jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 42: Presión en el pecho


Me obligué a detenerme en un pequeño aparcamiento libre antes de llegar a la plaza. Cabizbaja, cogí el húmedo pañuelo que había mantenido apretado con presión en mi mano todo el tiempo i me sequé las últimas lágrimas que caían por mi suave mejilla.
                Había hecho promesa en vano de que no lloraría, a pesar de que noté que el mundo se me caía cuando Danny salió de mi casa. De camino a la plaza Tafalgar no había podido resistir más las pequeñas balsas que se iban acumulando y finalmente, mi promesa se había roto dejando un rastro de gotas en mis mejillas.
                -Joder –Suspiré mientras me miraba en el espejo del retrovisor. La fina ralla que me había hecho perezosamente se había esparcido por todo mi ojo, dándome un aspecto fúnebre -. Con discreción, Kay, con discreción.
                Nunca hablaba sola en voz alta. Tal vez mentalmente sí, pero aquella vez mi voz salía sola. Supongo que tenía que proporcionarme cualquier detalle para tener mi mente despejada, incluso el mero hecho de oír mi voz. Pero me sentía impotente.
                Antes de lo que hubiera deseado, estuve en la plaza Tafalgar Square. Aquella mañana el cielo estaba encapotado de nubes grises, con algún que otro rayo de sol que se filtraba por entre las nubes, y una densa niebla iba bajando hasta nosotros. Suspiré mohína mientras bajaba del coche afligida. Aquel tiempo no mejoraba mi estado de humor ni el gran vacío que sentía en mi pecho.
                Metí mis manos dentro de los bolsillos de la chaqueta medio abrochada y caminé con paso constante hasta la fuente. Aquel día no quería mezclarme con gente ni sentirme rodeada de ella. Necesitaba soledad, estaba deprimida.
                Resoplé cuando mis ojos recorrieron la gran fuente cristalina y no encontraron a Micaela. Había quedado con ella urgentemente. Como mejor amiga, le concernía saber lo que había ocurrido, además que necesitaba un abrazo de los suyos. En aquel momento, necesitaba de nuevo que aclarasen mis dudas por mí, ya que ni yo misma era capaz de encontrar respuesta.
                Y no solo era aquella impotencia de no saber que me ocurría, sino que el dolor pectoral no desaparecía, sino que el dolor incrementaba.
                -¡Kay, Kay! –Oí su dulce voz a mi espalda. Me giré lentamente, serena y frívola. Micaela corría en brincos hacía mí mientras me agitaba una mano -. Lo siento por tardar, había acompañado a Tom a por unos dulces en la demora.
                -No pasa nada. -Dije forzando una sonrisa.
                Su ceño se frunció tan rápido como sonreí. Cómo no, ella ya había notado mi compungido carácter. Frunció el ceño y los labios, callando por el momento mientras justo en aquel momento una figura apareció por detrás suya, media cabeza más alta.
                Tom me sonreía en señal de saludo, formando un pequeño hoyuelo. Sonreí sinceramente. Increíble que cosas tan pequeñas como esas pudiesen hacerte desconectar varios segundos.
                -Buenos días, Kay, me alegro de verte –Me sonrió mientras me depositaba un beso en la mejilla -. ¿Compras de última hora para esta noche?
                Fruncí el ceño, dolorida de nuevo. Sabía que él no lo había dicho a sabiendas, pero me había dolido y algo pareció tocar más fondo en mi corazón. Nochebuena, felicidad, parejas… las tres palabras se repitieron a increíble velocidad en mi cabeza. Reaccioné con demasiada tardanza; las caras de preocupación de Mic y Tom ya estaban analizando cada movimiento mío.
                -Que va. Tenía que pasarme por unos sitios y necesitaba de Micaela –Sonreí bajando la mirada.
                -¿Te encuentras bien? –La voz sosiega de Tom pareció preocuparse de verdad.
                Le miré. Sus ojos cafés estaban arrugados por su ceño fruncido. Podía contárselo y él intentaría ayudarme de la mejor forma posible, seguramente más de lo que debía. Así era de genial Tom Fletcher. Pero no, no quería divulgarlo a los cuatro vientos, ya que este tema debería de ser impasible para mí. Debería…
                -Ah, sí. No he tenido un buen despertar, solo.
                La faceta de Micaela se ablandó tranquilamente, mientras que Tom, por el contrario, pareció preocuparse más. Su ceño fue volviendo poco a poco a la posición correcta, mientras una cara de anonadado se formaba. Mierda. Tom no era imbécil, todo lo contrario. Podía suponer, y yo ya sabía que él debía de saber más de lo que yo creía. No me equivocaría al pensar que acertaba en su superstición.            
                -Será mejor que vayamos haciendo marcha –Dije de nuevo rompiendo el silencio como cristal que se había formado -. No tengo mucho tiempo.
                -¿Te vienes Tom? –Preguntó Micaela con una sonrisa.
                No, pensé. No quería apartar a Tom con desdeño ni airada, pero quería tener privacidad. Sabía que si yo le contaba lo que había ocurrido, lo haría Danny, y él me daría su apoyo. Lo quería, pero no en aquel momento, en aquella situación y con aquella gente  a nuestro alrededor. No ahora.
                -No, tengo que volver a casa. Gio tenía demasiado antojo de polvorones y no puedo tardar o dormiré con Marvin –Dijo con una sonrisa, mientras sus ojos me miraron con calidez, transmitiendo apoyo -. Nos vemos esta noche, chicas.
                Nos despedimos gentilmente mientras la figura de Tom comenzaba a mezclarse entre las centenas de gente que recorrían aquella nublosa mañana la plaza. Cuando se perdió de vista, me volví hacía Micaela de nuevo, adusta, y esta borró su sonrisa de su rostro. No quería tardar en decírselo más; necesitaba liberar aquel peso en el pecho.
                -Necesito que me acompañes a la farmacia. A por una píldora.
                -¿Cómo? –Exclamó en voz alta Micaela, sonriendo, pero pronto hizo desaparecer su sonrisa cuando mi aspecto gélido no desapareció -. ¿Qué ocurrió anoche, Kay?
                Intenté hablar, pero para mi sorpresa, mi garganta se quebró cuando lo intenté y  un gemido y lloriqueo salió de él. Los brazos de Micaela pronto me acorralaron, sorprendiéndome y abrazándome, pero no entendí  realmente a que venía aquello hasta que encontré mi rostro sumergido en su pecho. Entonces, como si me diera paso libre y sin evitarlo, comencé a llorar.
                -Danny… -Adivinó. El nombre de él hizo que de nuevo un peso cubriera mi liviano pecho ya -. ¿Qué paso anoche cuando te llevo a casa, Kay?
                -¿No te haces una idea? –Dije con gemidos sin querer mirarla.
                -Necesito detalles, lo sabes –Pidió feliz, pero un suspiro agobiado afloró -. Dios mío, te juro que le dije a Mike que pasaría esto, te lo juro. ¡Se venía venir a kilómetros!
                No lo entendí, pero no quise hablar de otro tema referido a él que no fuera mi explicación. Cuando liberé mi carga en mi pecho, me separé de ella mientras comenzábamos a caminar y empecé a contarle lo pasado anoche. Una Micaela boquiabierta iba apareciendo poco a poco, a cada paso.

