y también parecía haber asimilado mejor la noticia. Me dediqué a suspirar, si nada que añadir sobre la tarjeta mientras los ojos de Dylan esperaban alguna adulación.
                -Es muy bonita.
                -¿Sólo? Cuando los invitados vean el diseño, incrementará las ganas de ir a la boda, ¿no? Quiero decir… es lo que necesitan para poder igualarse a la de Tom.
                -Su boda también será de lo más grande.
                -Seamos realistas; Danny no hará un discurso tan alucinante como el que hizo Tom, y el banquete será más simple. Tom… Tom es más creativo.
                Fruncí el ceño. Aquellas palabras parecía haberlas pronunciado con cierto despecho, el mismo que una vez le había dedicado Danny.
                -Siempre puede esforzarse y sorprender.
                -No creo.
                -¿Por qué? –En aquel momento, Dylan giró una calle para dar paso a tiendas y tiendas de moda. Debíamos de estar cerca -. Tal vez Danny se tenga algo preparado, aunque solo sea por no quedarse indiferente al lado de la boda de su amigo.
                -Danny no está ni la mitad de ilusionado que lo estaba Tom, Kay. Eso se ve.
                Ni pizca de sonrisa apareció en su rostro. Me rehuyó la mirada, como si aquel tema realmente le incordiase. Sabía de antaño que su relación con el pecoso no era ciertamente buena ni firme, pero en aquel momento parecía tenerle cierto incordio.
Me mordí la lengua, y sin querer seguir con el tema, ladeé la cabeza hacía el cristal.
No tardó en detener el coche un espacio libre de la acera. Apagó el motor, y echando un vistazo por el retrovisor en busca de algún policía, salió del coche. Una reluciente y carismática tienda de vestidos de boda parecía atraer a la clientela con los maniquís que vestían elegantes e increíbles vestidos. Suspiré de nuevo en silencio, imaginándome a Georgia luciendo uno de aquellos vestidos. Era maliciosamente guapa.
Justo en aquel momento, antes siquiera de que llegásemos a la puerta, un tintineo de metales nos llamó desde ella, y mientras la puerta se abría Harry salió de la tienda. Sereno y preocupado se encontró con nuestra mirada, y con paso ligero,  llegó hasta nuestra posición. Algo le ocurría.
-¿Harry? ¿Qué te ocurre? –Pregunté mientras me dejaba arrastrar más lejos de la puerta por su brazo.
-¿Qué hacéis aquí?
-He venido a traerle las invitaciones de la boda a Geo –Dijo Dylan mientras ladeaba la cabeza. Las voces de varias chicas gritando salían de la tienda -. ¿Qué les pasa?
-Ni se te ocurra darle las invitaciones. Ni que las vea –Avisó con alteración Harry. Se las arrebató de un estirón, y con ligereza las escondió en su chaqueta -. La boda se ha cancelado.
Justo en el momento, los ojos de Harry pronunciaron las palabras mirándome. No hacía falta palabras para decirme que de alguna forma u otra estaba vinculada, pero preferí no saberlo. Un miedo y escalofrío recorrió mi cuerpo y por primera vez temí a Georgia.
-¿Qué? –Exclamó Dylan -. ¿Por qué?
-Danny ha venido hace nada y le ha pedido tiempo a Georgia. Decía que no está preparado para casarse.
-¿Y esos gritos tan alterados y exasperados vienen por eso? La boda puede esperar unos meses más.
-Dylan –La mirada azulada de Harry brilló con firmeza hacía la verdosa de Dylan -. Danny ha puesto fin a su relación con Georgia.
Noté como la garganta se me encogía en un nudo, y casi se llevó consigo a mi corazón cuando de nuevo, el tintineo de metales de la puerta volvió a asomar. Una figura vestida de blanco pero con un aspecto horrible por las lágrimas y la cara roja salió con el llanto consigo a la calle, seguida de varias mujeres.
Georgia.
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Pero esto que eeees? De repente, de 15 votos me ha bajado a 9. ¿Really? o.o Entiendo que tarde en subir, pero no voy a dejar de escribir el fic... voy a terminarlo hasta el final, eso lo prometo. Pero necesito ver señales de vida de cualquier forma de mis lectores, o si nos, ¿para quién escribo?
Espero que os guste, y ante cualquier crítica o desagrado de como va el fic o de si es, repito, demasiado empalagoso todo ya, díganmelo por comentario. Gracias! :)