domingo, 27 de enero de 2013

Capítulo 41: Demasiado ilusa


                -Dime, Georgia.
                Dejé que todo el aire que había inhalado escapara de mis pulmones lentamente. Noté como si me perforaran el corazón, y toda la realidad cayó sobre mí. No había pensado en las consecuencias, y allí estaba, hablando con Danny por el teléfono. Me había comportado mal con ella; me había dado su confianza y yo se la había devuelto acostándome con Danny. Pero no estaba simplemente el arrepentimiento hacía Georgia y mi traición, sino que un sentimiento que superaba aquello, me abrasaba por dentro. Lo vivido aquella noche no había sido tan real. Iba a terminar todo nada más la llamada se terminara, y tendríamos que actuar como si no hubiera pasado nada.
                Noté como mis ojos iban humedeciéndose poco a poco. No podía llorar, me negaba. Lo había vivido una vez con Harry y no había actuado así, de modo que con Danny tampoco. Sí, tal vez aquella vez había pasado estando ambos sobrios, a diferencia que con Harry, pero no por ello debía de importarme… se suponía.
                -He pasado la noche en casa de Vicky. Me llamó y no pude decirle que no… -Sus ojos me encontraron, y entendí que lo que había visto reflejado antes era aquello mismo. Él lo había tenido en cuenta desde el primer momento -. Sí, ya está bien, no te preocupes. Ahora voy. –Y colgó.
                Comencé a acariciarla suave sábana como si fuera mi única devoción. Cabizbaja, me negué a mirarle. Sabía que podía correr el riesgo de derrumbarme si volvía a ver el mismo sentimiento mohíno, de modo que tenía que evitar observarle. Además de que no sabía si era capaz de mantener una conversación estable.
                -Será mejor que me vaya –Dijo con voz ronca y profunda. Asentí secamente -. ¿Estás bien, Kay?
                No sé cómo se te ocurre preguntar esto después de lo que pasó anoche, le contesté en mi cabeza. Suspiré, negándome a montar una escena melodramática. Lo que había pasado había sido un simple desliz del cual ambos no habíamos sido capaces de evitar. Nada más. Por muy alicaída que pudiera estar, no se iba a prolongar mucho aquel dolor. No tendría sentido.
                -Sí, estoy bien –Dije con una voz desalentada.
                Sus ojos encontraron los míos. Estaba compungido, se le veía, pero aquello parecía tan fácil para que él que me aborreció. No podía ser tan hermético.
                -No, no lo estás –Susurró y sus brazos se extendieron hacía mí. Quería abrazarme. Actué con suspicacia. Se fuerte, Kay, me dije, pero no podía serlo. Parecía que mi corazón pidiese a gritos cualquier contacto con él, mientras que mi cabeza me negaba siquiera a mirarle -. Sabías que esto iba a pasar…
                Mi cuerpo ya se había inclinado suavemente pero me detuve al oír esto. Sí, sabía que estaba en lo cierto, y también era consciente de que había sido una ilusa al pensar que podía suceder cualquier cosa. Yo simplemente había venido a Inglaterra por unas largas vacaciones, teniendo un trabajo de camarera mal pagado. Él era Danny Jones, un cantante pop-rock de uno de los grupos más codiciosos de Inglaterra. Tenía un trabajo estable, dinero de sobra y una novia modelo. Yo no era nadie comparado con ella y él, y lo había sabido desde un principio y asimilado. Pero yo no me hubiera sentido tan dolorida si él no me hubiera incitado la pasada noche.
                -¿Con qué frecuencia le eres infiel a Georgia? –Pregunté sin preámbulos mientras volvía a sentarme recta.
                -¿Cómo? –Sus brazos bajaron rápidamente. Me sorprendió su rostro ofendido. ¿Acaso no era verdad o qué? -. ¿Crees qué le suelo poner los cuernos a Georgia con la primera chica que llevo a casa o algo?
                -Si ha pasado conmigo, pudo haber pasado con más –Imité su tono denigrante -. A fin de cuentas, eres Danny Jones. Todo el mundo es consciente de tu fama.
                -Las personas cambian, Kay –Dijo. En aquel momento, su cuerpo aún cubierto por las sábanas se inclinó para coger la ropa del suelo -. Tengo veinticinco años, Kay, no diez y nueve. Por raro que te resulte, no le había sido infiel a Georgia hasta hoy.
                Sus palabras resultaron incrédulas para mí, pero tal vez fuese la serenidad en la que hablaba o la firmeza de sus ojos que se mantenían constante, pero una parte de mí le creyó. Pero estábamos hablando de Danny Jones, Don Juan de McFly, ostentoso obsesionado con las mujeres. ¿Qué ligamento tenía yo para aferrarme y creer que fuese verdad?
                -Si es así no lo entiendo –Dije con voz ronca, dejando caer mis hombros crispados -. ¿Entonces por qué yo? Danny, no tiene nada de coherencia.
                -Y yo que sé, Kay. Me había prometido llevar mi relación con Georgia firme y sentar la cabeza por una vez. Pero entonces me previenen de esto, apareces tú y mi palabra se ha ido a la mierda.
                -¿Te previenen? –Fue lo único que mis oídos se detuvieron a oír.
                -Déjalo.
                Resoplé furibunda. Me estaba rasgando aquel tema. Había sido una ilusa al hacerme fantasías, había creído que Danny era una persona con un pie sentado mínimamente e incluso estaba creyéndome sus palabras. Esto tendría que ser fácil. Él lo estaba diciendo de una forma que dejaba claro que yo debía ser la pieza que estropeaba todo el puzle de su relación. Pero era yo, no otra.
                -¿Tom lo sabe, verdad? –Pregunté mientras me giré para mirarle. En aquel momento, sus pantalones ya estaban subidos.
                -Sí –Su voz era grave y más ronca de lo habitual.
                -¿Alguien más?
                -No lo sé, puede que Giovanna solamente, pero de verdad, Kay, deja el tema. Será mejor que hagamos como si no hubiese pasado nada, ¿de acuerdo?
                Fruncí mis labios mientras asentía con una única cabezada y apartaba la mirada de él. Un hastío hacía él me recorrió entera. Se acababa, no había más vueltas. En aquel momento yo era alguien anodina para él, estaba claro, pero a cambio una parte de mí se sentía como si no todo fuese tan insignificante. Falsa esperanza le hubiese llamado yo.
                -¿Vendrás esta noche a la cena en casa de James? –Preguntó cuando llegó al umbral de la puerta. Sus ojos claramente carecían de humor y por primera vez la serenidad estaba firme en ellos. Ver aún Danny así de serio, así de consciente de sus palabras y actos y sabiendo pensar, me resultó extraño.
                La fiesta de James. Algo estrujó mi estómago. ¿Ir allí y ver a Lara felizmente con Dougie? ¿A Harry e Izzy? ¿Tom y Gio? ¿Micaela probablemente con James? Y lo peor, ¿ver a Georgia comiéndose a besos a Danny en mis narices y este siéndome indiferente? No, después de aquello no iba a poder pasar impasible ante aquellos.
                -Supongo –Dije mientras me encogía de hombros.
Mis ojos se fijaron firmemente en Danny, quien ya se había vestido. Un suspiro mohíno se escapó de su boca, y reprimí el crispamiento cuando algo se estrujó en mi interior. Aquello estaba llegando a resultar doloroso y sin sentido.
                -Adiós –Su voz sonó seca, y rompiendo el contacto visual como si lanzase una piedra a un fino cristal, abandonó mi habitación.

jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 40: Cómo en las nubes


                Un suave bombeo me despertó. Los golpes profundos de lo que parecía mi corazón me envolvieron entera, siendo lo único que mis  ojos escuchaban y apreciaba. Sonreí para mis adentros; no sabía dónde me encontraba, pero no me importaba. Estaba en un momento que lo hubiera alargado todo lo posible de no haber sido porque suavemente los latidos y la dura almohada en la que estaba recostada se movieron.
                Me sentí como si dejara de dormir en las nubes y de repente aterrizara suavemente en el suelo. El ruido del bombeo de lo que parecía un corazón se alejó y una melodía que me resultaba vagamente familiar sonaba a lo lejos; mi mente aún no estaba despierta del todo como para analizar cosas.
                Busqué la almohada sin molestarme aún en abrir los ojos. Eso podía esperar. De repente, noté como las sabanas de mi alrededor comenzaba a revolverse vehemente y un suaves susurros obligaban a mis oídos a atender. Aparté mi cara sumergida de la almohada mientras abría sutilmente los ojos para encontrarme con la tela suave y blanca de esta. Estaba en mi cama, pero aquella mañana un perfume más se había depositado durante toda la noche en las telas y me permitían apreciar de aquel estupendo perfume. Me resultaba familiar, mucho, y lograban que mi cuerpo se tranquilizaran al inhalarlo.
                Entonces, la melodía de la canción se paró.
                -Mierda, si está aquí mismo, pero a saber dónde… -Oí un replique a mi lado. Mis sentidos se despertaron impetuosamente y mis recuerdos afloraron al oír su voz.
                No había sido un sueño, había sido real. Los recuerdos con los que parecía haber estado soñando se hicieron más claros, y con una sonrisa que intenté ocultar, ladeé mi cara para encontrarme con su espalda desnuda. Había sido real, muy real.
                Vi como sus brazos, cubiertos de los tatuajes que había apreciado antaño se levantaron para revolver su cabello. Todo movimiento suyo, aquella mañana, parecía ser obra de un perfecto sueño, como si aquello fuera demasiado irreal como para que sucediese. De nuevo, me sentía en las nubes. Su cabeza volteó suavemente, sereno para verme de perfil, y entonces, su mirada encontró la mía.
                Los rayos de luz de aquella extraña soleada mañana hicieron brillar más que de costumbre el azul grisáceo de sus ojos. Inevitablemente, mi sonrisa aumentó sin poder remediarlo, y noté como mi corazón temblaba de puro nervio y felicidad cuando otra amplia sonrisa se formó en sus labios; pero había algo en ella que no me gustaba.
                -Buenos días –Dijo sin rubor.
                -Buenos días, Danny –Dije mientras cogía disimuladamente la sábana y me cubría mejor de ella. Las palabras parecían haberse atrancado en mi mente, de modo que cuando volví a hablar, salieron atropelladas -. ¿Ocurría algo?
                -Mi móvil –Dijo mientras volvía a sonreír  y posaba sus ojos en las sábanas -. En la madrugada lo he sacado para ver la hora y lo había dejado por aquí. Hace unos minutos ha empezado a sonar y Dios sabe dónde está.
                -Oh –Una sonrisa se formó mientras me sentaba mejor en la cama, a su lado -, si quieres te ayudo.
                Su mirada me encontró, pero aquella vez sus pómulos achinaban de una forma mohína, a lo que lo acompañó una suave sonrisa en sus labios. Fruncí el ceño, haciéndole entender que captaba su expresión, pero su mirada bajó suavemente mientras dejaba escapar unas carcajadas. Noté como su cuerpo se inclinó hacia mí, y con mucha parsimonia sus labios cubrieron los míos.
                De nuevo, un bombardeo de sentimientos y emociones explotó por todo mi cuerpo. Me aferré a su cuello mientras suavemente me dejaba caer en la cama, y para cuando el aire comenzaba a ahogarnos, nuestros labios se separaron. Miré intentando captar más sentimientos en sus ojos, pero en aquel momento, permanecían impasibles. Decidí ignorarlo; me encontraba rematadamente feliz a pesar de todo, ilusa y querer pensar en las consecuencias.
                Mis ojos parecieron ser llamados por su pie, el cual salía de la sábana. Las pecas se reflejaban en el también, y sin evitarlo, me eché a reír.
                -¿Qué ocurre? –Preguntó mientras levantaba mi cabeza por el mentón. Sus ojos parecían haber aumentando en felicidad.
                -Tienes unos pies muy feos, Dan –Dije mientras su rostro se contraía de la risa -. Y lleno de pecas también.
                -No me recuerdes mis pecas. Además, tengo cosas más bonitas, ¿eh? –Sus cejas se arquearon pícaramente mientras me recostaba en su pecho.
                -Para mí no puede haber más sinónimo de perfección que tus pecas –Dije sin pensar mientras me ruborizaba. No era romántica, nunca, sino demasiado ruda siempre -. Soy consciente de ellos, Don Juan.
                Unas carcajadas tan peculiares como las suyas salieron al exterior, incitándome a reírme también. El volvía cualquier momento gracioso, era su especialidad. Sus labios encontraron los míos una vez más, pero justamente cuando creí volver a caer en un manto de nubes, la melodía volvió a sonar.
                La batería comenzó a sonar entre las sábanas mientras Danny volvía a incorporarse y a dejarse guiar entre su sonido. En un movimiento en el aire de una sábana que a saber de dónde  salía, su móvil cayó al colchón. La voz de Bruce sonó en aquel momento, y reconocí la canción: Born in the U.S.A.
                -Mierda –Dijo cuando sus ojos se abrieron al ver la pantalla. Algo pareció estrujar mi estómago, y no necesitaba más palabras para saber de quién se podía tratar. Sus ojos me encontraron, preocupados, pero sereno, descolgó -. Dime, Georgia.

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domingo, 20 de enero de 2013

Capítulo 39 - Nosotros


Me juré a mi misma no entender bien. Fruncí el ceño mientras todo mi cuerpo se agitaba interiormente al verle tan cerca. Medité sobre mis palabras, confirmándolas, buscando el doble sentido para entender bien… no, no debía de haber escuchado con claridad.
                Me di cuenta en aquel momento que apenas conocía bien a Danny. Simplemente sentía una atracción sexual que como había deducido, medio mundo debería de sentir por él, nada más. Era posible que podía perderme en sus ojos, o simplemente embobarme con sus sonrisas, pero no superaba aquel extremo. No llegaba a la situación de aquel momento.
                -No tiene nada de sentido lo que estás diciendo, Danny… -Susurré con voz rasgada. Una sonrisa se embozó en sus labios, tan cerca de los míos que mi mirada se bajó hasta ellos, ensimismada.
                -Ya lo sé, y lo siento, pero créeme, no quieras saberlo.
                -Pero sí que quiero.
                -¿Ahora? –Fruncí el ceño,  sin saber que contestar. Una sonrisa pícara me fulminó -. ¿Quieres que me vaya? ¿Quieres que me aleje de ti ahora?
                -No. –Las palabras salieron vertiginosas de mi boca -. Supongo que puede esperar, ¿no?
                No me podía creer lo que estaba diciendo. Estaba dándole un paso abierto. Había oído rumores de Danny, sabía que era el Don Juan de McFly, el que probablemente tenía más tendencia por las chicas. Aunque no le conociera de mucho, no parecía ser alguien promiscuo con sus relaciones. O al menos no con Georgia; había jurado verle enamorado de ella…
                Pero en aquel momento, estaba allí. Sonriéndome, con sus labios rozando los míos y nuestros cuerpos completamente mojados, calentando la situación. Su mano rozó mi mentón, como si temiera que me apartara, y sus ojos detallaron cada parte de mi rostro, lo que me ruborizó. Tenía demasiados defectos. Era demasiado lejana a Georgia, todo lo contrario a ella, desde todos los sentido, lo que confundió aún más la situación.
                Noté como su frente se juntó como la mía. El rocé de estas provocó que un cosquilleó recorriera impetuosamente mis piernas, pero obligué a mi mente a pensar con claridad, al menos medio segundo. No tenía fuerzas para apartarle, no quería que se apartara a pesar de todo, pero si podía preguntar. Era demasiada mi confusión.
                -Danny… -Susurré.
                -¿Sí? –Su aliento cayó sobre el mío y mis ojos encontraron los suyos, impresionantemente cerca.
                -¿Qué pasa con…? –Quise pronunciar el nombre de Geo, pero no pude. Iba a romper demasiado la situación.
                -No lo sé. Es una locura, pero quiero que sea nuestra locura.
                Un suave gemido incrédulo se escapó de garganta, ruborizándome. Danny estalló a risas, haciendo que me uniera a él sutilmente, separando su frente de la mía pero sin dejar de acariciar mi barbilla, pero tan pronto como terminamos de reír, él feliz, yo ruborizada y confusa, su frente volvió a su posición original. Sabía que aquello era un disparate, posiblemente las consecuencias que podía venir después me iban a doler, o tal vez no, pero quería arriesgar.
                Lo hizo, por fin, tal y como había imaginado mil veces, pero aquella vez eso era real. Cortó distancias y me besó. Sus suaves y blandos labios presionaron contra los míos, provocando que aquel primer rocé me estimulara de tal modo que no fuera ni normal. No lo había sentido nunca, ni siquiera podía reconocer confusamente el sentimiento la noche con Harry. Noté como me aferró por la cadera, juntándome a él con la misma intensidad y éxtasis que parecía sentir yo, y pronto noté su cuerpo completamente junto al mío. Sin preámbulos, mis brazos subieron hasta su cuello, lejano al mío y me aferré a él. Con un suave y corto descanso, ambos inspiramos aire de nuevo, con un suave ahogamiento.
                No podía creerme que aquello fuera real. Todo era demasiado confuso, como si hubiera perdido el orden todo. Noté como miles de sensaciones indescriptibles  recorrían mi cuerpo de arriba abajo, estimulándome. Mis piernas se separaron del suelo cuando noté que cargaba con mi cuerpo, y mis pies se enroscaron entorno a su cadera. Dejé de pensar en aquel momento, dejé las cientos de preguntas que se iban acumulando. Sus pasos comenzaron a avanzar, pero no fui consciente de hacía dónde. Suavemente, le despojé de su camisa con suavidad, dejando al descubierto los tatuajes de sus brazos, completamente llenos de ellos. Los repasé con lleva de los dedos, lo que pareció mejorar la situación y de nuevo nos fundimos en un besuqueó. De nuevo, me repetí que aquello no era real.
                No fui consciente de que habíamos subido las escaleras de mi habitación hasta que noté como me depositaba suavemente en mi cama. El tiempo corría a velocidad que no era normal, y a cambio, todo parecía un sueño. Un sueño muy real. Sin darme cuenta, su camisa pantalón se deslizó suavemente por sus piernas, y seguidamente, me ocurrió lo mismo a mí. Mi camisa había caído en algún lugar de mi habitación.
                Los ojos de Danny se abrieron un momento, y como si hubiese oído el ruido de sus párpados moverse en pleno silencio sepulcral únicamente con el ruido de nuestros jadeos, su mirada me observó. Oteó a su entorno un momento, y con una sonrisa grande y completamente satisfactoria para mí, me miró encima de mí.
                -Tu habitación está hecha una pocilga –Susurró con un carcajeo ahogado de los suyos.
                -Cállate. –Le pedí mientras me ruborizaba y le besaba. Aquel momento, aquel inicio del beso mío me alteró. Era increíblemente perfecto todo.
                Mi habitación no estaba tan desordenada como lo había pintado él. Unos besos cubrieron mi cuello en un momento que aproveché para echar un vistazo. Únicamente la ropa del día anterior estaba apilada en la silla de la esquina, y nuestra ropa estaba esparcida por los suelos. Jadeé cuando noté sus manos rozar los extremos de mi ropa interior.
                De nuevo, él me libró de ella y yo me libre de la suya. Me subió un poco más a la cama, como si mi peso fuese de pluma, y por un momento me paré a pensar en las precauciones. No, no iba a recordárselo, no iba a romper tan momento tan especial. Podía tomar lo necesario el día siguiente. Unos nuevos besos recorrieron mi cuello y mis labios, y de nuevo mi cuerpo reaccionó como si fuese el primer beso; con tanto estímulo que no fuese ni normal.
                Se acomodó entre mis piernas con tanta delicadeza que mi cuerpo se abrió solo. Un besó acompañó a la primera sacudida y gemido, cuando de repente, noté como él y yo nos juntamos por primera vez.

sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 38: «Estoy evitando algo que debería ocurrir»


                El silencio caía abrumador sobre la situación. Por cada metro que avanzábamos, apenas los rayos de luz de las farolas conseguían filtrarse por la ventana. Todo era demasiado lóbrego y frío, dentro y fuera del coche. La taciturnidad provocaba que mi piel se erizara y mi estómago se contrajese. Ni una palabra, ni una mirada se asomaba por el retrovisor, y lo peor era que no conseguía explicarme a que venía ese repentino comportamiento.
                -¿Danny? –Susurré casi con miedo de una frívola respuesta.
                -¿Sí? –Su voz sonó hueca pero un tono de dulzor se asomó. Una suave sonrisa se apoderó de la comisura de mis labios.
                -Emm… -Fruncí los labios. Me había quedado sin escusa. Había pronunciado su nombre simplemente por petición de mis oídos de escuchar su voz -. Si... siento si te resulta una molestia acercarme a casa.
                -No te preocupes –La primera sonrisa contraída se asomó. Sus ojos no me buscaron a través del retrovisor, pero fue suficiente. Noté como el nudo de mi estómago se iba aflojando -. Vaya, que mala suerte; está comenzando a chispear.
                Fruncí el ceño y miré a través de la ventana ahumada. Sus palabras se confirmaron cuando pequeñas gotitas comenzaron a recorrer de un extremo a otro el cristal, presas de la velocidad. Mis ojos se detuvieron varios segundos más en cada gota que iba cayendo, cada vez aumentando más el número. Antes de que me diera cuenta, las gotas caían tan torrencialmente que la vista se volvió promiscua.
                -Me parece que voy a llegar a casa como si me hubieran echado un cubo de agua fría encima –Dije sin pensar y sin ladear mi cabeza para observarle.
                -¿No tienes paraguas? –Le miré a través del retrovisor. Su mirada captó la mía y sus ojos azules brillaron medio segundo antes de apartarlos de mí -. Coge el paragua que hay en el suelo cuando vayas a salir.
                -¿Y tú qué?
                -No te preocupes por mí –Dijo despreocupado -. Yo puedo aguantar la lluvia; me parece que llevo más tiempo con ella y estoy más familiarizado que tú.
                -No voy a coger tu paraguas, Danny –Dije negando con la cabeza -. No te preocupes. No me voy a morir de pulmonía por correr unos pocos metros del coche a mi casa bajo la lluvia.
                -Ya, pero puede que por correr te resbales y te rompas la crisma. ¿No has tenido eso en cuenta? –Su tono gracioso salió a flote. Sonreí sin poder evitarlo -. Y entonces la culpa sería de no haber cogido el paraguas.
                -Sobreviviré –Dije rehusante.
                Una sonrisa torcida se curvó en sus labios. El agua ahogaba el ruido de la radio y el silencio reinó por varios minutos más. A pesar de las ventanas promiscuas, diferencié mi casa y segundos más tarde, el coche se detuvo ante mi casa. En aquella ocasión, Danny apagó el motor y extrajo las llaves del volate. Aquello me extrañó.
                -Coge el paraguas –Dijo mientras se giraba para verme. Mis cejas se arquearon con una pizca de gracia y confusión -. Te obligo.
                -Sabes que no voy a cogerlo por mucha obligación que me exijas.
                Una risa sonó de su voz. Por un momento, todo mi ser se perdió en ella. Sus ojos se apartaron de mi y miraron graciosos a través de la ventana antes de posarse en los míos. Su mirada, un poco achinada por sus pómulos se mantuvo dos segundos constantes a la mía, mientas mi estómago se volvía a contraer. Me ensimismé en sus ojos, los cuales, en pleno coche lóbrego y con la poca luz que se filtraba parecía atraparme más de lo normal. Aquella situación hizo que me sobresaltara cuando su cuerpo se volteó rápidamente mientras agarraba el paraguas de una sacudida y salía del coche.
                El completo silencio reinó. Mi cuerpo se crispó cuando vi su cuerpo abrir el paraguas a través de la lluvia y correr hasta el lugar de mi puerta. Carcajeé antes de que abriera la puerta, y cuando lo hizo, una mano se extendió hacía mí, esperando ser cogida.
                -Venga, sal antes de que moje del todo.
                Sin rechistar, obedecí y cerré la puerta detrás de mí. El ruido del diluvio aporrear el asfalto se ahogó en mis oídos, el frío caló mis huesos y todo pareció volverse confuso. Me apegué al cuerpo de Danny buscando resguardo de la lluvia, y él no se movió cuando mi torso se apegó al suyo.
                -Coge el paraguas y corre a casa, pero ves con cuidado –Me pidió mientras bajaba el paraguas hasta mi vista.
                -No lo haré; el paraguas lo usarás tú –Dije azorada mientras alzaba la cabeza hacía sus ojos.
                En otro momento, me habría impactado al tener su rostro tan cerca del mío, pero en aquel momento mi lado más cabezota me mantenía al tanto de la situación y del frío que comenzaba a apoderarse de mí. Su cara resultaba fría y oscura en plena noche, pero una sonrisa seguía asomándose por sus labios, la cual incrementó cuando oyó mi respuesta.
                -Ay que ver… -Suspiró. El paraguas volvió a situarse a su altura adecuada -. Venga, apresúrate. Creo que ya estoy mojado del todo –Dijo,  en aquel momento, a pesar de mi ropa mojada y mi frío inhabilitando mi cuerpo, noté como su mano aferraba mi antebrazo con firmeza.
                Sus pies comenzaron a avanzar, arrastrándome con firmeza. Me apresuré por no cortar muchas distancias, a pesar de que ya resultaba inútil. La lluvia había logrado finalmente que nuestros cuerpos estuvieran completamente mojados, mientras la ropa se apegaba a mi cuerpo y el agua se filtraba por mis zapatos completamente empapados.
                Con precaución, antes de que fuera consciente, nuestros pasos se detuvieron en el umbral de la puerta. Una suave sacudida y alguna palabra inaudible por la lluvia provino de Danny, lo que me hizo reaccionar. Saqué rápidamente las llaves de mi húmedo bolsillo, y abrí la puerta con cierta dificultad.
                Entré rápidamente y oí cerrarse esta detrás de mí. El ruido de la lluvia menguó, el olor a tierra húmeda se sustituyó por la fragancia de mi casa y el calor del hogar abrigó mi piel suavemente. Aparté los mechones mojados de mi cara, cuando caí en la cuenta de que Danny había entrado conmigo, a mi casa.
                Me volteé rápidamente para observarle. Dejó caer el paraguas completamente mojado en el paragüero y su mirada se levantó hacía mí. Su cabello, revuelto hacía apenas nada dejaba asomarse unos pequeños rizos desechos. Su piel brillaba con las luces lóbregas y sutiles que se colaban por las ventanas y su ropa, al igual que la mía, se transparentaba y apegaban a su cuerpo. Una sacudida convulsionó mi cuerpo severamente en compañía de las pequeñas hormigas recorriendo todo mi cuerpo.
                -¿Estás bien? –Me preguntó mientras su mirada se preocupó.
                -Oh, sí… Simplemente mi cuerpo está notando el cambio de temperatura –Él sonrió suavemente mientras sus ojos seguían fijos en mí -. Gracias por acompañarme.
                -No iba a dejar que vinieras hasta aquí sin paraguas… aunque a resultado de poco –Agitó sus brazos en el aire mientras volvía a cubrir su rostro con una sonrisa.
                El silencio reinó en el entorno. Simplemente las suaves manecillas del reloj con su «Tic, Tac» reinaban en la estancia. ¿Debía invitarle a un café o un chocolate caliente? ¿O pedirle que se fuera? ¿Y si parezco una desagradecida? Pensé mientras mis piernas comenzaron a temblar.
                -¿Quieres… un café o algo? –Pregunté balbuceando.
                -No, no hace falta. Creo que lo mejor será que me vaya –Dijo sonriendo medio segundo. Luego, una expresión severa se apoderó de su rostro.
                -No me es molestia, enserio –Dije queriendo ablandar la situación -. Tengo de todo, enserio…
                -Oye, Kay, déjalo. Me voy a casa –Me cortó de pronto, furibundo. Mi mirada se clavó en él, sobresaltada y azorada.
                -Lo siento –Dije simplemente mientras evitaba sus ojos. Noté como el pecho me ardió ante su comportamiento. ¿A que había venido aquello?
                -Perdona, de verdad –Dijo de pronto mientras zarandeaba la cabeza. Dio dos pasos hacía mí, cortando distancias, pero manteniéndolas aún -. No… no es por nada, es simplemente que es demasiada presión.
                -¿Presión de qué? ¿Te he hecho algo, Daniel? –Pregunté, alzando la voz. Mi pecho se mezcló con un sentimiento exasperado -. Estas completamente voluble últimamente, o son cosas mías. Pero me parece que me he comportado bien contigo como para… -No supe encontrar las palabras.
                -Kay, enserio –Un suspiro cansado se escapó de él y volvió a avanzar hacía mí. Sus zapatos rozaron los míos, pero inconscientemente, di un corto paso hacía atrás -. No… no quiero jugar contigo, es lo que intento hacer… -Dijo, confundiéndome. Sus manos rozaron mis codos suavemente, y de nuevo mi cuerpo tembló ante su roce -. Sé que tú no eres consciente, pero yo sí, y estoy metiéndome donde nadie me llama. Pero lo hago desde el mejor sentido, de verdad…
                Su voz terminó rasgada. Noté la presión e incluso dolor en su voz, y me obligué a entender, pero todo seguía sin sentido. ¿A qué demonios se refería con jugar conmigo? ¿Acaso sabía lo que sentía hacía él? ¿Y qué era lo que yo no sé? Todo acababa de perder el sentido.
                -No te entiendo, Danny –Dije suavemente. Mi voz tembló, asustada.
                -Estoy evitando algo que debería ocurrir.
                -¿El qué? –Una sonrisa forzada se asomó en sus labios y sus ojos me observaron con firmeza. Me di cuenta de que de nuevo, mi pecho apenas rozaba el suyo, y mi articulación se aceleró, nerviosa.
                -Si te lo contara, llegarías a tomarme por loco o te enfadarías, y me echarías de tu casa ahora mismo –Fruncí el ceño, completamente promiscua -. Y ahora lo único que no quiero es alejarme de ti y cortar distancias.

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Os obligo a pensar mal y a poneros nerviosos! Chán chán, intentaré no tardar en subir jiji

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 37: Incómodo y desgarrador silencio


Ambigua, mantuve mi mirada constante hacía Tom quien analizaba la situación. Sus ojos ladeaban por cada miembro ya abrigado para salir. La noche había finalizado, el notición de Lara y Dougie nos había alegrado a todos y los había ruborizado como tomates a ellos, quienes se mantenía a un lado apartados, arrimados y abrazados suavemente.
                -Está bien, las distribuciones ya están hechas –Repusó Tom así mismo, asintiendo -. Harry, tu llevarás a Izzy, Doug y Lara, ¿está bien? Mike, tú encárgate de Micaela, James y Matt. Y Danny, tú puedes llevar a Charlie y Kay a casa.
                Una sonrisa y hoyuelo se formó en el rostro suave de Tom, y cabizbajo separó la mirada de nosotros. Arrimó su silla a la mesa, mientras los murmullos afloraron en el salón. Mi mirada se mantuvo fija en los ojos adustos que observaban a Tom, furibundo. No entendía aquella mirada, pero una parte mía se convenció de que era mejor no saber a qué venía.
                Me puse mi abrigo de nuevo y corrí para despedirme de Mic, quien parecía feliz por algún tema. Aplaudió suavemente, emocionada, pero sus labios no explicaron. Supe que la causa de su carácter debía de ser alguien que estaba allí, y de modo que tendría que esperar hasta mañana. Le deposité un beso en la mejilla, y guiñándole un ojo de forma pícara a Lara quien me observaba desde el cuello de Dougie, salí siguiendo a Charlie. Nuestro coche parecería el primero que partiría.
                Me subí al gran coche negro de Danny, el cual ya había estado el día de los cafés. Nada más me senté en el intermedio del coche, junto a Charlie, aspiré el aroma del auto. Aún olía a café, con una mezcla de la colonia de Danny. Sonreí inconsciente mientras cerraba con un golpe seco la puerta.
                -Primero tendré que dejar a Charlie y luego a Kay, si no me equivoco –Calculó Danny volteando su cuerpo para vernos a todos. La suave luz de la linterna, arriba en sus ojos había resaltar sutilmente cada peca y detalle de su rostro -. Lara ya me ha dicho donde vives, Kay. Pasamos por mí casa para dejarte a ti.
                -Entonces déjame de paso en casa, cariño –Pidió Georgia, dejándose caer sobre el asiento, suspirando -. Tengo la cabeza que me va a estallar. Me apetece descansar cuanto antes.
                Los labios de Danny se fruncieron y su mirada inescrutable me analizó una vez más, impasible. Sus ojos se apartaron de mí, y miraron de forma serena a Georgia, asintiendo suavemente como si meditara sus palabras.
                -Está bien…
                El coche arrancó el motor y volteé mi cabeza a tiempo de ver a Micaela salir riendo de la casa de Fletcher, seguida de James mientras ambos parecían reír al unísono. Un sentimiento de celos me recorrió; celos hacía esa repentina felicidad.
                No lo entendía. Había disfrutado de la noche, pero a cambio, en aquel momento encerrada en el lóbrego coche, en silencio y con el simple ruido del motor y la radio de pop-rock sonando, todo pareció volverse más mohíno. Charlie, a mi lado, iba cayendo en brazos de Morfeo, boquiabierto y con su cabeza deslizándose asiento abajo. Georgia, en el asiento de enfrente mía, tenía la cabeza tapada por sus manos y se mantenía también en silencio, con su ondulado cabello rubio brillante tapando su rostro. Y Danny, el único que parecía contener aún las fuerzas, tenía su mirada frívola clavada en la carretera, esbelto y callado, sin siquiera la pequeña sonrisa que siempre se le escapaba por la comisura de los labios.
                Mantuve m mirada en el retrovisor, observando sus ojos, esperando que encontrasen los míos. Quería que me mirase, que al menos diese señales de vida o me sonriese como siempre hacía, con tanta calidez que lograba hacerme desaparecer del mundo varios segundos. Eludí el pensamiento de que evitaba mi mirada, firme y constante. No podía pasar desapercibida, y era extraño que él no levantara la mirada ni medio segundos. Melancólica, suspiré. Ni aquel gesto fue suficiente para que me observarse, de modo que dejé caer mi cabeza sobre el oscuro cristal empapado de vaho.
                El coche se detuvo en una pequeña casa de dos pisos con un tapiz verde oscuro. Danny aparcó delante de la viviendo, y su voz sonó desgarrada por el silencio.
                -Charlie, despierta… ya hemos llegado.
                Un ronquido sorprendido despertó a Charlie. Zarandeó la cabeza, cerrando la boca babada de una vez y asintió con los ojos cansados. Dijo un simple gracias, y su figura salió del coche, alejándose tambaleante hasta la puerta mientras el coche volvía a tomar la marcha. De nuevo, el silencio, pero aquella vez la soledad e incomodidad caían aplomo sobre mí.
                El tiempo pareció multiplicarse por dos, pero finalmente llegamos a una larga calle donde la farola fallaba. El suelo estaba húmedo y reluciente por la antaña lluvia, y el frío parecía verse a través  empapado cristal.
                El cuerpo de Danny se levantó suavemente hasta la posición de Georgia. Por instinto, mis ojos saltaron de ellos al cristal, evitando que el rabillo de mis ojos me diera más imágenes de las que quería. Oí el suave beso de Danny hacía ella y unas palabras susurrantes con cariño que parecieron desgarrarme lo más profundo. Aguante un repentino gimoteo jamás aflorado antes, y callé hasta que Georgia pareció volver en sí.
                -Oh, lo siento. Me había dormido… ¿Ya estamos aquí? –Danny asintió. No había ninguna sonrisa en su cara -. Oh, gracias cariño. Te intentaré esperar, pero me muero de sueño. No tardes.
                -Descuida.
                La puerta del copiloto se abrió y vi como Georgia bajó. Se apartó el cabello de la cara y caminó con paso lo más ligero posible a la puerta mientras escarbaba en su bolso. A diferencia que con Charlie, Danny no arrancó el motor hasta que la puerta de su casa se hubo cerrado, un detalle que no pasó desapercibido para mí.
                Finalmente, el motor se arrancó, acompañado de un incómodo e incluso doloroso silencio. No tardaría mucho en llegar a casa, y entonces saldría de aquel infernal coche de Jones.
                Pero en aquellos minutos estábamos él y yo solos.



Preciosidad de vistas a los comentarios... xDD















domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 36: Emoción de Mike


                El brazo de Harry rodeó con la mayor ternura vista la espalda de Izzy mientras que con la otra mano aferraba su mentón con suavidad y la besaba, mientras el beso se fue intensificando. Sonreí acrecentando mi sonrisa a cada segundos, hasta que finalmente mis ojos se separaron de la pareja cuando noté ya la incomodidad por el besuqueó. No era la única. Todos habían dejado de mirarles y reían por lo bajo. Aún así, nadie podía negar que aquello era hermoso.
                Mi mirada se alzó hacía Tom quien rompió el silencio, empujando un poco a Harry por el pecho mientras su rostro se contraía de la risa. Mis ojos analizaron a cada uno y en el momento en que observé a Danny, sus suaves y brillantes ojos azules me sonrieron con picardía. No le entendía, pero mi sonrisa aumentó con delicadeza. Él arqueó las cejas, como si pretendiese preguntarme con la mente, pero aquello era una de las peores cosas que se me daban; adivinar muecas de la gente. Sus ojos rodaron discretamente hacía Lara, sentada a su lado y enfrente mía, y creía entender. ¿Pensará que me molesta verles besándose después de lo ocurrido? Carcajeé, y mi risa se escondió entre las demás, sin importancia. Negué suavemente con la cabeza y con sosiego, y la única respuesta suya fue la incrementación de su sonrisa. Su preciosa sonrisa.
                -Ya está bien, ya está bien. Espérense a esta noche, pero un poco de discreción ahora –Exclamó Tom entre carcajadas, logrando separar a la pareja.
                -Menos rechistar y más atención a Giovanna, Tom –Dijo Harry sonriendo. Su sonrisa aumento cuando se encontró con la encantadora mirada de Izzy -. Y luego hablaremos de quien necesitará discreción.
                Tom explotó a carcajadas mientras besaba a Giovanna como podía, soltándole bocanadas de aire en el rostro. Ella, tan dulce como siempre se tapó el rostro rompiendo a risas. Eran increíbles, todos. La mirada de Tom me encontró a través de las gafas que llevaba aquella noche y que de normal no solía ponérselas. Yo ya le había dicho que le favorecían, y estaba en lo cierto.
                Una sonrisa se formó cuando me miró, de nuevo y semejante a Danny con picardía y separó su mirada rápidamente de la mía, dejándome azorada. Fruncí el ceño, aún confusa pero simplemente me limité a seguir sonriendo. No entendía nada, pero no podía preguntar tampoco.
                De repente, las risas se cortaron cuando unos gritos eufóricos vinieron del jardín. Serenos todo, se mantuvieron erguidos en la mesa cuando el chillido aumentó y la puerta principal se abrió de un golpe. En aquel momento, un Mike sudoso, con el cabello pelirrojo bailando con suavidad de derecha a izquierda entró corriendo a la casa. Se tapó la boca rápidamente dejando de gritar, mientras sus ojos nos observaron eufóricos y llenos de júbilos. Sabía que había pasado algo emocionante con les demás, de modo que fui la primera que me levanté y la única con una sonrisa en la cara, entendiendo que ocurría. Los demás se acercaron a él, preocupados.
                -Mike, Mike, tranquilízate –Pidió Matt mientras intentaba agarrarle por los brazos. Mike había comenzado a zarandear mientras comenzaba a balbucear, nervioso -. Respira hondo y explícate.
                -¿Qué has visto? –Pregunté. Sus ojos me encontraron sabiendo que yo sería la que más le entendía -. ¿Micaela? –Negó -. ¿Lara? –Asintió -. Con Dougie, ¿cierto? –Él asintió e intento respirar profundo, pero una sonrisa y grito de felicidad se le escapó. Aquello desconcertó a todos -. Oh, Dios, se han besado.
                Bastó el cabezazo de asentimiento para confirmarlo. Corrí hasta fuera de la casa, y pronto noté todos los pies pisándome los talones. MI cabeza se asomo a la esquina que daba al jardín de la parte trasera, pasando por Micaela y James quien estaban sentados en un banco y hicieron distancias al vernos, pero todos pasamos indiferentes.
                Asomándonos, claramente los vimos. Sentados sobre la valla blanca, con las caderas apegadas y Dougie sujetando suavemente la barbilla de Lara, se estaban besando. El suave olor a tierra flotaba en el aire acompañado de las tenues luces que apenas los iluminaban. Reprimí un grito y un codazo por parte de Danny me hizo callar del todo. Aquello era demasiado inefable. Dougie y Lara se estaban besando, apartados de todos y con una ternura que flotaba en el aire.

miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 35: Nadie conoce tu historia.


                                                                              POV KAY

                -...y cuando me nombraron Miss Inglaterra 2007, prácticamente no me lo podía creer. ¡Simplemente genial! Fue una época increíble, sin duda -Dijo maravillada de si misma. Sus grandes ojos azules parecían salirse de sus órbitas al evocar.
                Y pensar que yo lo máximo que he hecho en esta vida es un sandwich de cinco pisos, pensé mientras suspiraba. Tenía que admitir que el talante de aquel día de Georgia me había impresionado. Me la había imaginado hasta ahora testaruda y egoísta como personalidad, pero poco a poco me contradecía a mi misma de mis prejuicios.
                -Luego ya me empezaron a llamar nada más terminó mi racha. Ahí seguía estupefacta, casi no podía contestar de la emoción, así que... -Siguió, pero unos brazos pecosos la rodearon por el cuello suavemente mientras nos sobresaltamos. Danny le depositó un beso en el cabello mientras le sonreía.
                Mierda, de nuevo no, volví a pensar tomándome la libertad de apartar medio segundos los ojos de ellos. No tenía nada en contra de los momentos románticos de la pareja, pero no me gustaba verlos a ellos dos. Yo misma era consciente desde el día en el bar en que Mike y Micaela me lo aclararon que había sentido algo hacía Danny, seguramente simple química, pero provocaba que mi estómago se estrujara y mi cuerpo se convulsionara de celos.
                -¿De nuevo estás explicando tu época de Miss 2008? -Le susurró al oído. Fruncí levemente el ceño, con una mueca de incomodidad.
                -Ya me conoces, Dan -Sonrió con su inigualable sonrisa Georgia depositando un beso en los labios -. Giovanna e Izzy ya saben mi historia, así que ahora se la cuento a Kay, ¿verdad? -Me miró arqueando las cejas -. Mmm, ¿qué tal si le cuentas cómo nos conocimos mientras yo voy a deleitar un poco la comida de Tom? Me muero de hambre.
                -¿Te vas? -Dijo con un fino hilo de voz Danny mientras se erguía. Noté como la desesperación brilló en sus ojos -. ¿Y qué es de tu dieta?
                -Danny, estamos en vísperas de Navidad. ¡Por unos días mi dieta tendrá que descansar en el cubo de basura! -Carcajeó con una suave risita mientras corría con pequeños saltitos hasta la mesa.
                Alcé la mirada hasta Danny, incómoda. Una parte de mí maldijo a Geo por dejarme sola con él. Evitaba hacerlo. Era próspera a tartamudear y hacer el ridículo y a que mi estómago reventara en mil pedazos. No era bueno para mi salud, sin duda. Sus ojos azules bajaron hasta mi y me observaron. Una liviana sonrisa se apoderó de su rostro y con un salto cayó en el sofá a mi lado. Contuve mi nerviosismo mientras me aferraba de las manos, rezando por parecer alguien normal. Me sentía como una adolescente de catorce años.
                -¿Enserio te apetece oír cómo nos conocimos? –Sin saber que contestar, bajé mi mirada mientras carcajeaba -. La verdad es que a mí no me apetece narrar mucho.
                -Si no lo haces tú, lo hará ella más tarde –Dije tranquilamente fijando mi mirada de nuevo en la mesa -. Tiene más temas de conversaciones de lo que jamás había visto a nadie.
                -¿Te molesta? –Preguntó. Le fruncí el ceño ante la pregunta. No lo hacía, pero a pesar de que fuera que sí, no iba a ser sincero con él.
                -No, claro que no. Lara está fuera con Dougie, Micaela con James en alguna parte y Mike posiblemente estará cotilleando en algún sitio. ¿Qué tengo mejor que hacer?
                -También tienes razón. Lo digo porque yo odio escucharla.
                Arqueé las cejas, sorprendida. Era extraño oír aquello de su novio. Sus ojos se achinaron por sus pómulos cuando una sonrisa pequeña afloró en sus labios. Anonadada le sonreí también, y de nuevo sin ser capaz y en silencio, bajé la vista. Me sentía paralizada.
                -Esta mañana, una mujer fallece a manos de su ex marido. Parece que el destino deparaba su muerte, pues le habían diagnosticado un cáncer incurable…
                Volví mi cabeza hacía el televisor y las noticias. Mis ojos se centraron en lo que decía mientras unas imágenes vía helicóptero enfocaban una casa rodeada de policía. Una mujer había fallecido esta mañana en una localidad de Estados Unidos a causa de su ex marido, el cual había estado un largo tiempo en la cárcel. Si aquello no hubiese sucedido, ella iba a morir de todas formas por el cáncer.
                -Vaya, pobre mujer –Murmuró Danny. Mi mirada ladeó hasta la suya la cual me encontró -. Ha fallecido antes de lo previsto.
                -Sí –Suspiré -. Pero en fin, el destino o lo que sea le deparaba una muerte al final, también.
                -¿Crees en el destino?
                Su voz sonó firme. Le miré desde abajo, pensándome la respuesta. Su mirada era firme y constante, como si estuviera preparado para medir mis palabras. Carcajeé ante su mueca mientras deliberaba en mi respuesta. Suspiré, encogiéndome de hombros y volviendo a mirarle. Los nervios aflojaban en mi estómago poco a poco.
                -Mmm, sí, ¿no? –Me confundí -. Quiero decir… en algunos casos creo, en otros no. Es algo improbable pero no viene mal creer en él. ¿Y tú?
                Una carcajada cómica se escapó de su sonrisa torcida.
                -Bueno, supongo que sí. Antes no creía en él ante nada, pero ahora sí.
                -¿Por qué?
                -Es una larga historia. Digamos que el destino ha jugado un poco conmigo –Dijo adusto mientras su mirada se cargaba de pesadumbre.
                -Bueno, yo creo que el destino aparece porque es la mejor respuesta. Para eso viene, porque es nuestra vida siendo escrita, ¿no? –Una sonrisa divertida por parte suya pareció mofarse de mí -. No hagas eso. Te estoy siendo sincera –Dije alegremente.
                Danny negó suavemente con la cabeza mientras su sonrisa apareció. Sus ojos se apartaron suavemente de mí mientras cambiaba de posición en el sofá.
                -De acuerdo, de acuerdo. ¿Y crees qué se puede evitar a los resultados del destino?
                -Sí, claro que sí, si eres testarudo. Solo que no sé si sería la mejor opción.
                -Quién sabe –Se encogió de hombros. Aquella vez ninguna sonrisa apareció en su rostro y sus ojos azules grisáceos se mantuvieron observándome.
                Intenté saber a qué se refería. La curiosidad me embriagaba pero sabía que no iba a responderme si le preguntaba, probablemente. Además, no quería parecer delante de él una cotilla.
                -No creo que nadie pueda conocer tú historia. Todo es suficiente tangible como para modificarse –Intenté aportar, y pero una nueva sonrisa se embozó. Esta vez parecía cargada de tristeza. 

domingo, 6 de enero de 2013

Capítulo 34: La gravedad de la situación


                                                               POV DANNY
Inevitablemente volví a carcajear. La cena había terminado minutos antes, pero Tom, Matt, Harry, Giovanna, Izzy y yo habíamos permanecido en la mesa. Sabía que esto me iba a llevar a recogerla más tarde pero no me importaba. Los demás se habían trasladado al sofá o al exterior, como Lara y Dougie quienes aquella noche habían permanecido inseparables, como si se necesitaran el uno al otro. Evoqué con una sonrisa en los labios.

Flashback:
                -Tengo cosas que hacer –Se defendió mi amigo con una aguda voz mientras recostaba en la barra, enfrente de las chicas y comenzaba a reír. Estaba mintiendo.
                -Sí, como… ¿qué nos habías dicho? Ah, sí. ¿Una exposición de arte? Por Dios Dougie, no irías solo a una exposición de arte nunca –Le testifiqué mientras me miraba queriéndome matar.
                -Bueno, tal vez pero puede que me apetezca ir. ¿Pasaría algo?
-Pues podrías venirte con nosotros –Corroboró Micaela, interrumpiendo serena -. Este sábado una amiga nuestra hace una exposición de sus cuadros, y tal vez te gustaría venirte. ¡Tiene cuadros muy extravagantes que te gustarían!
-Es buena idea –Dijo Kay, y en aquel momento tuve una excusa para mirarla. Era algo inevitable. Resistía mirarla todo cuanto podía, pero a la mínima oportunidad, lo hacía discretamente. Sabía que no pintaba bien, pero simplemente me salía natural -. ¿No ha dicho bien Danny que no irías solo a una? Pues ya tienes con quién ir –Una sonrisa estúpida se formó en mi rostro cuando pronunció mi nombre.

Fin Flashback

                Suspiré, frunciendo el ceño y saliendo de la realidad. Lo había intentado evitar, más que nada por orgullo ante aquel día en que Tom y yo visitamos a la vidente, pero no había podido. Kay había centrado mi mayor interés en ella, aumentando sin ser apenas consciente. Todo estaba saliendo tal como yo había evitado a creer, pero en aquel momento, una duda que me revolvía todo mi interior a causa del miedo e inseguridad me alteraba al pensarlo. ¿A ella le ocurriría lo mismo? Aquello no eran buenos pensamientos para mi estable relación con Georgia.
-Realmente ninguno de los tres nos esperábamos que aquella tía buena hubiese podido recordarnos de Busted –Exclamó Matt rompiendo a carcajadas -. Claramente nos hicimos la foto con ella, desde luego.
-Oh, siempre estáis igual –Dijo divertida Izzy mientras rodaba los ojos -. Tías buenas y buenas tetas, como no.dad
                Carcajeé mientras volvía a coger la copa casi vacía entre las manos. Fruncí el ceño, viendo removerse el líquido dentro y a través del cristal. Aquel tema, el de Kay, el del destino y el de mi vertiginoso interés comenzaba a inquietarme. Aquello no debía de estar pasando.
                A pesar de mis negativos pensamientos, me tomé la molestia de alzar los ojos. Allí, atravesando una larga distancia entre el comedor y el salón, su suave cabellera castaña perfectamente alisada hablaba con Georgia, quien la sonreía con los rizos bailando en el aire. Por primera vez, mi atención no se fijó en mi novia. Aquella vez la ignoré, y pasé a observar a Kay. Su melena larga también bailaba, casi con más cortesía que la de Geo. Su risa parecía flotar con más delicadeza en el aire y sus movimientos eran captados con sumo cuidado por mis ojos.
 Oh no, aquello no  era bueno.
-Um, Danny, ¿recuerdas que hoy te dije que tenía que hablar contigo? –Mi mirada se apartó rápidamente de ella y asentí a Tom, quien me dedicaba un hoyuelo suyo -. ¿Puedes venir un momento?
Mi estómago se removió. Conocía la pícara mirada de Tom y ese hoyuelo que aparecía ante su mirada pícara. Ambos nos levantamos de las sillas, sin interferir en la conversación y observé a Giovanna. Esta nos sonreía mientras nos alejábamos. Sabía que quería decirme, ella era consciente de todo.
-¿Ocurre algo? ¿Es sobre el nuevo disco? Sé que no lo estamos haciendo tan bien como las otras veces, pero ya lo mejoraremos. Ahora no podemos hacer más de lo que estamos haciendo Tom –Él negó con la cabeza, taciturno -. ¿Es sobre Dougie? Yo le veo más feliz con la tal Lara. Sé le ve feliz con ella, parece que le entiende y…
-No es eso, Dan –Una ceja se arqueó en su rostro -. ¿No tienes nada que contarme?
Se había dado cuenta. Le conocía de demasiados años y sabía que no lo iba a pasar por alto. Resoplé, bajando la mirada mientras caía en la cuenta. Iba a tener que decírselo. Hasta el momento simplemente lo había ocultado,  intentando que desapareciera. Pero no lo había hecho.
-Es sobre lo de Kay, ¿no? –Él asintió -. No te preocupes. Somos amigos, marcha bien la cosa…
-¿Y esas miradas desde hace semanas, Danny? –Achiné mis ojos. ¿Cómo era posible que no se le escapara ni una? -. ¿Ese interés repentino por visitar su bar?
-De acuerdo, te has dado cuenta –Me encogí de hombros, apoyándome en la esquina en la que nos habíamos apartado -. Sí, puede que me llame la atención, tal vez haya química pero ya está.
-Está bien, pero venga ya, Danny, sabes donde terminará esto. Sé que no le quieres hacer daño a Georgia, pero…
-No va a pasar nada entre Kay y yo. Ni siquiera sé si a ella le sucederá lo mismo. Además, ¿cómo quieres que evite esto? ¿No se supone que era cosa del destino? ¿Del estúpido destino?
-Me apuesto lo que sea que si tú no has podido evitar esto, ella, desconociendo todo lo que hay por medio, tampoco –Tom suspiró, indeciso. Sabía que había sido un poco testarudo, pero él sabía soportarme -.No quiero alterarte Dan, pero ándate con cuidado. No quiero que nadie sufra, refiriéndome a los tres, y si llegase a pasar algo lo haríais. ¿Estás seguro de que no pasará nada?
No pude contestar enseguida. Aquella pregunta me pilló por sorpresa. Era cierto que Kay me atraía, pero lo habían hecho otras mujeres antaño y nada había pasado. Pero no estaba convencido que, tal vez si ella llegase a besarme, pudiera actuar correctamente. No, no lo haría. La conocía lo suficiente para saber que era alguien decente. Pero, ¿y yo?
-Se… se intentará –Dije con voz temblorosa. No confiaba en mi mismo.
-Oh, no por favor… ese tono no –Siseó Tom -. No me basta eso, Danny. ¿Sabes el riesgo que hay? –Asentí, sin mirarle. Aquello era más grave de lo que pensaba -. Está bien… creo que tal vez deberíamos visitar de nuevo a esa pitonisa. Tal vez después de un año nos haya añorado.
-A esa no, Tom, a esa no –Pedí con voz lastimera. Aquella mujer había conseguido exasperarme la última vez.
-¿Quieres que esto se solucione o no? –Asentí -. Pues mañana mismo volveremos. Además, no cuesta nada.
Una palmada en el hombre me hizo sonreír. Tom me dedicó una sonrisa tranquila, mientras nuestros pasos volvieron a la mesa. Mis ojos se desviaron una vez más a Georgia y Kay, quienes hablaban tranquilamente en el sofá. Sonreí. Mis pies anduvieron hasta el salón, ignorando supuestamente la mirada de Tom que debería abrasarme la espalda.

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viernes, 4 de enero de 2013

Capítulo 33 - Falsa expectativa ridícula


                                                               POV DANNY

Mis dedos comenzaron a acariciar la suave copa de cristal que contenía el Whisky. El estómago se me había cerrado, mis oídos oían pero no escuchaban y únicamente resoplidos de aburrimiento era lo único que salía de mí. Mis ojos se alzaron para mirar una vez más a Tom, quien escuchaba atento a Harry que le contaba por milésima vez su reconciliación con Izzy. Sonreí, inevitablemente. Hubiese mentido si dijera que no me alegraba por ellos. Por una parte, era porque era desde años amigo mío, un hermano para mí. Pero por otra, y era la más vertiginosa y la que menos me gustaba admitir, era porque gracias a aquella reconciliación mi miedo a que pudiese tener algo con Kay se descartaba. La noticia de la noche que pasaron ambos aún resultaba incrédula para mí; me negaba a creerlo, me negaba a imaginármelos.
Fruncí los labios, zarandeando la cabeza para evitar evocar aquello. Un incómodo sentimiento me recorrió de pies a cabeza, como si me apretasen la boca del estómago amargamente. No me gustaba pensar aquello, y a pesar de que pocas veces resultaba, intentaba evitarlo.
-Cariño, ¿te encuentras bien? –Susurró la dulce voz de Georgia en mi oído.
Levanté los ojos, sonriéndola y depositándole un beso por inercia en sus finos labios pintados. Aquella noche, Geo vestía un elegante vestido negro, ajustado y que hacían resaltar su belleza como todos los otros días. Carcajeé ociosamente. De nuevo, la idea de tener a aquella chica que trabajaba como camarera y que apenas se molestaba  a vestir elegantemente en comparación a mi novia me pareció ridícula.
-Oh, sí, estaba pensando en unas cosas –Dije mientras la aferraba de la cintura. Evitando el tema, anduvimos hasta la posición de Harry, Izzy y Tom -. ¿Qué pasa aquí, puto batería? ¿Se retrasan en tu cumpleaños?
-Dije que vinieran a las ocho, y ahora mismo son puntuales, Dan –Me sonrió él -. No tardarán en llegar.
-Posiblemente estén distribuyendo sus vestidos para estos tres días festivos seguidos. Tu cumpleaños, noche buena y Navidad… ¡Demasiadas celebraciones! –Exclamó Izzy apoyándose sobre el hombro de su novio.
Una vez más, no pude evitar el tema. Ella no sabía nada de lo ocurrido entre Kay y el batería, prácticamente, y el acuerdo entre todos nosotros era no contarlo. Posiblemente, y como cualquier mujer crearía un odio hacía la camarera, y nadie quería aquello. Además, aquel tema estaba tan olvidado en las mentes de todos los demás que me preocupaba no ser capaz de apartar el codicioso tema.
-James ya estará ansioso de que lleguen –Dije sin pensar. Mi mente habló en voz alta, pero no callé a pesar de lo que decía -. Lleva ya bastantes días sin ver a Kay, ¿no?
-Oh, creo que ya se han visto –Dijo Tom, mirándome con las cejas arqueadas -. El otro día dijo que fue a verlas al bar.
-Ah, vaya –Dije con un hilo de voz -. No lo sabía.
-¿Pero a James no le gustaba Micaela? –Exclamó de pronto Georgia -. O sea, es bastante amigo de Kay, ¡pero apostaría el cuello a que le llama más la atención Mic!
Inevitablemente, una sonrisa se embozó en la comisura de los labios. La mirada de Tom me encontró y supe que él sonrió por mi mueca. Aparté grácilmente los ojos de él y los fijé en mi novia, quien fruncí el ceño, sin entender.
-¿Le gusta Micaela? Pero… si siempre ha mostrado más interés por Kay –Dije.
-Bueno, quien sabe lo que pudo haber pasado por la mente de él… ¡es James! –Exclamó Harry con obviedad -. Pero me parece que antes iría detrás de Mic que de Kay… aunque ambas son chicas difíciles.
-¿Por qué lo dices? –Preguntó de repente Izzy, sonriendo confusa a su novio.
-En este último mes y pocas semanas las hemos conocido bastante. Eso se ve en una persona, cariño –Dijo despreocupado Harry, manteniendo la calma -. Además, ese no es el tema. ¿No dijo Dougie que traería una acompañante con él?
-¿Hablaba enserio? –Pregunté, incrédulo -. Creí que bromeaba. Estas semanas está un poco más alegre, pero aún se le ve afectado.
Todos se encogieron de hombros mientras una sonrisa se escapaba de sus labios. En aquel momento, el timbre sonó con dos tintineos, a tiempos de que Giovanna dio un brinco mientras iba dejando un plato en la mesa. Nos miró a la lejanía, informándonos de que en aquel momento ella abriría la puerta.
Sin evitarlo, casi sin ser consciente, su risa atravesó cemento y ladrillo y llegaron a mis oídos. No pude evitarlo. Una sonrisa se embozó en mis labios, ajeno a los ojos que me observaran. Mi cabeza ladeó al notar la firmeza de sus ojos, para encontrarme con un ceño fruncido y unos ojos cafés observándome con delicadeza. Permanecí todo lo impasible ante la atenta mirada de Tom, de la cual nada se escapaba. Sabía que él ya sospechaba.
Una sonrisa se formó en sus labios mientras negaba silenciosamente con la cabeza, mientras algo se removió en mi interior y mi piel se hizo de gallina al abrir la puerta; no fue causa del frío, sino de la persona que acababa de entrar para abrazar de forma vehemente a Giovanna. Su vestido bailó a cámara lenta cuando mis ojos se vieron sin fuerzas para separarlos de ella.

                                                               POV KAY

Con un último codazo hacía Mike, la puerta de madera se abrió para darnos la imagen de una elegante y sonriente Giovanna que nos sonreía alegre. Aquella noche, su cabello rizado se había visto planchado, mucho más guapa. Saludó con una gritito, mientras yo, inevitablemente y queriendo alejarme del frío, fui la primera en entrar y pasar mis brazos alrededor de su cuello. Hacía ya una larga semana que no le había visto  pero me sentía como si hubiera sido meses.
-Por fin estáis aquí, ¡me alegro más de que hayáis venido! Todos están en el salón de allá –Nos dijo y mis ojos corrieron para observar. En aquel momento, una fila de gente compuesta por Harry, Izzy, Tom, Georgia y Danny aparecieron, sonrientes. Mis ojos no pudieron evitar dedicar dos largos segundos a ver al pecoso que vestía una camisa blanca, pero tan pronto como sus ojos se alzaron hacía mí, me apresuré para apartarla -. Vaya, Doug, ¿Esta chica tan guapa es tu acompañante de la que nos hablaste?
Lara se sonrojó ruborizada mientras sonreía ampliamente. Dio un beso a Giovanna en la mejilla, mientras seguía los pasos de Dougie que la conducían aferrándola por la espalda. Habían hecho muchísima amistad desde las pocas semanas que se conocían.
-Prácticamente, es más amigas nuestra, pero él ha preferido presentarla así –Rodó los ojos Micaela -. Ella es Lara, Giovanna.
-Déjale fardar de acompañante, Mic –Le dijo cariñosamente un James que apareció de repente por la puerta. No había venido con nosotros, pero inevitablemente sonreí al verle a él, Matt y Charlie aparecer por la puerta. Hacía medio siglo que no veía a los otros dos.
Un bullicio se inició en el pequeño círculo amontonado de gente. Mi cara iba en zigzag, saludando a gente que me faltaba. Mi cuerpo parecía estar apegado al de Micaela, quien evitaba escurrirse de mi. Mi mirada se encontró con la de Harry, quien pareció sonreírme y seguidamente saludé a Izzy. Inevitablemente, les sonreí a ambos. A pesar de lo ocurrido, verles juntos era realmente gratificante para mí.
Perdí el sentido de la orientación, hasta que de repente, una mano aferró mi cintura con suavidad. Me giré lentamente, extrañada, para descubrir unos ojos azules grisáceos observarme adustos. Mi corazón pareció estrujarse y no entendí nada, pues todo pareció perder el sentido. Aquella sensación no era nueva, sino por el contrario, había ido aumentando poco a poco. Una sonrisa se dibujó en los labios de Danny, los cuales parecieron sonreír por mí, e inevitablemente otra sonrisa se unió a mis labios. Un sentimiento amedrentador me cubrió, y no entendí lo que pasaba. Una parte de mí, seguía notando como si fuera la única parte de mi cuerpo de tacto, su mano descansando sobre mi cintura mientras mi cuerpo entero temblaba ante su acto.
Su rostro se acercó al mío,  como si fuera a cámara lenta y permanecí impasible. Mis ojos no se separaron de su rostro, cubierto por cientos y cientos  de pecas jamás detalladas desde tanta proximidad. Mi corazón latía con violencia, sin entender, hasta que de pronto…
Un beso se posó rápidamente en mi mejilla como saludo. Cerré los ojos lentamente antes de que él me viera, ridiculizada, e intenté actuar con normalidad. Evité sus ojos una vez me encontraron y rápidamente, mi cuerpo dio media vuelta para esconderse de él, aferrando a Micaela fuertemente de nuevo.
Eres una estúpida, Kay.. –Pensé mientras me mordía el labio inferior ruborizada.